Seguramente te ha pasado que al salir del cine escuchas a alguien decir que la película fue un Churro o tal vez tú mismo has usado esa palabra para referirte a una película chafa, de baja calidad o sin sentido. Éste término se ha utilizado desde hace mucho tiempo tanto por los espectadores promedio como los críticos profesionales y tiene el mismo propósito: calificar como mala a una película. Pero ¿Te has preguntado por qué se usa esta palabra? O ¿Qué tiene que ver una película mala con un delicioso postre popularizado en México?
Ésta comparación surge en México cuando el país pasaba por su época de mayor producción de películas en su historia a finales de la segunda guerra mundial. Con el propósito de seguir haciendo la misma cantidad de filmes, el gobierno mexicano apoyó fielmente la producción de éstas. Sin embargo, con la finalidad de exprimir cada centavo de éste presupuesto se dejó de lado la calidad y se prestó más atención en la cantidad de filmes que podían estrenar para así poder vender más, logrando así una producción en serie de películas.
Un género que agradó bastante a la gente durante este periodo fue el cine de luchadores y que en lo personal aun disfruto. Si analizamos los elementos que tienen éstas películas, encontraremos un revoltijo de todo: Acción, ciencia ficción, cine negro, detectives, agentes secretos, conspiraciones, superhéroes, terror, romance, comedia, música, gore, etc.
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¿Qué tiene que ver esto con los churros? Analicemos la forma de hacer un churro. Se necesitan ingredientes básicos como lo son; harina, huevos, leche, azúcar, sal, etc. Éstos pueden ser de buena o baja calidad, dependiendo de la inversión. Todo esto se mezcla hasta hacer una masa homogénea que se introduce en una máquina. La masa se comprime dentro de ésta y sale por otro lado en forma de tira. Ésta tira simplemente se va cortando en pedazos y se hornean o se fríen en aceite para posteriormente ser endulzadas con azúcar y canela. Se ponen en una bandeja y están listas para vender recién salidas. No importa la hora del día, el lugar o la clase a la que uno pertenezca, siempre se antoja un buen churro. Para los cocineros, esto era de gran importancia pues los churros siempre se iban a vender.
Ahora, comparemos la manera de hacer cine en esos entonces con la manera de hacer un buen churro. Cabe mencionar que a falta de creatividad y con el fin de que el negocio cinematográfico fuera redituable, buscaban darle a la gente los que ellos esperaban ver para así poder vender más aunque quedara una película hecha de chile, mole y pozole. Partamos de ahí.
Los ingredientes para la masa son los elementos que más vendían, por ejemplo: la harina podría ser una mujer exuberante; los huevos podrían ser unos actores simpáticos; la leche podría ser una escena de trancazos y acción; el azúcar podía ser un número musical, una escena de baile, etc; la sal era un personaje cómico; el aceite tal vez sería un villano monstruoso para añadirle un poco de terror a la trama. Todo esto se amasaba y mezclaba por un cocinero o en el caso de las películas un productor o escritor. Como él era quien decidía que incluir en su receta, los elementos podían cambiar a su conveniencia, tal vez en lugar de una mujer exuberante se ponía a un ídolo del momento como Pedrito Fernández, en lugar de la escena de baile se añadía un desnudo gratuito o un duelo de pistolas estilo Western. En vez del galán se añadía un luchador de la arena México, que aparte era un agente secreto y tenía un laboratorio secreto. El villano monstruoso podía ser Drácula, el hombre lobo, una muñeca que movía los ojos o se podía cambiar por un científico loco con acento ruso, o inclusive un villano galán como Hugo Stiglitz.
Ésta masa se metía a la máquina o más bien se le entregaba a los editores del filme que simplemente cortaban y preparaban el resultado de ésta mezcolanza de ingredientes. Los endulzaban con buena publicidad y un precio accesible para enseguida venderlos al público como pan caliente. Si el churro era de buen sabor o no, no importaba pues en el horno ya tenían lista otra producción. Cabe aclarar que no todos los churros son malos, hay unos bastantes disfrutables dependiendo de la mano de obra y la inversión, pero lo que jamás cambiará es que en este país a todos nos encanta de vez en cuando degustar de un delicioso churro.
Y para finalizar, conforme pasó el tiempo se les agregó relleno de chocolate, cajeta y otras cosas, pero sería redundante hacer la comparación entre el relleno del churro y el relleno de la trama de una película chafa.