El survival horror ha sido uno de los géneros más abandonados en la industria de los videojuegos en los últimos años; de vez en cuando aparecen juegos de manera muy esporádica, y muy pocos han podido acercarse a lo que alguna vez le generó a los gamers títulos como Silent Hill o los primeros Resident Evil.
Pero en 2008 llegó Dead Space a revivir el género, apostando por el poco explorado terror espacial. A pesar de que el gameplay no era nada innovador al ser un shooter en tercera persona con cámara al hombro, estilo de juego que por cierto llegó a imponer el mítico Resident Evil 4, si que contaba con una ambientación y estilo bastante únicos.
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En Dead Space nos ponen en los zapatos de Isaac Clarke, un ingeniero especialista en naves que tiene como tarea atender la llamada de socorro de la nave Ishimura. Al llegar a la nave se encuentra con que la tripulación fue asesinada por grotescos humanoides a los que más tarde se les denomina como necromorfos.
A pesar de la naturaleza repleta de acción de cualquier shooter en tercera persona, Visceral Games supo hacer sentir a los jugadores lo suficientemente indefensos para que ni sus habilidades disparando fueran suficientes para evitar el terror que provocaba cada encuentro con los necromorfos.
Todo esto provocó que Dead Space fuera un éxito total en el mundo de los videojuegos, trayendo frescura a la industria, además de traer de vuelta uno de los géneros más queridos, por lo que la secuela no se hizo esperar demasiado. En 2011 salió a la venta Dead Space 2; los cambios en las mecánicas, ambientación e historia fueron mínimas, en Visceral Games siguieron al pie de la letra el viejo dicho de “si funciona, no lo arregles”.
Uno de los cambios más sorpresivos en la segunda entrega, sin embargo, fue que se le otorgó voz a Isaac, personalmente no me encantó esta decisión, pues el que fuera un personaje silencioso le agregaba un toque bastante único y provocaba que el sentimiento de desolación fuera aún mayor.
Pero la caída de la franquicia vino con la tercer entrega, la cual se veía y se jugaba como Dead Space, pero no era Dead Space. El juego intentaba ser un survival horror, pero por alguna extraña razón decidieron inclinar la balanza totalmente hacia la acción; algo muy parecido a lo que ocurrió con Resident Evil 5.
Y al igual que Resident Evil 5, Dead Space 3 cuenta con un modo cooperativo que a pesar de ser bastante bueno, quita toda la posibilidad de generar miedo en los jugadores. El juego arroja oleadas y oleadas de enemigos que en los dos juegos anteriores sin duda habrían sido aterradoras, pero en esta tercer entrega, la munición bastante abundante y el potente arsenal con el que cuentan Isaac y Carver, hacen de estos encuentros algo risible.
Dead Space 3 no fue un fracaso en ventas y la verdad es que tampoco es un mal juego, solo es un mal Dead Space; pero no generó las ganancias que EA, el publisher y a quien respondía Visceral Games esperaba. Posteriormente, Visceral Games trabajó en Battlefield Hardline, el cual fue un juego mediocre en todos los aspectos, y que probablemente los fans de la saga ya ni siquiera recuerdan, por lo que EA optó por cerrar la desarrolladora y por lo tanto la posibilidad de una nueva entrega de Dead Space.