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Yule, el origen oculto de la Navidad

Nos encontramos a vísperas de que una de las celebraciones más añoradas del año toque a nuestra puerta. Nos referimos a la Navidad. El momento en el que miles de familias se reúnen para festejar el nacimiento del niño Dios. Junto con esta celebración también, se asoma una nube de nostalgia por lo que dentro de poco habremos de dejar atrás. Sumado a todo esto, me atrevería a asegurar que no solo es uno de los festejos más importantes del cristianismo, sino también es una oportunidad para comenzar un nuevo ciclo, una nueva etapa en nuestras vidas. Dejar atrás lo malo, con la esperanza de que algo bueno llegará. Desafortunadamente, son pocos los que conocen los orígenes verdaderos de la navidad. Hoy nos encargaremos de exponerlo y de demostrar que sus raíces son mucho más fascinantes de lo que se piensa. Nos referimos específicamente a Yule, la celebración celta que llegó para quedarse. 

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Fuente: infomistico.com

¿Qué significa Yule?

Bueno, para hablar a detalle de esta celebración celta es necesario desglosar su significado para que podamos entender el motivo principal de que Yule sea oficialmente el antecedente de lo que hoy conocemos como navidad, (nombre que por cierto se deriva de la palabra en latín «Nativitas», cuyo significado es nacimiento). La palabra Yule, dentro del diccionario español podría ser traducido como literalmente pascuas; sí, tal cual la celebración que ya conoces. Yule, era una celebración pagana en la que no solo tenía por objeto agradecer a los dioses por los cambios de la naturaleza; sino que además era el parteaguas para que la oscuridad desapareciera ante la aparición de la luz invernal. Sucedía durante el solsticio de invierno como representación de la vida venciendo a la muerte. Yule, era (y aún continua siendo para algunas civilizaciones) el motivo perfecto para que las familias y los amigos se reúnan alrededor del fuego para dar gracias por las bendiciones dadas durante todo el año, pero especialmente para agradecer el hecho de seguir vivos. 

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Fuente: mentalfloss.com

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De Yule a Navidad

Y es aquí, en este punto donde comenzarán las controversias que quizá han incentivado a que Yule sea considerado como la contraparte de la Navidad. En Yule se acostumbraba a quemar un pequeño tronco para celebrar el regreso de la luz. (¿Pensabas que la única función del tronco de Yule era impedir que espíritus traviesos entraran a hacer maldades a cuanta casa pudieran?; seguro eso fue lo que «El mundo oculto de Sabrina» nos enseñó, ¿Verdad?, pues déjame decirte que no estaba errada del todo, pues en Yule las puertas del inframundo se abren, por lo que, no es muy complicado suponer que los espíritus rondaban el mundo de los vivos, y no con muy buenas intenciones). El tronco de Yule, acostumbraba a decorarse acorde a gustos personales; (en efecto, el colgar esferitas no era una idea tan innovadora como se pensaba). 

De entre las costumbres más destacadas, se encontraba sacrificar un cordero como ofrenda para luego ser consumido en medio de una generosa cena. La imagen de la cabra adoptaba un valor fundamental en estas fechas, pues en partes como Finlandia, tal animal era visto como un anciano que traía regalos. Con el paso del tiempo y gracias a la intervención del cristianismo, Joulupukki (la cabra de Yule), fue sustituido por lo que ahora conocemos como Santa Claus. Así  mismo, otra prueba que puede corroborar el hecho de que Yule es precursor de la navidad, es que esta primera tenía una duración de 12 días, la misma duración que tienen las fiestas decembrinas actuales. 

Durante la evangelización, el cristianismo se encargó de adaptar Yule a las creencias correspondientes. Adaptó fechas y modificó ciertas costumbres hasta lograr que Yule dejara de ser un festejo pagano. Los celtas, durante el solsticio de invierno, festejaban el final de un ciclo y el comienzo de otro. El renacer del amanecer sobre las tinieblas, lo que podría traducirse como el nacimiento de Cristo. 

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Fuente: learnreligions.com