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¿Por qué leer ‘Niebla’ de Miguel de Unamuno?

El autor es la parte primordial del texto. Para que una obra exista debe de tener un autor, que es la entidad física y ficcional que lo ha elaborado; tiene que existir una comunión entre el letras, autor y lector.

En la novela ‘Niebla’ de Miguel de Unamuno, ocurre un doble juego por parte del escritor-creador.

El autor crea a sus personajes en un determinado contexto y con ciertas características, esto lo advertimos por las casas, la de Augusto y la de Margarita, el casino y las calles.

Los personajes están delimitados por las características que Unamuno les otorgó, personalidades múltiples y diferentes, pero ¿qué pasaría si el autor ficcional es consciente, tanto así como para involucrase dentro de su misma obra e incluso hacer dudar al personaje principal acerca de su existencia, provocada por la falla de otros dos personajes? 

¿Qué pasaría si el mismo Unamuno tuviese un lugar en la ficción, entrometiéndose de vez en vez en las acciones del pobre Augusto?

Unamuno dota a sus personajes de pensamientos, de sentimientos, de críticas de razonamientos y con estas características que se permean como buenas, también los forja de miedos, de dudas, de llantos, crea personajes sensibles que se quebrantan (Augusto), que mienten, que traicionan (Eugenia y Mauricio) , así los personajes se mueven dentro del contexto ficticio elaborado por su creador, así mismo se dibuja como  personaje, el Unamuno ficcional es el que tiene un diálogo para con el lector:

“Mientras Augusto y Víctor sostenían esta conversación nivolesca, yo, el autor de esta nivola, que tienes, lector, en la mano y estás leyendo, me sonreía enigmáticamente al ver que mis nivolescos personajes estaban abogando por mí y justificando mis procedimientos, y me decía a mí mismo: «¡Cuán lejos estarán estos infelices de pensar que no están haciendo otra cosa que tratar de justificar lo que yo estoy haciendo con ellos! Así cuando uno busca razones para justificarse no hace en rigor otra cosa que justificar a Dios. Y yo soy el Dios de estos dos pobres diablos nivolescos.»”

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Unamuno logra violentar las reglas ficcionales que existen dentro de la creación literaria acerca de la distancia que debe de mantener el autor para con sus personajes, dotarlos de vida dentro de otro plano, permitir que sean personajes e incluso hombres nuevos en otro plano del ser, deja que sus personajes se desarrollen bajo su propia mano y logra involucrarse como personaje-autor, influyendo en la existencia del propio Augusto.

Los personajes mantienen un diálogo continuo que deviene en la escritura misma, el diálogo les permite hablar, les permite ser, y al hacerlo existen en su propio mundo, con su propio lenguaje, incluso con sus propias normas “literarias” producto de la creación misma de Unamuno, persona real/ autor, el juego que mantiene en toda la novela es dar pequeñas pautas al lector para que el descubra en qué posición está Unamuno personaje, que de la misma manera se desenvuelve en la creación misma.

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Augusto y Víctor mantienen una conversación pro-creadora acerca de cómo inventar o iniciar a escribir una novela, o como lo llamara después Víctor: una nivola, también de manera consciente.

Augusto a pesar de tener un fuerte sentimiento ante su existencia y el saber si es o no es, busca a Unamuno y le pregunta, pero ante la respuesta que este le proporciona Augusto no queda demasiado contento y es fiel a su misma posición, ideológica, sentimental y de carácter ante la respuesta que le ha otorgado su autor.

“—Mire usted bien, don Miguel… no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice.
—Y ¿qué es lo contrario? —le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.
—No sea, mi querido don Miguel —añadió—, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto… No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo…
—¡Eso más faltaba! —exclamé algo molesto.

Bajtin menciona lo siguiente: El personaje como persona hubiese podido estar junto al autor, como compañero del acontecer vital, o en contra del autor, como su enemigo, o, finalmente, como el mismo.

Unamuno autor-personaje existe en el mundo de la ficción igual que Augusto, se permean y existen dentro de un mismo plano, Augusto lo cuestiona porque está en su mundo, Augusto pertenece a ese otro plano producto de la creación, a su vez Bajtin menciona que el personaje podría estar en el mismo plano con el autor, en su acontecer vital, en este caso es al revés, Unamuno existe como persona, como autor y personaje:

“Lo crea como un nuevo hombre dentro de un nuevo plano del ser, en el cual el personaje no puede ser para sí, por su propio deseo; le da una nueva realidad que para el mismo no es esencial o no existe.”

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Miguel de Unamuno

La existencia del propio Augusto se permea en los ojos de los demás personajes, que forjan a su vez su propio entorno:

«—¡No los cierres, Rosario, no los cierres, por Dios! Ábrelos. Así, así, cada vez más.
Déjame que me vea en ellos, tan chiquitito…

Y al verse a sí mismo en aquellos ojos como en un espejo vivo, sintió que la primera exaltación se le iba templando.

—Déjame que me vea en ellos como en un espejo, que me vea tan chiquitito… Sólo así llegaré a conocerme… viéndome en ojos de mujer…”

Y no precisamente en ojos de mujer, sino en algo más genérico: en ojos de otro, para saber que la existencia misma se plasma en el reflejo del otro, para saber si Augusto existe y no es un ente manipulado por creación de un ser “omnipresente” que lo lleva de la mano a sentir tan intensamente y futuramente a cuestionar su existencia misma.

El juego del autor es doble y el de la literatura también, el arte tiene la funcionalidad de actuar como catártico y terapéutico, lo que se categorizaría como un cliché, a lo que Unamuno se burla de ello y manifiesta en palabras de Víctor que en realidad no tiene ninguna función más que la de divertir a sus lectores.

Augusto pone en tela de juicio la existencia de Unamuno y por lo tanto del mundo entero, para posteriormente dudar de su existencia misma; al principio quiere quitarse la vida (no puede, porque Unamuno le menciona que no está ni vivo ni muerto, que solo es producto de sus fantasías), entonces Augusto después de mantener una conversación-pelea con su autor-personaje, parte de Salamanca a su casa, repitiéndose una y otra vez que no existe, primero duda de la existencia de su autor para después pensar y analizar en todo lo que le dijo Don Miguel y darse cuenta que no existe, lamentarse y abastecerse de comida hasta morir.

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Augusto plantea que es una idea, y que por lo tanto existe, primero en la mente se su autor como consciencia, después en la de los lectores que se encargaran de darle vida por medio de la lectura y el conocimiento que van generando acerca de él, también Augusto existe gracias a los demás personajes y su entorno. 

Niebla es una novela que te atrapará de principio a fin, Unamuno forma parte primordial de la construcción estética del plano ficcional y mantiene un diálogo con su personaje principal que es Augusto, la construcción narrativa da pauta para que el lector se sienta identificado con la existencia misma.