Comediante, director, músico, dramaturgo, nostálgico, son solo algunas palabras para describir a Allan Stewart Konigsberg, mejor conocido por todos como: Woody Allen.
Nacido el 1 de diciembre de 1935, y con una larga trayectoria profesional Allen suma ya 60 años de carrera y en su alijo se encuentran más de 45 películas.
Woody Allen comediante y satírico de la vida, empieza su carrera escribiendo comedia en la década de los 50. La peculiaridad de Allen estaba en sus monólogos, en los cuales, desde su joven edad, dejaba ver su crítica a la sociedad contemporánea y a las costumbres sociales.
Intelectual, necio, y algo neurótico. Distintivos en sus personajes constantemente.
Sea cual sea la película que elijamos ver de Allen, podremos encontrar estos rasgos característicos y deleitarnos con una banda sonora y un guion que, si bien, no sacan en nosotros una sonrisa, si lograran que pensemos:
“Si los seres humanos tuviésemos dos cerebros, seguro que haríamos el doble de tonterías”
Nostalgia y la edad de oro
En muchas de sus películas Woody Allen muestra en sus personajes la nostalgia por épocas antiguas, por elementos pasados de la representación del mundo.
Su critica va dirigida a la realidad, acentuada en la necesidad del ser humano por racionalizar la vida; posiblemente, hasta el extremo de lo absurdo.
“Odio la realidad, pero es el único sitio donde se puede comer un buen filete”
El contraste que Allen representa en sus películas entre lo racional y lo absurdo es cómico, puesto que, el uno depende del otro, este contraste puede apreciarse en los protagonistas de películas como Medianoche en París (2011) y Magia a la luz de la luna (2014).
Por más extenuante que sea nuestro esfuerzo por crear explicaciones de la realidad, estas nos exceden, procedentes de nuestro propio razonamiento, justificando nuestros dolores y sufrimientos. A veces lo absurdo sirve para ordenar mejor la realidad que la racionalidad.
“¿Cree en Dios? –No puedo ni dar el salto de fe de creer en mi propia existencia” (Sombras y niebla, 1991).
En resumen, esta fiebre de la edad de oro, esta nostalgia que profesan algunos de sus personajes es un señalamiento a lo absurdo de lo cotidiano y como es que, el artista, el escritor, el nostálgico (neurótico) no deja de ver, en lo que ya no es, una época mejor que la suya. Si existe una forma de hacer cara a la realidad es con el arte, con la comedia.
“El sol es malo para ti. Todo lo que nuestros padres dijeron que era bueno es malo. El sol, la leche, la carne roja, la universidad…” (Annie Hall, 1977).
La presencia del psicoanálisis en sus películas
Algo muy presente en la obra de Woody Allen es el psicoanálisis. No ajeno a su vida personal, el psicoanálisis se ha vuelto un característico tema, aun en pequeñas menciones a lo largo de sus películas.
Desde el diván, Allen ha puesto en sus películas referencias, personajes, y espacios al psicoanálisis. La pregunta es ¿Por qué?
“Mi psicoanalista me advirtió de tu bisexualidad, pero eras tan guapa que cambié de psicoanalista” (Stardust Memories, 1980).
“¿Envidia de pene? Soy uno de los pocos hombres que sufren de eso” (Annie Hall, 1977).
El psicoanálisis plantea al sujeto una re-interpretación de los significados de su vida cotidiana, atrae mediante la palabra la posibilidad de transformación.
Quizá la pretensión de Allen no radica; sino, de nueva cuenta, en remarcar lo necesario de añadir a la realidad del hombre un significado nuevo, un reordenamiento. La respuesta es difusa, pero, no deja de resonar en su obra.
“No he visto a mi psicoanalista en 200 años. Era un freudiano estricto y si le hubiese visto en todo este tiempo ahora estaría casi curado”
En la obra de Woody Allen, lo cómico esta en la critica efectuada a nuestra banalidad y pretensión de control, en donde parece que las personas aspiran a una vida de ficción y luego la ficción pretende con febril ímpetu alcanzar la vida real.
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Ya sea a través de sus monólogos, en sus películas o, en su pasión por la música, Woody Allen nos invita a reírnos un poco de lo absurdo de nuestra búsqueda del sentido en las cosas. La invitación de Allen por reírnos de la vida, es, a su vez, una invitación a vivir.
“¿Sabes cuál es mi filosofía? Que es importante pasarlo bien, pero también hay que sufrir un poco, porque, de lo contrario, no captas el sentido de la vida.”