La era moderna ha significado un gran avance en la vida del humano, esto debido a las múltiples aplicaciones que han buscado hacer nuestras actividades mucho más prácticas e instantáneas. En la actualidad contamos con apps que sirven para realizar compras, hablar con gente, entretenimiento y hasta para poder conocer a quien pudiese ser nuestro amor «eterno». Un sentimiento tan complejo como es el amor también ha sido encapsulado en un sistema de algoritmos y diversas elecciones por parte del usuario asegurando un «Match» en ambas personas, lo que traducido en otro términos, se habla de una gran compatibilidad entre los interesados; esto a su vez daría como un posible resultado una pareja hecha a la medida.
Y es que aunque no se puede negar la gran efectividad de estas aplicaciones de «ligue», (Tinder, Bumble, Badoo etc.) cabe recalcar que es un amor de manera digital y poco personal. La finalidad principal radica en un vasto catálogo y con base en este elegir a personas que aparentemente cumplen con las expectativas y necesidades del usurario. Esta manera tan practica de ver el amor hecho a la medida, es como hablar del mito de Pigmalión.
El mito de Pigmalión
El mito originario de Chipre, decía que el Rey Pigmalión que a su vez era un gran escultor, un día decidió hacer una escultura de una mujer, pero no de cualquier mujer, él quería esculpir la imagen ideal; una llena de belleza, sabiduría y bondad, justo como el mismo rey. Cuando por fin Pigmalión terminó su obra maestra, él quedo flechado por la escultura al grado de sentir una gran atracción por ella y la bautizo con el nombre de Galatea. Cada noche el rey visitaba a Galatea, con quien platicaba, la abrazaba y llenaba de mimos y cariños. Un día en una festividad de Afrodita Pigmalión le pidió con todas su fuerzas a la diosa del amor que le diera vida a su hermosa Galatea. Al regresar a su palacio, Pigmalión descubrió que la diosa había escuchado sus plegarias, ya que Galatea ahora tenía vida.
[Te puede interesar ‘El amor en tiempos de Covid’ un monólogo de humor negro con matices de amor»]
Si bien el mito parece romántico no podemos dejar de lado que Pigmalión se había enamorado de la idea de mujer que había esculpido en su cabeza, un amor narcisista, ya que Galatea cubría el estándar que el rey consideraba perfecta. Mismo caso con el artista Miguel Ángel quien idolatró su obra ‘El David’, su imagen perfecta de un hombre.
Este mito hace unos años fue llevado a la pantalla grande en una adaptación dirigida por los esposos Jonathan Dayton y Valerie Faris, conocidos por sus filmes: «Pequeña miss sunshine» (2006) y «La batalla de los sexos» (2017). En el año 2012 se estrenó la cinta Ruby Sparks la chica de mis sueños dirigida por Dayton y Faris, con un el guion de Zoe Kazan, quien interpreta a la misma Ruby; en el elenco también veremos a Paul Dano que ya había trabajado anteriormente con Dayton y Faris en el filme de pequeña miss sunshine.
Ruby Sparks un filme para hablar sobre el amor
La historia se centra en la deprimente y antisocial vida de Calvin (Dano) que a pesar de ser un gran y reconocido escritor a su joven edad, se encuentra en un abismo de soledad y depresión que dejo la partida de su ex novia, que lo lleva a una constante visita al psicólogo en busca de terapia para ser capaz de procesar el duelo de la muerte de su padre como la ruptura amorosa. Estos baches en la vida de Calvin han dejado como resultado un bloqueo creativo, impidiendo que logre escribir algo nuevo, siendo sus únicos compañeros de vida, su pequeño perro Scotty (en honor a Scott Fitzgerald) y su antagónico hermano Harry (Chris Messina).
Aunque Calvin es reconocido y elogiado por varios escritores se siente vacío, no obstante, un día en sus sueños se aparece una mujer (Zoe Kazan) con la cual logra una increíble conexión; despertando su inspiración y convirtiéndola en su musa. Calvin logra evadir gran parte de su realidad cuando se sienta a escribir sobre esta misteriosa mujer que vio en sus sueños, al grado de iniciar lo que será su siguiente novela y bautizando a esta chica con el nombre de Ruby Sparks.
Los días pasan y Calvin no pude dejar de escribir, incluso en una de sus visitas al psicólogo él le comparte a su terapeuta que la necesidad de escribir radica en que se ha enamorado de esta mujer que forma parte de su imaginario, a lo que su psicólogo le indica que probablemente es un amor a una chica que ya conoce, pero Calvin está seguro que Ruby Sparks es un personaje que únicamente radica en su mente.
Mientras los días pasan y la obsesión de Calvin va en aumento, el destino le tiene preparada una sorpresa a nuestro protagonista, una mañana a punto de salir a una reunión, Calvin encuentra en su cocina a la mujer que ha inundado su cabeza los últimos días; ella asegura que es Ruby Sparks, su novia de hace ya un tiempo. Calvin comienza a creer que perdió la cordura y es un juego cruel de su imaginación, intentando evadir la presencia de su nueva visita, sin embargo, todo da un giro cuando nota que no es el único que la ve y toda la gente a su alrededor puede notar su presencia.
Harry, el hermano mayor de Calvin asegura que debe ser una broma de mal gusto y la supuesta chica es una actriz contratada para jugar con la cabeza del escritor, no obstante, cuando Calvin le muestra que con cualquier cambio que el haga a su manuscrito original repercute en Ruby. Con toda duda aclarada, aunque parezca descabellada la idea, Calvin comienza a vivir lo que parece un romance perfecto para él, sin embargo, como toda relación no todo puede ser miel sobre hojuelas y Ruby comienza a tener ciertos comportamientos que para Calvin no entran en su idea de amor ideal, en ese momento nuestro protagonista intenta cambiar a Ruby y moldearla a su manera al cambiar su manuscrito una y otra vez, no obstante, en lugar de que todo sea un cambio para mejorar, las cosas van siendo peores al grado de ser un amor tóxico e hiriente.
Al final Calvin tendrá una lección sobre el verdadero significado de lo que es amor, ese sentimiento que no puede ser manipulable, mucho menos esculpido a deseo propio.
Y es que el amor tiene sus bases en comprender que en una pareja siempre habrá desacuerdos, ideas diferentes, comportamientos y acciones poco habituales, pero intentar cambiar o manipular al otro para que nosotros seamos felices, es todo menos amor, porque no aceptar alguien con todo lo que lo conforma física y emocionalmente, habla de una visión paupérrima sobre amar, imponiendo nuestra satisfacción y necesidad, entonces no estamos amando a otro ser, simplemente estamos enamorados de nuestro ideal de algo inexistente, un amor meramente narcisista.