Muchas veces se habla del estilo característico de un escritor o de la innovación que tuvo para tratar de diferente forma un tema. Aunque no se niega la originalidad que esto implica, tampoco hay que olvidar que siempre hay autores o lecturas que los han influenciado. En el caso de Juan Rulfo o de los escritores del movimiento del realismo mágico se habla poco de María Luisa Bombal y la repercusión que tuvo en ellos o en el movimiento. Es evidente que el valor de la obra de esta escritora no recae en su relación con un autor o movimiento, sino en su propuesta narrativa y por eso lo mejor que podemos hacer es leerla.
María Luisa Bombal nació en Chile el 8 de junio de 1910. Su infancia transcurrió en Viña del Mar, entre lecturas de los hermanos Grimm y Christian Andersen, que su propia madre traducía. A los ocho años de edad murió su padre y se trasladó con su familia a Francia, lugar en el que cursó sus estudios universitarios y obtuvo una constancia que la acreditaba como profesora de literatura francesa por la Sorbona. Con 21 años de edad, en 1931, regresó a Chile y comenzó a relacionarse con los intelctuales de ese momento, entre los que destacan Pablo Neruda, Borges, Alfonsina Storni y Victoria Ocampo.
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Bombal es propietaria de una obra relativamente corta que comprende tres novelas: ‘La última niebla’, ‘La amortajada’, ‘La historia de María Griselda’, así como de una serie de cuentos: ‘El árbol’, ‘Las islas nuevas’ y ‘Lo secreto’. Más allá de la cuantía de sus escritos, su narrativa quebrantó los esquemas de la literatura de su época, tales como el realismo y naturalismo que imperaban . Ella se aventuró a crear universos en los que convergen la realidad, el sueño y el misterio.
Personajes femeninos protagonizan las historias de esta escritora; son mujeres que imaginan, aman y desean. Para ellas la naturaleza tiene otro significado, pues ésta se convierte en un lugar seguro, donde son libres y fluyen a través de sus pasiones y no de los preceptos sociales. En ‘La última niebla’ se desarrolla la historia de una mujer que se casó con su primo ante la posibilidad de quedarse soltera. Su esposo espera que cumpla con el modelo de mujer perfecta, mientras que ella en su fría y sola casa ansía vivir y amar con intensidad. Frente a este espacio, ella encuentra entre el bosque y la niebla otra realidad, que bien puede ser ficticia, pero que le despierta sus pasiones y ganas de amar.
Fragmento de ‘La última niebla’
“Pasan los años. Me miro al espejo y me veo, definitivamente marcadas bajo los ojos, esas pequeñas arrugas que sólo me afluían, antes, al reír. Mi seno está perdiendo su redondez y consistencia de fruto verde. La carne se me apega a los huesos y ya no parezco delgada, sino angulosa. Pero, ¡qué importa!¡Qué importa que mi cuerpo se marchite, si conoció el amor! Y qué importa que los años pasen, todos iguales. Yo tuve una hermosa aventura, una vez…”
En ‘La amortajada’ la transgresión de la realidad y la presencia de elementos maravillosos se hace evidente desde el inicio, pues nos encontramos ante la narración de Ana María, una mujer muerta que desde su ataúd nos va llevando por sus recuerdos y por su percepción de lo que le dicen los asistentes a su funeral. Es un viaje que comienza con un narrador en tercera persona y que se va volviendo más personal conforme se desarrolla la historia. Ana María es una mujer que amó y fue desdichada; fue amada por quien no quería y hasta el final de su vida conoció la soledad de un compañero de cama ausente.
“Puede que la verdadera felicidad esté en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables.”. Esto escribió Bombal en ‘El árbol’, cuento en el que Mozart, Beethoven y Chopin acompañan a Brígida, la protagonista, durante el descubrimiento de sus pasiones y de lo que quiere de la vida y de ella misma: amor, viajes y locura. De la mano de este personaje, Bombal nos lleva por la historia de una mujer que no encontraba placer en lo que todos sí, ya fuera en la música o en su matrimonio. Brígida no cumple con los estereotipos de mujer perfecta, pero sí descubre lo que le hará gozar la vida.