Wislawa Szymborska es una poeta, periodista y traductora polaca, que en 1996 fue merecedora del Premio Nobel de Literatura. Su juventud se vio marcada por la ocupación alemana en Polonia y la Segunda Guerra Mundial, por lo cual sus poemas no sólo remiten a estos acontecimientos, sino a la propia intensidad y pasión de la vida que ella vivió.
Resulta incuestionable que la poesía, al igual que cualquier texto literario, puede ser comprendida y estudiada desde su fondo y su forma, pero no debe entenderse a estos elementos como una unidad indisociable dentro de la misma. En las letras de Wislawa Szymborska no hay una clara pretensión en cuanto a la forma poética, pero aún así seleccionó las palabras precisas que se van entrelazando para formar versos con gran intensidad e ironía.
Wislawa Szymborska es una poeta, periodista y traductora polaca, que en 1996 fue merecedora del Premio Nobel de Literatura. Su juventud se vio marcada por la ocupación alemana en Polonia y la Segunda Guerra Mundial, por lo cual sus poemas no sólo remiten a estos acontecimientos, sino a la propia intensidad y pasión de la vida que ella vivió. En su discurso al recibir el galardón de literatura, esta poeta refiere que el oficio de los poetas no surge de una institución o papel que lo avale, sino de la constante repetición del ‘no sé’; del entendimiento de la inmensidad de lo que nos rodea, y por lo mismo de la imposibilidad de comprenderlo todo.
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“En el habla cotidiana, la cual no recapacita sobre cada palabra, usamos expresiones como «la vida común», «los acontecimientos comunes»… Sin embargo, en la lengua de la poesía, donde se pesa cada palabra, ya nada es común. Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda. Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo”.
Una abundancia de poemarios conforman la obra literaria de esta escritora, entre estos están Apelación del Yeti (1957), Sal (1962), Cien consuelos (1967), Gran número (1976), En el puente (1986), De la muerte sin exagerar (1996), entre otros. Resulta conveniente mencionar que la labor de traducción ha sido compleja, pero que es mediante esta que sus letras recorren diversas latitudes.
Al hablar de Wislawa Szymborska se suele mencionar que usa un léxico común, que evita el uso de metáforas y que crea versos cortos. Sin duda esto es cierto -lo cual no demerita su calidad literaria-, pero es innegable que en pocas líneas condensa temas, situaciones, pensamientos, emociones o críticas complejas; acompañada de un tinte humorístico e irónico, mediante el cual reflexiona sobre su acontecer.
Nada dos veces
Nada ocurre dos veces
y nunca ocurrirá.
Nacimos sin experiencia,
moriremos sin rutina.Aunque fuéramos los alumnos
más torpes en la escuela del mundo,
nunca más repasaremos
ningún verano o invierno.Ningún día se repite,
no hay dos noches iguales,
dos besos que dieran lo mismo,
dos miradas en los mismos ojos.Ayer alguien pronunciaba
tu nombre en mi presencia,
como si de repente cayera
una rosa por la ventana abierta.Hoy, cuando estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Es flor? ¿O tal vez piedra?¿Y por qué tú, mala hora,
te enredas en un miedo inútil?
Eres, pues estás pasando,
pasarás —es bello esto.Sonrientes, abrazados,
intentemos encontrarnos,
aunque seamos distintos
como dos gotas de agua.
El instante, la excepcionalidad de los hechos, la singularidad de lo que nos rodea, el desvanecimiento de lo que pronunciamos y la espontaneidad de la vida son temas frecuentes no sólo en este poema, sino en la poesía de la escritora polaca, para quien la poesía implicaba cuestionamiento, revelación y asombro ante la inmensidad del mundo que nos rodea, por lo cual nada ocurre dos veces.
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Foto portada: fuente/elartefacto.net