Quizá no es tan popular como otras de las fechas para la comunidad sexodiversa, pero desde 2015 en España se ha promovido que el primero de abril se considere como el Día Internacional del Libro de Temática LGBTI —aunque aún existe una controversia, pues un grupo de personas propone que la conmemoración se haga el sexto día del mismo mes—. Empero, el 1° de abril es más que perfecto, pues en este día nació el poeta alicantino Juan Gil-Albert, uno de los principales promotores de la literatura LGBTTTIQA y que propulsó en la España postfranquista la diversidad en las letras.
Como nota al pie, cabe resaltar que sólo un día antes —31 de marzo—, se conmemora el Día de la Visibilidad Trans, tema que no abordamos en esta ocasión para reservarlo en el especial del Mes del Orgullo de este año (presentaremos un texto interesante de artistas trans, amén de abordar con detalle los crímenes de odio contra la comunidad trans en el país). No obstante, en esta ocasión te presentamos algunas obras gay, cuya importancia en ocasiones no es apreciada lo suficiente, en aras de recordar que lo que no aparece en los productos culturales prácticamente no existe para el grueso de la población, cuestión que también abordaremos durante el Mes del Orgullo.
La selección de los libros, además de arbitraria, se concentra más en esta ocasión en promover obras pensadas para el público adolescente, quien podrá crecer con referentes con los que pueden identificarse. Sin más demora, comenzamos.
¿Y si fuéramos nosotros? (2018), de Adam Silvera y Becky Albertalli
Para quien está interesado en la literatura gay, Adam Silvera es un nombre que no necesita presentación. El autor, abiertamente homosexual, llamó la atención de los medios pronto, pues sus novelas se convertían rápidamente en best seller: Recuerdo Aquella Vez (2015) y Solo quedó nuestra historia (2017), probaron que existía un mercado importante en los jóvenes adolescentes gay que estaban ávidos de verse representados en la ficción.
Becky Abertalli también empezó su carrera de escritora el mismo año que Silvera. Si bien es una mujer cisheterosexual casada y con hijos, su debut en el mundo editorial tiene como protagonista a un adolescente gay. Y enamoró a tantos jóvenes alrededor del globo que terminó por realizarse una adaptación al cine de Yo, Simon, Homo Sapiens (2015), la cual se tituló Love, Simon (2018).
Con estos referentes el mundo esperaba con ansias el trabajo colaborativo entre ambos autores, el cual escribieron en tres semanas —de acuerdo con comentarios de ambos en Twitter—. En 2018 vio la luz ¿Y si fuéramos nosotros?, que tiene el estilo alegre de Albertalli y el drama tan característico de Silvera, y que sin lugar a duda se convertirá en un clásico de la novela rosa y la ficción y romance adolescentes.
La premisa: Arthur está en Nueva York durante un verano y allí conoce por una casualidad (¿o fue el destino?) a Ben. Cuando el primero se arma de valor para pedirle que salgan, nota que su interés amoroso no está por ningún lado y no tiene forma de contactarlo. Pero el destino —o el stalkeo— juega a su favor y logra encontrarlo e incluso concretar una cita. ¿Podrán llevar estos chicos a buen puerto su romance? Definitivamente uno de los trabajos mejor logrados de ambos autores.
Ernesto (1973), de Umberto Saba
Umberto Saba es uno de los máximos exponentes de la poesía italiana. Sus versos, calificados de extremadamente bellos, contrastan con los padecimientos que tuvo en vida. Durante la infancia estuvo al cuidado de una nana eslovena, pues sus padres estaban resolviendo algunas cuestiones —su padre se había convertido al judaísmo y había abandonado a su familia para casarse con la madre del futuro escritor—, y al tener que hacer su vida con su familia, comenzó a sufrir de traumas, los cuales son considerados por sus biógrafos como los detonantes de la neurosis en su adultez.
Esta no fue la única dificultad que tuvo que enfrentar en vida. Tras casarse con Carolina Wölfleer, publicó su primer libro de versos, Poesie (1910) y posteriormente fue enlistado para defender a su país en la Primera Guerra Mundial. A su regreso a Trieste, Italia, compró una librería que fue el punto de reunión de los intelectuales de la época —James Joyce, Italo Svevo y Eugenio Montale—. La felicidad no duró mucho pues con el fascismo en Italia, los judíos, como Saba, fueron perseguidos, por lo que tuvo que cambiar de residencia en más de una ocasión.
Empero, nunca abandonó la vocación de escritura e incursionó en la prosa. Ernesto es una novela inacabada, que por la correspondencia que mantenía con sus amigos y familia, se sabe que tiene tintes biográficos —en una carta dirigida a un amigo le dice que si lo visita en Trieste y el esta en mejor condición de salud, lo llevará a ver la casa de Ilio, personaje de su novela e interés amoroso de Ernesto—.
La novela, publicada póstumamente, narra los años de juventud de Ernesto y de cómo mantiene una relación secreta con uno de los jornaleros del almacén donde él lleva la contabilidad y la correspondencia. Así, este texto sirve para demostrar que la sexualidad no es algo monolítico, sino que fluye a lo largo del tiempo.
El vampiro de la colonia Roma (1979), de Luis Zapata
Es impensable hablar de literatura sexodiversa en México sin aludir a Luis Zapata. Su ya mítica y aún en circulación —a diferencia del grueso de sus obras— novela, El vampiro de la colonia Roma, es señalada como la obra clásica de la literatura homosexual mexicana. Cabe resaltar que el texto se publicó tras ganar el Premio Juan Grijalbo, poniendo así fin a los años de invisibilización y desprecio al arte no cisheterosexual.
Y es que vamos, desde el oficio del protagonista, Adonis García (trabajador sexual en la ahora Ciudad de México), hasta el manejo del lenguaje —ortografía y puntuación incluida—, la obra es sencillamente genial. Empero, su publicación no estuvo exenta de polémica y debido a que la homosexualidad era un tabú, la élite mexicana calificó a la novela de obscena y pornográfica.
Sin embargo, el tiempo puso las cosas en su lugar y en 2009, cuando se cumplieron 30 años de la publicación de esta obra, se celebraron diversos eventos para conmemorar el episodio, tanto en recintos gubernamentales (Bellas Artes), la academia (la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM) y espacios de promoción de lectura (XXX Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería). Si no la has leído, la coyuntura actual es el momento perfecto.
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