El 16 de julio de 1969 la misión espacial tripulada Apolo 11 viajaba con destino a la Luna. Esta misión estadounidense se daba en el contexto de la carrera espacial —una de las etapas en las que se divide al conflicto ideológico-político-económico denominado Guerra Fría. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se había mantenido a la cabeza en esta conflagración contra su némesis, Estados Unidos (EEUU): el 04 de octubre de 1957 la URSS colocó en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik I; el 3 de noviembre de 1957 mandó al espacio exterior al primer ser vivo, la perra Laika; y, el 12 de abril de 1961 parecía que había triunfado en esta competencia al realizar el primer vuelo orbital con un ser humano: el cosmonauta Yuri Gagarin.
La Unión Americana, reacia a perder, sabía que tenía que hacer algo para, en el imaginario colectivo, no quedar tan mal parada en esta etapa de la Guerra Fría. Ya de facto, el auge de la tecnología espacial soviética le era preocupante: el tener un sistema de lanzamiento capaz de colocar un objeto en el espacio exterior significaba que sin problemas la URSS podía lanzar un misil balístico intercontinental (los famosos ICBM en inglés) a su territorio. Ahora, con la puesta en órbita del primer ser humano, muchos países empezaron a romper la narrativa de país maligno y atrasado que el leviatán liberal había difundido contra la otra superpotencia.
Por ello, EEUU decidió hacer una gran apuesta: realizar el primer alunizaje en la historia. Para esto era necesario que la Administración Nacional Aeroespacial (NASA, por sus siglas en inglés) creada en 1958, logrará coordinar con éxito los esfuerzos civiles y militares para llegar a la Luna. Realizar una actividad extravehicular no era sencillo, por lo que se dedicaron bastantes recursos a la investigación sobre las condiciones necesarias para que un ser humano sobreviviera en el espacio exterior—primero se pensó en construir una base lunar y suplirla indefinidamente para realizar la caminata espacial.
Lo anterior fue descartado y el 16 de julio de hace 50 años Apolo 11 dejaba atrás la Tierra para llegar a nuestro satélite natural, llegando a la superficie de la Luna el 20 de julio y, al día siguiente, el astronauta Neil A. Amstrong fue el primer ser humano en poner el pie sobre la superficie lunar (un 21 de julio de 1969). Para muchos, esta era la gran victoria de la carrera espacial —aunque en término de innovación y desarrollo la URSS consiguió más triunfos que su contraparte— y más allá de la teoría de que el alunizaje es un montaje televisivo, este episodio influyó sobremanera en la cultura pop; para conmemorar los 50 años del primer alunizaje, revisamos algunos episodios influidos por el viaje a la Luna.
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David Bowie y Space Oddity
En 1968 un joven David Bowie descubrió que abrirse camino en el mundo de la música era difícil, pues su primer disco había dejado mucho que desear en ventas. Aprovechando la coyuntura de 1969, además de su amor por la película 2001: A Space Oddisey, el cantante decidió escribir su canción Space Oddity la cual fue grabada el 20 de junio en el estudio Trident, Londres y lanzada el 11 de julio de ese año, sólo nueve días antes del alunizaje del Apolo 11. Bowie esperaba que la canción fuera un éxito en EEUU por la fiebre espacial que se respiraba, pero la bienvenida a su sencillo no fue nada cálida.
El área 51, el lugar más secreto del mundo
Dentro del imaginario popular, la base de la fuerza aérea ubicada en Nevada, Estados Unidos, llamada área 51 es concebida como un lugar donde se mantienen cautivos tanto tecnología espacial como extraterrestres. En programas televisivos muy populares (Los Simpson, Los expedientes secretos X, Lilo y Stitch…), pasando por el mundo de los videojuegos (Call of Duty: Black Ops, Tomb Raider III…) y hasta en la industria musical (“Roswell 47q” de Hypocrisy o “Hangar 18” de Megadeth), el área 51 sigue siendo considerado el lugar donde se cubre la existencia de vida extraterrestre.
Si bien la base es un lugar real, la historia quizá no es tan emocionante. Creada en 1955 para probar tecnología militar secreta de Estados Unidos, este lugar sirvió para esconder el avión U-2, el cual fue pensado para espiar a los soviéticos durante la Guerra Fría. Así comenzaron los avistamientos de estos artefactos y cómo el gobierno buscaba la mayor secrecía, el mito de que ahí se guardaban ovnis se fortaleció.
Star Wars (La guerra de las galaxias) y el cine interestelar
La guerra de las galaxias no sólo fue otro nombre que recibió la Iniciativa de Defensa Estratégica del 40° presidente estadounidense Ronald Reagan (una defensa anti-misiles rusos desde el espacio), sino es una de las franquicias más exitosas del mundo cinematográfico. La historia de la familia Skywalker en una galaxia muy, muy lejana donde un imperio intergaláctico es habitado por clones, jedis geonosianos, entre otros, tuvo un gran recibimiento y así, más allá de la primera cinta de 1997 Star Wars: episodio IV—Una nueva esperanza dejó de ser una trilogía para dar pasó a una trilogía de secuelas y precuelas.
Desde 2012, The Walt Disney Company produce y distribuye las películas. En su haber, además de mercancía oficial (sables de luz, playeras y toda clase de coleccionables), se encuentran videojuegos (Lego Star Wars, Star Wars Battle Front..), historietas y novelas (Una nueva esperanza fue novelizado en 1976 y Marvel Comics tuvo los comics de Star Wars de 1977 a 1986). El tema musical de la marcha imperial es un clásico de la cultura pop y se ve que tendremos entretenimiento intergaláctico para rato. Además ¿quién no ha imaginado emplear la fuerza en caso de una invasión extraterrestre no tan amigable, como la de los xenomorfos? Mientras eso pasa, que la fuerza los acompañe en sus actividades diarias.
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Foto portada: www.davidreneke.com
