El 22 de julio es un día bastante particular, pues se conmemoran varios acontecimientos que me han obligado —otra vez— a posponer un poco el especial de información y nuevas tecnologías. A lo anterior se suma una coyuntura complicada, pues en fechas recientes la comedia mexicana ha dado mucho de que hablar, ya que los máximos exponentes del humor mexicano, es decir, aquellos que tenían y tienen cabida en los espacios de comunicación y entretenimiento cisheterosexuales, consideran a su trabajo no como una reproducción de estereotipos que refuerzan la perpetuación de la violencia hacia lo que no se encuentra en la cúpula (o sótanos, dirían algunos) del poder, sino como un homenaje (la audacia, ¿verdad Eugenio?).
Y es que por más que existan grupos que intenten minimizar las consecuencias de la reproducción del discursos de odio y xenófobos, lo cierto es que encontramos ejemplos horribles de los peligros de hacerlo. Hace poco traíamos a colación los inicios del genocidio en Ruanda, con énfais la libertad de expresión frente al discurso de odio. En esta misma línea encontramos uno de los eventos que recordamos el 22 de julio: los ataques terroristas cometidos por Anders Behring Breivik en Oslo, Noruega, y por supuesto, en la isla de Utøya. Obviamente ambos casos tienen marcadas diferencias y objetivos, pero el móvil es el mismo: el discurso de odio como promotor de la violencia.
Va a sonar a perogrullada —e insistiendo en que existe un océano de proporción guardada— en ocasiones las líneas se desdibujan y bajo administraciones autoritarias las representaciones estigmatizantes devienen en persecución política. Para quienes sigan escépticos sólo basta con que rastreen lo que sucede contra la comunidad sexodiversa en la tristemente celebre República de Chechenia, o simplemente ver el documental, ‘Welcome to Chechnya’ de David France (disponible en HBO), en donde se ve cómo se caza, tortura y asesina a las personas LGBTTTIQA+ y gran parte de la población chechena —que ha consumido por mucho tiempo propaganda anti-LGBT+ proveniente de Rusia— lo ve de lo más normal.
O podemos movernos un poco más y nos topamos con las zonas libres de personas LGBT+ en Polonia. Entonces surge la duda, ¿es sólo comedia mexicana y la generación de cristal/generación mazapán (ok, boomer) junto con la dictadura de lo políticamente correcto quieren cancelar todo? ¿Realmente ya no se puede hacer chistes de nada y estamos ante el surgimiento de un Nuevo Orden Mundial (N.O.M.) donde se implementará la ideología de género (la audacia de la heterosexualidad para decir eso cuando la única ideología de género que vemos sale de la heteronormatividad)?
Si bien me encantaría poder abordar los tres temas —la comedia mexicana como homenaje de los grupos minoritarios, los atentados del 22 de julio de Noruega y el exterminio para nada silencioso que se hace contra la comunidad sexodiversa en Europa— lo cierto es que los caracteres, pero sobre todo la maestría para hilar tres líneas argumentales me rebasa. Por ello, únicamente nos centraremos aquí en lanzar algunas reflexiones alrededor de la comedia mexicana con énfasis en la sexodiversidad, pero por supuesto, si alguno de los dos temas que enunciamos es de tu interés, háznoslo saber en los comentarios y siempre podemos abordarlo la siguiente semana. Ahora sí, sin más preámbulos: ¡comenzamos!
Es un homenaje: ¡no!
El documental ‘Mucho mucho amor: la leyenda de Walter Mercado’ se estrenó en Netflix el 8 de julio y la verdad poco tiempo después su lanzamiento se vio empañado por la controversia, pues el comediante mexicano Eugenio Derbez (¿a quién le pareció buena idea invitarlo al documental de una de las personas que ridiculizó?) aparece en la obra y señala que el personaje de Julio Esteban —inspirado en la figura de Walter Mercado— es un homenaje al astrólogo.
Naturalmente las críticas no se hicieron esperar, pero más de uno salió a la defensa del comediante —así como lo hacen con las refresqueras cuando todos sabemos los daños que causan a la salud— porque ya Derbez no hace ese personaje y esta idea de calificar bajo los preceptos actuales comedia de hace tiempo “es incorrecta”. Bueno, pues comencemos a desmentir la sarta de tonterías que los negacionistas de derechos consideran como argumento para justificar este tipo de homenaje/comedia.
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- Lleva años sin hacer el personaje. Es cierto, además si se quiere podemos decir que Derbez es orgullo nacional porque está triunfando en un mercado extranjero y nos dio un reality al mero estilo de la familia Kardashian. Y no, no es que revisitemos el pasado, pero en el momento en que el comediante quiso hacer pasar su estigmatizante personaje como un homenaje en pleno 2020 abrió la puerta para la discusión y por supuesto, para hacerle ver que lejos de un homenaje lo que hizo es una burla.
