Ahora se observa y como un quehacer cotidiano. Cuando el cabello y la barba se encuentran en el largo indicado para un corte, las personas acuden a estéticas, peluquerías o es rasurada por sí mismos. En la actualidad existen otros lugares que, en algún momento, se creyeron desaparecidos. Sitios donde históricamente el hombre ha ido a recortarse el vello que le sale por todas partes. Hablamos de las barberías.
Barberías egipcias
El oficio de barbero no es algo nuevo, sino hay que preguntarle a Sweeney Todd. Se han encontrado navajas afeitadoras de 3,500 años de antigüedad en Egipto. Muy probablemente en aquella época no existía el término barbero, pero ya se podía hablar de higiene capilar para quienes habitaban en aquella época.
Barberías griegas
Cuando se pudo hablar de barberos y barberías fue en la antigua Grecia (porque los griegos hicieron muchas cosas). Estas barberías rústicas, reconocidos aproximadamente desde el siglo V a.C., eran lugares para el cuidado, peinado y perfumado del cabello y del vello facial; además, fungían casi como ágoras, pues las conversaciones y la convivencia eran de suma importancia ahí.
Barberías romanas
Muchos años más tarde existiría más información sobre las barberías en Roma (porque a los romanos les gusta copiar lo griego). Ticinius Mena, en el 296 a.C., introdujo la costumbre de ir a estos lugares. Así fue como se encontró una prueba fehaciente de un hombre afeitado: el general y cónsul Escipión ‘el africano’, quien apareció en una moneda del siglo III a.C. para imponer moda, ya que, a partir de ese momento, muchos hombres romanos utilizaron el mismo estilo.
En la Edad Media
En el siglo XIII, muchas personas se dedicaban a varios los oficios a la vez. Dentro de las mezclas tan peculiares, existieron los barberos-cirujanos, personas que cortaban el cabello, extraían muelas y blanqueaban dientes.
El barbero-cirujano surgió por una disputa entre estas dos profesiones por separado. A pesar de que bajo el reinado de Enrique VII inició la separación de estos oficiosos, los barberos seguían haciendo la tarea del cirujano, y eran más solicitados, pues podían cumplir más funciones. Una de las tareas que realizaban eran las sangrías: desangrados voluntarios del paciente que se pensaba tenían beneficios a la salud.
Época contemporánea
Fue hasta el siglo XIX cuando el oficio de barbero y el de cirujano se lograron separar por completo y se dio un auge de estos establecimientos especializados en los vellos para dejar a tras la tradición de las pelucas blancas y extravagantes que se usaban en Francia.
Fue así como se oficializó el gremio en 1886, cuando se formó la Barber’s Protective Union en Columbus, Ohio, y un año después la Journeymen Barbers International Union en Buffalo, New York. Gracias a este gran paso, comenzaron de edificarse barberías en todos los pueblos, para luego dar el salto a la urbe.
Caso México
En la época prehispánica, el oficio de barbero era conocido como tecimani. Cuando llegaron los españoles, trajeron consigo a los barberos-cirujanos. Ya en tiempos modernos, en la Ciudad de México, la primera barbería llegó en la década de los treintas, cuando ‘La Nueva York’ abrió sus puertas.