Derrocamiento de la dictadura
De 1876 a 1911 Porfirio Díaz se apoderó ferozmente de la silla presidencial por más de tres décadas, en las cuales, el país atravesó altibajos respecto a la inamovilidad de los círculos cercanos al poder: la nula democracia y el atropello de los derechos ciudadanos, desencadenando inconformidades en pueblo empobrecido.
Es cierto que durante este periodo el suelo mexicano alcanzó los mejores niveles en cuanto al poder y desarrollo económico de la historia, proliferando el sector industrial, comercio externo e interno, sin embargo, las ganancias recayeron en manos extranjeras y una élite social cerrada producto de una burguesía decimonónica.
El pueblo en su totalidad marginado, analfabeta, y con deplorables condiciones de trabajo en el ámbito minero, agrario y obrero aunado a la desigualdad y pobreza vivían las penurias de una riqueza injustamente desigual.
En este tenor surgió la necesidad de derrocar el anquilosado sistema porfirista, a la falta de democracia y el incremento de represión y violencia con el cual era acallado cualquier suspiro de oposición, fue imprescindible la creación de un movimiento armado, denominado Revolución mexicana.
Este capítulo nacional es fundamental para comprender nuestra identidad como mexicanos y analizar a la nación como sujeto histórico; todo comenzó con el llamado del “apóstol de la democracia” Francisco I. Madero a levantarse en armas en su Plan de San Luis, elaborado desde el exilio en Texas.
Así, se edificó uno de los mitos fundacionales más conocidos e importantes de México, reunió héroes y villanos, figuras que prontamente se convirtieron en leyendas por el halo de mitificación en torno a sus personas.
Uno de los protagonistas más polémicos y conocidos a nivel mundial, considerado bandolero, delincuente, saqueador, insigne, valeroso, y fuerte, así de maniquea es la visión que se tiene del “Centauro del Norte”, José Doroteo Arango Arámbula alias “Pancho Villa” (1878-1928).
Quien en una emboscada en Hidalgo del Parral Chihuahua fue asesinado el 20 de julio de 1923, a 97 años de este crimen Crea Cuervos, recuerda al líder de la División del Norte, al único revolucionario que se atrevió a invadir EE.UU y un excelente estratega.
La dualidad de Villa, entre lo oscuro y lo correcto
José Doroteo Arango Arámbula, hijo de un seno familiar campesino, de San Juan del Río, Durango, nace a postrimerías del siglo XIX, (1878), viviendo en carne propia la pobreza y desigualdad de un país en manos de una dictadura.
Al fallecer su padre, Agustín Arango, tuvo que cuidar de su madre y cuatro hermanos, dos mujeres y dos hombres.
El mito tras el nombre de Francisco Villa.
Hay versiones en torno al seudónimo con el que se le conocía a Doroteo, Francisco Villa; uno de los más conocidos, según la leyenda, reza de la siguiente manera: una de sus hermanas fue víctima de abuso sexual, por lo cual Arango tomó venganza matando al hombre causa del deshonor de su familia; perseguido por las autoridades cambia de nombre por el de Francisco Villa, apellido de su abuelo paterno (si él hubiera reconocido a Agustín, padre de José) con el cual cobró importante fama durante sus acciones bélicas dentro del movimiento armado.
¡Un revolucionario!
La actividad dentro del embate de 1910, empezó para Villa a partir de la convocatoria de Francisco I. Madero en el Plan de San Luis, redactado durante su exilio en El Paso, Texas, quien encabezó la lucha contra la dictadura los primeros años de la Revolución.
Apoyó al presidente Madero, a su asesinato se adhirió a las filas de Carranza con el objetivo de exterminar con el desleal General Victoriano Huerta, quien fue derrotado en 1914.
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A la negativa del General Álvaro Obregón, de ideología carrancista, que cortó el paso a Villistas y Zapatistas la entrada a la Ciudad de México, esta acción detonó la idea de trabajo en conjunto entre el “Caudillo Suriano «y el “Centauro del Norte”.
Así, dos legendarios personajes, lo más populares del movimiento armado configuraron parte fundamental de la revolución, creando en torno de ambas figuras un halo de misticismo, que construyó una leyenda al asesinato de ambos.
Villa fue el único que se atrevió a atacar tierras norteamericanas de Nuevo México.
Asesinado brutalmente mientras conducía su automóvil, el 20 de julio de 1923, dicho crimen se les atribuyó a sus máximos enemigos: el presidente Álvaro Obregón y al General Plutarco Elías Calles.
Villa y el imaginario colectivo
Debido al mito que se configuró a partir del asesinato de Villa, bastante fueron las manifestaciones artísticas (música, cine, fotografía, literatura e incluso obras de teatro) dieron vida a las hazañas de guerra encarnadas en el “Robin Hood Mexicano”.
Películas donde se puede encontrar a Doroteo Arango como personaje principal:
- Revolución (Miguel Contreras Torres, 1932)
- El tesoro de Pancho Villa (Arcady Boytler, 1935)
- ¡Vámonos con Pancho Villa! (Fernando de Fuentes, 1936)
- Con los Dorados de Pancho Villa (Raúl de Anda, 1939)
- La justicia de Pancho Villa (Guillermo Calles, 1940)
- Así era Pancho Villa (Ismael Rodríguez, 1957)
- El secreto de Pancho Villa (Rafael Baledón, 1957)
- Un dorado de Pancho Villa (Emilio Fernández, 1967)
- Caballo prieto azabache (La tumba de Villa) (René Cardona, 1968)
- La muerte de Pancho Villa (Mario Hernández, 1974)
- Los rollos perdidos de Pancho Villa (Gregorio Rocha, 2003)