- Arremeten nada más contra Derbez, pero así era la comedia en ese entonces. Correcto, encontramos a personajes como ‘Agapito’ de ‘Cero en Conducta’, creado por Jorge Ortiz de Pinedo, así como a Carmelo y Paul —interpretados por Adrián Uribe y Gustavo Munguía—, en ‘La Hora Pico’. Sin embargo, la cuestión de la comedia en México es bastante particular e incluso partiendo de la idea de que la comedia es cultural (existen cursos de posgrado en las universidades anglosajonas sobre el particular), lo cierto es que esta expresión de entretenimiento evoluciona y poco a poco se abandonan las prácticas consideradas como ofensivas o discriminatorias para la población (el blackface en el universo anglosajón). Y si bien ya pasó mucho tiempo, lo cierto es que seguimos viendo representaciones estigmatizantes de la homosexualidad en la comedia mexicana (desde rematar con puto, pasando por la expresión mujeres con sorpresa y un larguísimo etcétera) que normalizan ante la heteronorma a la comunidad LGBT+ como un chiste.
- Es sólo un personaje, no lástima a nadie, ustedes se ofenden de todo. Mi favorita, porque permite adentrarnos en la importancia de la representación. Por años los heterosexuales han perpetuado que el homosexual es un chiste, un accesorio, cuya existencia se resume a entretener a sus amigos “normales”. Estos discursos validan todo tipo de violencias contra las personas heterodisidentes: desde burlas, apodos, intimidación, golpes, y por supuesto, asesinato. En la columna de cierre del especial del Orgullo abordamos los retos de la sexodiversidad en México, y más de uno se sorprendió con el alto número de crímenes de odio contra la comunidad LGBT+; sin embargo, la línea que separa a la violencia simbólica de la física es muy delgada y las representaciones negativas de la sexodiversidad sólo favorecen a la perpetuación de estas y otras formas de violencia.
- Se quejan de esa representación cómica pero sus ídolos, también de la comunidad, son igual de exagerados, estrafalarios… Esto por el meme que circuló donde se equiparó a Julio Esteban con Pepe y Teo. ¡Cuidado! El primero es un personaje creado con el afán de burlarse del homosexual (el diferente, el otro), pensado y ejecutado por un hombre cisheterosexual —Derbez— que fuera del papel puede hacer su vida sin el temor a que lo golpeen o lo maten en la calle por su expresión de género (la forma en la que camina, por cómo habla y se viste…), mientras que para Pepe y Teo no son una ficción. Ellos están siendo —al igual que todas las personas LGBT+— quienes son y por ello siguen sufriendo de discriminación y todo tipo de violencias: los pueden correr de su casa, despedir, humillar… No se confundan.
- Yo no sufrí de violencia o malas experiencias por estos personajes y soy parte de la sexodiversidad. ¡Qué bueno! Nos alegramos mucho de lo afortunadx que fuiste. Sin embargo, tu experiencia no representa a la de toda la comunidad LGBT+ en México y lo cierto es que basta un rápido vistazo a los comentarios para darse cuenta del maltrato durante la infancia y la adolescencia que se llevaron miles de personas por esas representaciones: desde que sus compañeros de clase los llamarán por el nombre de alguno de los personajes —Julio Esteban, Agapito, Paul, Carmelo— hasta tener que escuchar a su familia burlarse de esos put*s y eliminar una parte de ellos durante largo rato.
- Deberían ir a terapia, el mundo es así, a todos nos violentaron de pequeños. Es una pena, es cierto que en alguna parte de nuestra vida conocemos la violencia. Sin embargo, a diferencia de la violencia ejercida por la comunidad LGBT+, lo cierto es que para el caso de las personas heterosexuales las violencias vienen de otros heterosexuales y no son por ser quienes son. De igual forma, que tu hayas sufrido de violencia no invisibiliza las violencias y experiencias a las que estamos sometidos los demás. Tú también puedes organizarte para luchar y resistir contra lo que te oprime, y de paso tal vez te des cuenta de las dinámicas y estructuras de opresión en las que estás del otro lado.
- Generación de cristal, ya no se puede hacer comedia de nada. Perpetuar discursos e imaginarios que segregan/excluyen/estigmatizan no es comedia, especialmente si es contra de grupos minoritarios. Seguiremos señalando estás prácticas hasta que desaparezcan. No vamos a normalizar ni interiorizar la violencia.
Y se podría seguir al infinito con la lista pero una vez más la economía del espacio me invita a parar. A manera de colofón otros comediantes mexicanos que también han incurrido en comedia discriminatoria (especialmente clasista) son los primeros que salieron a defender a Kayne West y a señalar que los memes sobre el tema son de mal gusto; entre ellos alguien que hizo un “chiste” de pedofilia (de verdad se atrevió). Pero para que no digan que nada más aquí se arremete contra los comediantes, tomemos otro ejemplo: el de las refresqueras quejándose por que el subsecretario López-Gatell las estigmatiza. Salieron miles de personas ofendidas a decir que están estigmatizando a los refrescos, como si estas bebidas-objetos tuvieran una dignidad —superior al derecho a la salud, además— a la que hay que defender. Tal vez si la comunidad LGBT+ fuera un refresco más personas se indignarían por estas representaciones.