Seguramente conoces esta fotografía. Mírala bien…
Este retrato se titula ‘Identical Twins’ (gemelas idénticas). Fue tomada por Diane Arbus en 1967. Probablemente sea uno de sus trabajos más conocidos a nivel mundial. Pero ¿quién es ella y por qué tomó esta foto a unas gemelas que parecen salidas de la película El Resplandor?
El origen de la rareza
“Siempre me pareció que la fotografía era una cosa traviesa; para mí fue uno de sus aspectos favoritos -escribió Diane Arbus-, y cuando lo hice por primera vez me sentí muy perversa”.
Toda persona que toma una cámara para retratar a alguien o algo lo hace con intenciones: tener registros históricos, fotografiar al ser amado, captar el momento preciso del amanecer o, cómo lo hizo Diane Arbus, para demostrar que hay otros mundos.
Diane Nemerov nació en el seno de una opulenta familia judía en Nueva York en 1923. A pesar de todas las facilidades con las que contaba la segunda de tres hijos del matrimonio entre Gertrude Russek y David Nemerov, fue criada por institutrices.
A los 14 años, mientras se encontraba en Russek’s, la tienda familiar, se enamoró de Allan Arbus, con quien escaparía cuatro años más tarde para adoptar su apellido.
En 1945, el nuevo matrimonio fundó el estudio fotográfico Diane & Allan Arbus para realizar fotografía publicitaria y de moda para revistas como Glamour, Harper’s Bazaar y Esquire.
Años más tarde, en 1958, Diane y Allan terminaron su compromiso. Ella ya había abandonado la fotografía de moda para dedicarse a la fotografía de calle. Con este estilo ella realizaría algunos de sus más famosos trabajos, como el realizado con los denominados «Freaks».
Freaks, retratos “raros”
El boom de retratar a gente “extraña” se dio en el siglo XIX gracias a que los circos ambulantes tenían como atracción a “mujeres barbudas”, personas con enanismo o con gigantismo. Esto aumentó el morbo de algunos fotógrafos que sólo retrataban a los raros por eso, por raros, como Bruce Davidson o ‘Weege’.
Diane Arbus tenía una idea completamente distinta. Sus fotografías muestran gente que, en esos años, era considerados patéticos, dignos de lástima o repulsivos, pero no suscitaban ningún sentimiento compasivo, de víctimas, sino que demostraba que la humanidad no es una. Les dio su lugar a los negados, aquellas personas que nadie miraba. Se convirtió en la fotógrafa de los freaks.
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Se acercó a ellos, intimó con ellos, se interesó en ellos y logró uno de los trabajos fotográficos más memorables en la historia.
“…me hacían sentir una mezcla de vergüenza y veneración. Hay una cualidad legendaria acerca de los freaks. Es como una persona en un cuento de hadas que te detiene para demandarte que resuelvas un acertijo.”, refirió la propia Arbus.
Definió el mundo, su mundo, a través de la alteridad, de las personas incómodas. Reflexionó acerca de las sociedades escondidas y las colocó en el discurso popular con sus fotografías. Dio cuenta de la convivencia entre mundos aparentemente opuestos. Incomodó y le reafirmó a la humanidad su postura de mezcla, de diversas identidades.
Todos somos monstruos
Los freaks de Arbus, y en general su trabajo fotográfico, recibió elogios y críticas. Entre estos, hubo uno en particular que resume el pensamiento Arbusiano expresado desde su lente, el de la escritora, filósofa y directora de cine Susan Sontag, quien dijo en su libro Sobre la fotografía: “La obra de Arbus es reactiva: contra el decoro, contra lo aprobado. Era su manera de decir a la mierda con Vogue, a la mierda con la moda, a la mierda con lo bonito […] Cualquiera fotografiado por Arbus es monstruoso”.
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Fotos: Diane Arbus
