Imagina que una mañana como cualquier otra, empiezas a leer el periódico mientras te preparas un café, y al ir leyendo, te das cuenta de que hay una historia que habla sobre dos personas completamente idénticas a ti. No con un cierto parecido, sino dos personas exactamente iguales a tu persona. Aunque esto pudiese parecer un disparatado sueño después de una noche difícil o una ficción digna de un relato de Huxley o Asimov.
Esto sucedió en la vida real, tocándole dicha suerte a David Kellman cuando al llegar de la escuela se percató de que en el periódico local se hablaba sobre dos hermanos gemelos que se reencontraban después de diecinueve años separados ¿Sus nombres? Robert Shafran y Edward Galland. Inmediatamente al ver esto, llamo al periódico local y solo atino a decir: «No son dos…somos tres». Y con esa pequeña oración inicia el reencuentro de tres hermanos que fueron separados al nacer, y que juntos, descubrirían un macabro secreto que pudo ser documentado por HBO en el 2018, llevando por nombre ‘Three identical strangers’, o, en español, ‘Vidas separadas’.
En general, el documental muestra como todos fueron puestos en adopción de manera separada por la agencia Louise Wise (una agencia de adopción para niños judíos), la cual estaba situada en Nueva York y prácticamente fue la que orquesto cómo es que serían repartidos los niños, puesto que el hecho de que cayeran en las manos de quienes los criaron no fue coincidencia.
La agencia desde el principio supo que sería cómplice de un experimento psicoanalítico, financiado y respaldado por la Universidad de Yale, el cual estaba dirigido por el psicoanalista Peter Neubauer, quien era de origen austriaco y tenía una relación muy cercana con Anna Freud, hija de Sigmund Freud.
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Este experimento consistía en investigar de qué manera influye la genética y la crianza en el desarrollo de las personas cuando crecen en ambientes socioeconómicos distintos, aquí es donde la separación cobra sentido, puesto que Robert Shafran, fue educado por una familia con solvencia económica que se encontraba ubicada en uno de los barrios mas prestigiosos del país; por otro lado, Edwuard Galland fue criado por una familia de clase media; y finalmente, David Kellman fue educado por una familia de obreros inmigrantes. Con todo esto claro, el equipo de Neubauer llevo a cabo un seguimiento de cada niño a través de los años sin revelar a las familias el porqué de los seguimientos.
“Recuerdo que mi madre me dijo que cuando era bebé, me golpeé la cabeza yo solo contra la pared, literalmente me noqueé a mi mismo. Estoy muy seguro de que eso fue ansiedad por separación” menciona Kellman al hablar sobre su sentir en sus primeros años separado de sus hermanos y teniendo que desenvolverse solo en la familia que le fue asignada. Por otro lado, coincidiendo con su hermano, Shafran dijo algo similar: “Mi madre me dijo que de bebé me golpeé la cabeza dentro de la cuna y luego aguanté la respiración hasta que me desmayé”.
“No sé si esto si esto será genial o será terrible”, dijo Edwuard Galland (Eddy) al momento de ver a sus hermanos por primera vez; y es que, al reencontrarse los trillizos sintieron tanta conexión entre si que decidieron tratar de llevar una vida como hermanos, haciendo que su presencia impactase en todo lugar que llegaran a pisar.
Estos tres hermanos que la ciudad de Nueva York decidieron comenzar un restaurante llamado ‘Trillizos’ el cual recaudo su primer millón de dólares en un año.
Todo podría conjeturar que estos trillizos tuviesen la vida arreglada, no obstante, no todo fue un camino de leche y miel, pues con el pasar de los años se dieron cuenta que todos habían tenido algún desorden mental en el pasado y como es que aquello les afectaba en su presente, siendo el mas afectado Edward Galland, quien fue diagnosticado como un maniaco-depresivo.
Era muy contradictorio, puesto que él era el más carismático de los hermanos y el hecho de que desarrollase un trastorno tan severo como aquel hizo que se fuera desgastando hasta que se disparó en su domicilio ubicado en Nueva Jersey el 16 de junio de 1995, logrando que la burbuja ilusoria de la fama se reventase estrepitosamente y comenzase la calamidad de descubrir la verdad, la cual llegó gracias a un escritor que escribía sobre experimentación en gemelos y descubrió todo el estudio de la Universidad de Yale.
Sobre una versión actualizada de una banalidad del mal
Las terribles consecuencias de este caso nos hacen ver cómo es que para una gran maquinaria de pequeñas partes, es muy poco probable que haya una culpa especifica. Lo ocurrido en este caso nos remite al escrito de Hannah, ‘Arendt Eichmann en Jerusalen’ (1963), en el cual se habla de cómo es que la gran maquinaria de el Partido Nacional Socialista funcionaba con gente que no tenia una malicia como tal en sus filas, no eran gente sanguinaria y cruel por naturaleza, sino que solo hacían lo que hacían porque “ese era su trabajo”.
El escrito plantea que de día se podía ver a Eichman ejecutando la orden para que miles de judíos fuesen llevados a los campos de concentración en el día, por otro lado en la noche podía vérsele arropando a sus hijos con cariño. En este caso, las personas que fungen en la maquinaria de todo el experimento comentan que solo hacían su trabajo y que prácticamente todo se hacia en nombre de la ciencia, pues dice una ex asistente de Neubauer, quien actualmente reside en La jolla, california: “Tal vez pienses ¡Eso es horrible! ¿Como se atrevieron hacerlo? pero debes situarte a finales de los años 1950 y 1960. En ese entonces no se consideraba algo malo, la psicología empezaba a tener avances importantes, todos hablaban de eso, era una época maravillosa”.
En si, a los padres se les había mentido diciéndoles que las visitas de rutina eran parte de un nuevo programa de bienestar para los niños adoptados, con lo cual justificaron el hecho de que cada cierto tiempo a los niños se les grabase en cintas de 8 milímetros mientras ejecutaban sus actividades y se les hicieran pruebas conforme crecían. En ambos casos se nos habla de una completa irracionalidad a lo que uno ejecuta, puesto que en los dos coincide que solo se guían por el beneficio de los altos mandos sin cuestionar que tanto puede afectar un proceso experimental en los seres humanos.
Todo esto fue empujado por el hecho de que la experimentación humana en la Segunda Guerra Mundial (tanto la experimentación alemana como japonesa, que en dicho contexto fue el escuadrón 731) fue muy provechosa, pues la investigación en seres humanos permite mejorar el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades.
Se puede apreciar cómo en este caso de los trillizos, el gobierno de los Estados Unidos permitió que se hiciese un experimento secreto de calibre exponencial que iba en contra de toda ética, haciendo que la culpa fuese difusa y justificada en cada parte del proceso. Pero esto no acaba aquí, cabe mencionar que este experimento no quedo en estos tres hermanos, pues tiempo después fue encontrado el caso de las gemelas Paula Bernstein y Elyse Schein, las cuales también fueron separadas al nacer por la agencia de adopción Louise Wise, haciéndolas participes del experimento.
Se hace mención que hubo más pares de gemelos involucrados en el estudio dirigido por Neubauer, sin embargo, el caso de los trillizos fue el más sonado debido a que se convirtieron en un completo fenómeno mediático a principios de la década de 1980. Al tratar de encontrar respuestas acerca de los resultados de este macabro experimento no se han encontrado pruebas que arrojen un resultado contundente o si quiera una justificación valida para llevar a cabo dicha investigación, dejándonos ver lo peligroso y terrible que es el experimentar con seres humanos y como esto nunca tendrá un final feliz.
