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La selfie o el poder de la auto representación. ¿Sabes cuál fue el primero en la historia?

La selfie se ha convertido en uno de los fenómenos culturales más icónicos de la comunicación contemporánea.

En 2013, el Diccionario Oxford de lengua inglesa consideró selfie como la palabra del año, calculando que su uso en la población angloparlante se incrementó en más de 17 mil por ciento ese año.

Pero ¿qué significa esta proliferación de autorretratos compartidos en las redes sociales? ¿Qué revelan sobre nosotros? ¿Es la expresión de una sociedad vanidosa y egocéntrica?

«Al principio, el autorretrato es un aprendizaje y luego se vuelve una representación. He aquí cómo me veo, he aquí cómo pienso que me vi». Pablo Picasso.

¿De dónde viene?

La selfie es un autorretrato fotográfico tomado con una cámara digital, generalmente incorporada en un dispositivo móvil y es creada con la intención de compartirse en internet.

Sin embargo, su origen no es moderno. Es una versión actualizada del autorretrato, género que lleva siglos siendo explorado por pintores y fotógrafos.

La aparición de cámaras digitales y dispositivos como los teléfonos inteligentes, han acercado la experiencia fotográfica a la gran mayoría de las personas.

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Las primeras selfies

El primer ejemplo de selfie de la historia data de 1839 en plena Revolución Industrial cuando el estadounidense Robert Cornelius capturó su retrato con un dispositivo de su propia creación.

Cornelius, un pionero de la fotografía en Norteamérica, logró la imagen inspirado en las posibilidades del daguerrotipo, primer procedimiento fotográfico difundido en el mundo.

En 1908, en Copenhague, el pintor noruego Edvard Munch, célebre por su cuadro El grito, tomó una autofoto que puede ser considerada la primera con intención de homenaje. La tituló Autorretrato ‘a la Marat’, cerca de la bañera.

Unos años después, en 1914, la hija menor del Zar Nicolás II de Rusia, Anastasia Nicolaevna, tomó la primera selfie captada por una adolescente.

«Tomé esta foto de mí misma mirando al espejo. Fue muy difícil ya que mis manos temblaban», escribió la joven en una carta a su padre.

La fotografía de Anastasia es considerada también el primer reflectograma, es decir, una imagen que capta el reflejo producido por un espejo donde es visible la cámara o dispositivo utilizado.

En diciembre de 1920 se tomó la primera selfie grupal en la terraza de un estudio fotográfico en Nueva York. En ella aparece el fundador del estudio, Joseph Byron acompañado de algunos colegas posando para la imagen.

El astronauta estadounidense Buzz Aldrin fue el primer hombre en tomarse una selfie en el espacio, cuando se fotografió en 1966 durante la misión Gemini 12 de la NASA.

«Yo he estado»

El artista y teórico de la imagen, Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), indica que las nuevas formas de auto representación han trastocado los principios esenciales del acto fotográfico.

Para Fontcuberta, la selfie no retrata sucesos ni da testimonio del mundo, sino que busca la creación de marcas e ideas autobiográficas, la inscripción del autor en un lugar y en una historia.

En otras palabras, ha cambiado la esencia fotográfica de «Esto ha sido» por un «Yo he estado». Este cambio de paradigma está afectando el poder de evocación de las imágenes.

Para el doctor en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep María Català (Barcelona, 1946), estamos viviendo una transición del «Pienso luego existo», de Descartes, a un «Estoy, luego existo».

La selfie del Oscar

La vinculación entre el fenómeno global de la selfie y las redes sociales alcanzaron su momento culminante durante la entrega de los Premios de la Academia 2014.

La presentadora Ellen DeGeneres invitó a varias estrellas de Hollywood a ser parte de una foto grupal conocida desde entonces como «la selfie del Oscar».

El tuit en el que DeGeneres publicó la foto alcanzó más de 3 millones 300 mil retuits, convirtiéndose en uno de las imágenes más compartidas de la historia.

La importancia de la auto representación

La popularidad de la selfie ha provocado que la dialéctica que existía entre el sujeto y el objeto fotográfico se diluya, pues hoy el fotógrafo y lo fotografiado son ya lo mismo.

¿Por qué es importante? Antes sólo los artistas se autorretrataban. Hoy esa posibilidad se ha generalizado, por primera vez en la historia tenemos el poder de la auto representación.

Para Català, esta idea es especialmente relevante al reflexionar sobre la imagen femenina, pues la selfie representa el primer género de expresión estética en la historia en donde la mujer tiene el control absoluto de su representación.

Siempre en presente

Detrás de la banalidad narcisista de auto-fotografiarse en cualquier lugar, se esconde un mecanismo estético que nos permite insertarnos en nuestro tiempo.

Sin embargo, pese a ser más que una moda, la selfie se circunscribe al presente. No se crea para servir como recuerdo, sino para ser un mensaje compartido siempre en el presente. ¿Sobrevivirá?

(Mmm… alguien explíquele a Paris)