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Cuando Pepsi era dueña de la 6ta flota naval más poderosa del mundo

¿Que pasaría si les dijera que en algún momento de la historia Pepsi logró poseer la sexta flota naval más grande del planeta? En un primer momento esta idea podría resultar un tanto increíble, pero sucedió en 1989. Para empezar, estamos hablando de una época donde la Guerra Fría estaba dando señales que hicieron más que evidente la inminente caída del régimen soviético, como consecuencia de la Perestroika y el Glasnost que Mikhail Gorbachov impulsó para mejorar la imagen de la Unión Soviética en Occidente.

Indirectamente, Gorbachov logró que poco a poco la Unión Soviética se fuese abriendo más al exterior, y con ello la entrada de productos y marcas antes desconocidas para la población soviética, como por ejemplo Pizza Hut y la bebida rival por excelencia de Coca-Cola, aún cuando Pepsi se había abierto paso años antes.

Fuente: foreignpolicy.com
Fuente: foreignpolicy.com

Para una Guerra Fría, una bebida aún más fría

El primer acercamiento registrado en el cual un dirigente soviético disfrutara de la bebida tiene una anécdota particular, la cual sucedió en julio 1959. Resulta ser que en dicho año se celebró en Moscú la Exposición Nacional Americana la cual, a grandes rasgos, tuvo como intención mostrar los avances técnicos tanto de la ingeniería estadounidense como la ingeniería soviética mismos que eran «solo algunos de los milagros electrónicos que vivirás para ver. Están en los laboratorios hoy, estarán en tu casa mañana».

Fuente: elpais.com
Fuente: elpais.com

Esta exposición evidentemente se gestó en el marco de qué sistema ideológico resultaba ser el mejor, e inevitablemente esta idea condujo a un debate entre el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon y el dirigente máximo del pueblo soviético Nikita Khrushchev. El debate alcanzó tal punto que el premier soviético se mostró acalorado (y evidentemente sediento), razón por la cual Donald Kendall (un alto ejecutivo de Pepsi) le tendió a Khrushchev un vaso de Pepsi fría, quién ni tardo ni perezoso decidió beberla. Este momento marcó el inicio del idilio entre la bebida refrescante y el país enemigo del capitalismo y todo aquello que lo representase.

Máquina expendedora de Pepsi en Rusia
Fuente: es.rbth.com

«Pepsi. A Generation Ahead»

Años después de la curiosa anécdota (en 1972, para ser un poco más exactos), Kendall pasaría de ser un ejecutivo de PepsiCo a volverse el presidente ejecutivo de dicha compañía. Kendall, al ser testigo de cómo un premier soviético degustaba la bebida decidió arriesgarse astutamente para que un refresco estadounidense se distribuyera de manera más amplia.

Toda iría bien hasta que un pequeño problema del contrato se hizo evidente: ¿Cómo pagaría la Unión Soviética tal maniobra? El rublo soviético no resultaba ser una moneda que pudiese jugar adecuadamente en el mercado mundial, por lo que la opción más viable sería regresar a práctica comercial antigua: el trueque. En ese sentido, la población rusa podría disfrutar una botella fría de Pepsi, mientras que la compañía tendría el derecho de exclusividad para comercializar el vodka Stolíchnaya en territorio estadounidense.

La consecuencia inmediata fue que, para en 1980 la población rusa consumió una cantidad estratosféricamente enorme de Pepsi, las cuales se estaban elaborando en las filiales que poseía PepsiCo en territorio soviético desde años atrás. 1989 resultó ser un peso insufrible para la historia soviética gracias a que poco a poco la Unión se iría desintegrando como resultado de la búsqueda de la autonomía de las 15 repúblicas que la conformaban, a la par que se estaba desarrollando una crisis económica que no permitió establecer negociaciones que permitieran continuar con la distribución del refresco en Rusia. De nuevo, Kendall entraría a la jugada.

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Bien dicen que a tiempos desesperados medidas desesperadas: Si bien ya no había derechos que ceder o moneda lo suficientemente estable (y válida para negociar) el pago para que la bebida fuese distribuida en el país constaría de 20 buques de guerra (un tanto antiguos) pertenecientes a la flota soviética: 17 submarinos con motores a diésel, un destructor, un crucero y una fragata. Gracias a este pequeño acuerdo (que, de por sí puede resultar en algo difícil de creer) Pepsi logró posicionarse como la poseedora de sexta flota naval convencional más grande del mundo.

Ah cierto, en caso que se pregunten qué desenlace tuvo este peculiar suceso, la compañía cuestionó cual sería el mejor destino que podría tener su tan anticuada flota, llegando a la conclusión que ésta fuese vendida a una empresa chatarrera que se encargó de desensamblar los buques y venderlos como chatarra.

  • Foto portada: Fuente/Not Exactly Normal