La humanitaria Sara Pérez de Madero, amor en tiempos de Revolución
Una de las grandes gestas heroicas históricas que han configurado el México que hoy conocemos, pilar fundamental del origen fundacional de nuestro país, es el cruento embate nacido de la vetusta y anquilosada dictadura del general oaxaqueño Porfirio Díaz.
La imperante atmósfera de marginación, desigualdad, nulas libertades políticas; y un pueblo sumergido en la pobreza, el analfabetismo, la crueldad hacendaria y la profunda herida de la clase olvidada que habitaba los campos nacionales, contribuyeron a la confirmación de un ideal colectivo: la necesidad de derrumbar la caduca forma de gobierno que solo carcomía al fúrico pueblo mexicano.
Tanto campesinos, trabajadores urbanos, mujeres, hombres, niños, y diversos sectores sociales se dieron cita al llamado para derrocar los 30 dolorosos años que les había heredado la autocracia porfirista, así dio inicio a una serie de levantamientos locales que pugnaban por la cuestión agraria y prontamente se fueron sumando más necesidades, naciendo el movimiento armado de 1910.
Una de las figuras más representativas de esta sangrienta lucha, que configurar un nuevo pacto social a través del Plan de San Luis, el mártir y apóstol de la democracia, Francisco Ignacio Madero. No obstante, a su lado siempre lo acompaño una figura poco recordada, relegada de los libros de historia, Sara Pérez de Madero, llamada «la primera dama de la revolución”, no solo fue el gran amor de su vida, también fungió como gran colega en campaña, activista, humanitaria, antirreleccionista, y un incondicional apoyo emocional que duró hasta los últimos días de vida de su amoroso cónyuge.
Crea Cuervos cierra el serial MUJERES DESTACADA, rememorando a la Dama de la Revolución, a la inseparable, dulce y fiel Sara Pérez de Madero, quien no solo debe ser recordada por ser esposa del mártir de la democracia, Francisco I. Madero, sino por la gran lucha humanitaria, política y social que realizo.
La Juventud de Sarita
Sara Pérez nació el 19 de junio de 1870, a postrimerías de la República Restaurada, dos años antes de la muerte de Juárez le toca vivir el proceso de transición del gobierno liberal a la dictadura encabezada por Díaz.
Su seno familiar esta conformado por sus padres, los administradores de la Hacienda Arroyo Zarco: Macario Pérez y Avelina Romero A, oriunda de San Juan del Río Querétaro, su niñez la afronta de manera desahogada debido a la posición de sus padres.
Realizó estudios en el prestigiado Colegio de Notre Dame, en San Francisco, California en 1893, donde conoció y forjó una fuerte amistad con las hermanas Madero, Mercedes y Magdalena, sin saber que tiempo después seria parte de esa familia.
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Un amor a distancia no siempre es un fracaso
Es bien sabido el amor que Francisco tuvo por Sara, si bien, la faceta que lleva toda la atención cuando se recuerda al autor de ‘La Sucesión Presidencial’ en 1910 (1908). Es su aportación política en tiempos álgidos y su sacrificio involuntario para encaminar al país a una necesaria Revolución.
Francisco y Sara fueron novios desde 1897. Contrajeron nupcias el 23 de enero de 1903, en la capital del país, en la Capilla del Arzobispado, aunque vivían en Coahuila en San Pedro de las Colonias, el tenía 30 años y ella 33.
El noviazgo revolucionario de estos insignes personajes se lleva a cabo a través del correo, ya que Sara se encontraba estudiando en California y Madero permanecía en Europa, sin embargo, la distancia no logro fracturar la relación, al contrario, la fortaleció.
Basta leer las románticas cartas que Francisco escribía donde hace alarde del profundo y sincero amor que edificó este romance
«Cuando pienso que muy pronto vamos a ser felices, me pasa lo que a ti, que me parece todo un sueño y se me hace eterno el poco tiempo que nos falta. Me despido con un ardientísimo beso de quien te ama con toda su alma”.
Ya entrados en Revolución
Cuando Madero se lanzó como candidato, Sarita su dulce esposa, fue fiel acompañante durante su campaña. Tiempo después fue arrestado en Monterrey (1909); vivío en la prisión, mostrando su apoyo incondicional, estaba presente en los campamentos de soldados, mítines políticos o discursos, conociendo a los más grandes personajes del movimiento.
Al ser trasladado a San Luis, ante la negativa de poder vivir en la prisión junto a su amado, Sarita, rento una casa bastante cerca de la penitenciaria de donde era reo. Debido a la cercanía de ambos durante su carrera política, los partidarios de Díaz, la nombraron despectivamente «El Sarape de Madero porque la llevaba a todos lados”.
La Caritativa Sara
Sarita fue muy activa política y socialmente, fundo varios clubes en apoyo a las clases marginadas: ‘El Club Caridad y Progreso’ y ‘El Club Neutral por la Humanidad’.
Mujer bondadosa quien tuvo un trato como protectora hacia los soldados a quienes llevaba cobijas y alimento; organizó y fue promotora de brigadas formadas por médicos, enfermeras y estudiantes de medicina que atienden a los heridos del embate. Fue activista y realizó actos para ayudar a las víctimas y viudas de los muertos en batalla. En 1911 creó la Cruz Blanca.
Aurelio de los Reyes, escribió sobre ella: “Ella abandona ovillo y aguja, escoba y trapeador y se lanza a la calle a conseguir sus derechos”.
El terrible fin de un romance revolucionario
Febrero de 1913, fue pieza clave para que el movimiento arreciara, producto del golpe de Estado en contra del legítimo presidente, La Decena Trágica, tuvo como consecuencia el asesinato de Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez. Devastada reconoce y recoge el cadáver de su difunto esposo en la penitenciaría de Lecumberri.
Sarita se trasladó en un principio a Cuba y posteriormente vivió en Nueva York, regreso a México en 1921.
En la Roma
Al retornar a su país, reside en una casa de la Colonia Roma, sobreviviendo de una pensión vitalicia otorgada por Venustiano Carranza hasta su fallecimiento el 31 de julio de 1952, a los 82 años. Permanece descansando junto al amor de su vida en el Panteón Francés de la Piedad.
Sarita Pérez de Madero, fue una mujer con un gran corazón, activista, humanitaria, líder de clubes políticos importantísimos para el partido anti reeleccionista y la dulce compañera sentimental, motor y apoyo del gran Francisco I. Madero.
