Los Ángeles es el lugar del cine; la ciudad que ha visto pasar luminarias y películas y donde aparentemente el tiempo converge con la cinemática y da como resultado fastuosas historias hollywoodenses. Son estos elementos los que proyecta Paul Thomas Anderson en su nueva cinta sobre la siempre melancólica juventud: ‘Licorice Pizza’.
‘Licorice Pizza’ puede ser una más de las historias sobre la juventud y lo complicada, pero a la vez es enriquecedora, que puede llegar a ser esta etapa del ser humano. Incluso puede tener intertextualidad con casi cualquier ámbito cultural y artístico que aluda al tema, por ejemplo, con la tesis de Octavio Paz: ‘Adolescencia, país de nubes’ o la mítica canción Live and let die de Paul Mccartney; pero ninguna de estas expresiones justifica lo que representa ese momento de la vida.
Aventurarse a realizar una historia de lo compleja y confusa que es esta etapa siempre será un riesgo, pero aún con todo esto Paul Thomas Anderson nos entrega una cinta que tiene más tinte de coming of age que de cine romántico en la que se decide a contarnos un momento en la vida de dos chicos de San Fernando Valley que por azares del destino se conocen y se enamoran.
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Gary (Cooper Hoffman) conoce a Alana (Alana Haim) en medio de la foto de su anuario escolar, ella es más grande que él por diez años pero eso no impide que de manera temeraria intente seducirla con tal perseverancia a sus escasos quince años. Tal vez esto sea lo que intriga a Alana y acepta salir con él aunque siempre que tenga oportunidad le recordará su diferencia de edad. Entre situaciones incómodas, oportunidades de negocio, escenas de celos, travesuras y el despertar sexual de Gary transcurre esta historia de amor.
Sin embargo, el intento por darnos una película romántica en L.A. a veces tiene momentos disparatados que no parecen hilarse a la trama central y aunque haya quienes justifiquen esto con el homenaje del director a su cinefilia, da la impresión de que esas escenas pudieron quitarse y no tendrían mayor incidencia, por el contrario, reducen el tiempo que tenemos para conocer a nuestros protagonistas porque su desarrollo crece conforme su relación también lo hace, de ahí que parta mi idea sobre que la cinta pertenezca al género coming of age.
Por ello es que algo de lo más brillante de Licorice Pizza es la actuación de Cooper Hoffman y Alana Haim, cuya interpretación es de un alto nivel pues se apropian de sus personajes. En el caso de Alana Haim, su desenvoltura escénica es parte de su experiencia musical con su banda Haim, mientras que Cooper Hoffman muestra los dotes histriónicos que quizá su padre, Phillip Seymour Hoffman, le enseño y heredó, porque esa actitud férrea y seductora de Gary, en nada se parece a lo que en realidad es el propio Cooper y sin embargo no parece costarle trabajo hacerlo.
Los protagonistas nos regalan secuencias memorables donde el juego de miradas entre Alana y Gary es símbolo del vínculo afectivo que de a poco se va construyendo, en ocasiones esas miradas son de celos y enojo porque a pesar de los momentos que pasan juntos existe una brecha de inseguridad por lo que sienten y se dejan llevar por sus emociones, aunque ambos personajes son entrañables porque se muestran sin complejos, como dos personas reales disfrutando de su romance con matices divertidos y extravagantes y eso no les impide su libertad.
Pero esto no quiere decir que sea lo único rescatable de la cinta del director de ‘Magnolia’ (1999) o P’hantom Thread’ (2017), su cine no estaría en el lugar en el que se encuentra si no fuera por las emociones que genera, la crítica social que realiza y su estupendo oficio como director en el que no se le escapa ningún detalle de producción.
Lo que ensambla Paul Thomas Anderson en la cinta es la historia de dos jóvenes que, como dice más o menos la canción, viven y dejan vivir y en su haber se enamoran, buscan los medios necesarios para sobrevivir, ya sea vendiendo camas de agua, buscando el estrellato o haciendo cualquier cosa que tenga un poco de poder en medio de una sociedad consumista, abusiva y discriminatoria situada en un bien retratado y producido San Fernando Valley.
Estas son algunas cualidades que han hecho que la película sea aclamada, pero tal vez lo que más aprecia la gente es que entre tantas historias de «amor», esta no recurra a situaciones y personajes cotidianos, por el contrario es un relato puro sobre la vida y la forma en que Thomas Anderson usa el tiempo para construir, de manera deliberada, una historia de añoranza por la juventud.
‘Licorice Pizza’se encuentra en cines.
Título: Licorice Pizza. Año: 2021. Director: Paul Thomas Anderson. Duración: 133 min.