Durante gran parte del mes, desde Crea Cuervos estuvimos compartiendo algunas notas que tienen como eje central los efectos del cambio climático. De hecho, en la mayor parte de los medios de comunicación impresos —ya sea por la coyuntura o porque el inicio del año siempre es buen momento para hablar de cambios— dedicaron su primera edición del año a lo que para algunos es la verdadera amenaza de la civilización: el cambio climático.
El dossier de Letras Libres, así como la portada de la misma, lleva por título ‘Crisis Climática. La cuenta regresiva’, mientras la revista Este País puso el acento en los ‘Arrecifes mexicanos: selvas tropicales marinas’, sin olvidar ‘Por una literatura mexicana del Capitaloceno’. Lo anterior, por supuesto, después de que en los últimos meses del año pasado la influyente revista Time nombró persona del año a Greta Thunberg, la joven activista que atrajo la atención mundial con su movimiento ‘Fridays For Future’ (conocido en el mundo hispanoparlante como juventud por el clima).
Así, desde los demás medios de comunicación se ha puesto énfasis en reportar los efectos del cambio climático: desde los incendios en Australia, pasando por las inundaciones en Venecia (Italia), la desaparición de países insulares como Tuvalu y un largo etcétera. No sólo eso, también tienen calidad de noticia los tweets del actual mandatario de la Unión Americana, Donald Trump, especialmente aquellos en donde niega al cambio climático. Ya ni hablar de la atención que se presta a los avances y retrocesos del Acuerdo de París, en vigor desde 2016.
Con toda esta información, no es extraño que más de uno parezca tener una opinión sobre el cambio climático. Por ejemplo, en la Ciudad de México existen personas con una postura bien marcada sobre la prohibición de los plásticos de un solo uso y encuentran en las redes sociales un foro para intentar convencer a más personas. Pero ¿de verdad todos están calificados para emitir opiniones sobre la crisis climática? Porque en lugar de buscar informar y concientizar a la población, lo cierto es que parece que el cambio climático se esta nombrando en aras de justificar acciones de índole político y económico.
Politizando el cambio climático
En ‘Un clima enrarecido: ciencia y política del calentamiento global’, Manuel Arias Maldonado de forma certera señala como el cambio climático es empleado cada vez más para poner en marcha acciones políticas, polarizar el espectro y, en consecuencia, debilitar la base científica del debate en la materia. Y es que destacan algunos titulares tendenciosos que han aparecido en diversos medios de comunicación, en donde siempre que se habla del tema se buscan analogías con episodios apocalípticos —similar a lo que se hace con el debate de las armas nucleares—.
Aunque en el transcurso del presente siglo las personas se han concientizado sobre la huella del ser humano en el planeta en materia de cambio climático, lo anterior se debe en gran parte a un activismo político que ahora busca ganar electores secuestrando el tema. Para hacer aún más compleja la ecuación, en los medios de comunicación se ha dado espacios a negacionistas del cambio climático, ocasionando que ante los ojos de la opinión pública global se perciba un cisma en la ciencia climática.
Lo anterior, por supuesto, sin olvidar que algunas notas sirven para que los individuos consideren al cambio climático como algo poco novedoso. El mismo Arias Maldonado ejemplifica con la situación de Venecia: “las inundaciones que anegaron las calles de esta ciudad el año pasado fueron ‘las más graves desde 1966’. Esta contextualización lleva siempre a algún lector a preguntarse qué hay entonces de novedoso en el calentamiento global: si lo que pasa ahora ya pasó, entonces ¿por qué habríamos de abrazar la idea de que nos enfrentamos a una ‘emergencia climática’ que requiere de la urgente y radical transformación de nuestras sociedades?”.
A la interrogante anterior se pueden sumar más: ¿el peor nivel de agua con respecto a qué?, amén de que más de uno dirá que en realidad el territorio no era propicio para construir edificaciones, pues son sólo islas unidas a través de puentes (para conocer más de las inundaciones en esta localidad da click aquí). La misma situación puede aplicarse al caso australiano, donde no se ha tardado en señalar al país como promotor de su desgracia al ser uno de los principales productores de carbón, en lugar de considerar el papel que juegan las principales empresas energéticas para producir informes que les permitan continuar con sus prácticas depredatorias.
Estos episodios, al igual que muchos otros, son empleados por los políticos de todos los espectros del orbe para ganar electorado. La República Popular China —país que celebra el festival Yulin— ha señalado que no reducirá sus emisiones de gases de efecto invernadero, pues ese es el camino que siguieron los países industrializados para alcanzar la bonanza económica. Donald Trump niega la existencia del cambio climático y señala que es una trampa empleada por los chinos para dominar la economía, y así hasta el infinito. Y los informes científicos, material al que se debería prestar atención, son ignorados tanto por los medios de comunicación como por el grueso de la población en general —salvo las partes fatalistas, como la necesidad de que la temperatura no suba 2°C—.
Medios de comunicación y cambio climático
Una de las cuestiones más complicadas desde los medios de comunicación es el derecho a informar. Son las grandes cadenas y líneas editoriales las que deciden lo que es noticia, dejando poco espacio para el periodismo independiente. Lo cierto es que, en materia de cambio climático, en más de una ocasión se ha reportado, informado y citado de manera irresponsable.
Para tener un periodismo climático es necesario que sean los mismos científicos quienes tengan espacios en los medios y que en lenguaje sencillo y en labor de divulgación —cuestión que realizan de forma acertada National Geographic, Este País, Letras Libres— sean quienes comuniquen al grueso de la sociedad los avances y retrocesos en la materia.
Además, si bien es cierto que la labor de Greta Thunberg sirvió para catapultar y visibilizar el debate —amén de que no invisibiliza otras luchas— sería refrescante ver que se entreviste a activistas climáticos (algunos miembros de pueblos originarios en México que llevan años luchando para que se reconozca su derecho humano al agua) declarando antes los reflectores los motivos y la urgencia de su lucha. La tendencia en materia de información de cambio climático es seguir monetizando, pero siempre hay que tener en consideración las fuentes y medios que se consultan, pues si no se termina cayendo en visiones catastróficas y erradas de este fenómeno que sólo generan más pánico y desinformación.
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Foto de portada: Shutterstock