La humanidad, así como la literatura, están plagadas de mitos y leyendas que con el paso de los años se han ido no modificando, más bien reinterpretando y reinventando, adaptándose a nuevas audiencias, tendencias y a una realidad igual de cambiante, a lo que cada autor y según la época, ha intentado dar su versión y valor. Y los vampiros no son la excepción. Y son mis favoritos.
Desde su primera aparición en el mundo literario en el año de 1819 de la pluma del médico y literato inglés John William Polidori —quien introdujo la concepción romántica del vampiro, transformándolo de los mitos y la cultura oral en el relato “The Vampyre”— y hasta la fecha, este mítico ser ha pasado de ser monstruo nocturno a héroe a estudiante de preparatoria y en cada etapa, a su manera, ha causado un impacto no únicamente en el mundo de las letras, sino en las generaciones que se han encontrado atrapadas en las fauces de sus colmillos y negras capas.
Las primeras canciones, más allá del folklore europeo de principios del siglo XVIII que hablaban de seres “no muertos”, versaban principalmente sobre el amor, y contaban las hazañas de personas que regresan de la tumba para visitar a sus seres queridos o causar desgracia y ruina de una forma u otra. Más que misticismo, se trataba de un retrato de la conocida “Danza de la muerte” medieval, en la que ésta toma forma para buscar a los vivos sin importar su situación o posición social.
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A partir de entonces, esta concepción ha ido evolucionando y adaptándose a diferentes perspectivas, épocas. ¿Estás listo para conocer los tipos de vampiros más influyentes en el mundo de la literatura?
Entonces ponte en modo “Chica que cree que su compañero de escuela es como medio raro y decide investigar más” y aprende más del Mundo de las Sombras.
Los clásicos —o el origen—
A pesar de no ser las primeras del genero, sí que son los más importantes y que han logrado trascender encontrando la verdadera —y anhelada— eternidad.
Carmilla resulta ser La Madre de Todos los Vampiros del género, pues la mayoría de las historias pertenecientes a su época siguen la misma estructura: “el ataque”, la muerte y resurrección, para terminar con la persecución del monstruo. Basada en la legendaria Isabel Báthory —o la Condesa Sangrienta—, esta historia corta de Sheridan Le Fanu, es un parteaguas en la literatura del terror gótico pues exploran lo místico con lo real, las transformaciones y el erotismo dentro de sus páginas, dando así pie a una nueva línea dentro del género.
Otro que sí o sí todos conocen, es Drácula. Creado por el irlandés Bram Stoker, que logró trascender no solo por el estilo de prosa epistolar —es decir, entre cartas— y trágico romance, sino por abordar temas como el papel de la mujer, la sexualidad, la inmigración, el colonismo y claro, el folklore de la época.
Basado también en casos de la vida real —Vlad el Empalador y Erzsébet Báthory— Drácula se convierte en el arquetipo del vampiro que al día de hoy conocemos y representamos en tarjetas y películas cuando escuchamos la palabra “vampiro” —si, la capa, los colmillos, la camisa de olanes y la transformación en murciélago o cualquier otro animal, aunque Hollywood no lo sepa—.
Sin lugar a dudas, el género y la literatura no serían las mismas sin la publicación de éstas dos novelas que dan paso a miles de interpretaciones, homenajes y adaptaciones de un mismo mito: un ser que no puede morir y que se alimenta de sangre; de la vida para mantenerse con vida.
Vampiros melancólico-espirituales
Anne Rice, escritora neófita y aún no publicada para aquel entonces, comenzó en 1973 a escribir un cuento basado en una simple premisa: ¿qué podría decir una persona que es inmortal? Sin embargo, luego de una tragedia en su vida personal, Anne nunca imaginó que estaría escribiendo la novela que daría un sentido más trágico, melancólico, humano y místico al mito del vampiro, convirtiéndose en la voz de sus propias emociones: un ser que sufre, que se arrepiente, que ama, que siente: un rechazado/marginado de la sociedad; un ser consciente de ser un monstruo, pero sin la posibilidad de elegir si quiere serlo o no. Algo mucho más profundo y cargado de emociones que lo que nos entregaron los clásicos. Es, incluso, la primera vez que estos seres se mezclan entre la gente en la seguridad de la noche; que actúan como uno de nosotros.
Con “Entrevista con el Vampiro” nació una de las mejores sagas de vampiros jamás escritas, compuesta de 13 volúmenes donde seguimos las aventuras de Lestat de Lioncourt y un clan de vampiros a lo largo de los años, descubriendo un mundo cuyo origen se remonta al antiguo Egipto y a la magia gitana de los pueblos de las montañas.
Sin duda, la concepción trágica, sentimental, apreciativa, artística y erótica de la cultura gótica, no podrían ser comprendidas sin las novelas de Rice.
Vampiros monstruosos
Y porque claro, no podían quedar atrás, tenemos esos vampiros que dejan atrás cualquier humanización o sentimentalismo y se muestran como lo que son: monstruos de la oscuridad; seres capaces de matar con sed de sangre. Así, como lo que es: pesadillas hechas carne, misterios de sangre y destrucción.
¿Ejemplos? Hay muchos, mis favoritos, la interpretación del Rey del Terror, Stephen King en “El misterio de Salem’s Lot” donde Ellos son los que masacran un pequeño pueblo americano. ¿O qué tal ”Soy Leyenda” —si, es una novela y sí, son vampiros—?
Muchos autores han apostado por esta otra versión del personaje: un ser más carnal que racional, sin tanta emoción. Sin tanto teatro. Un asesino que se alimenta de sangre y haría lo que fuera por conseguirla.
Más cruel, pero igual de emocionante.
Vampiros adolescentes
Quizá la versión que menos guste, pero sí que fue la más popular hace no muchos años y que continúa en tendencia y produciendo miles de historias que versan sobre el mismo ideal: un ser inmortal que vive su existencia entre nosotros, como uno más. Y claro, tenía que ser: se enamora de la chica menos indicada, teniendo que luchar contra su naturaleza y los deseos de su inmortal corazón —si es que eso existe o sigue con algo que se pueda llamar “vida”—.
Esta versión no tan emocional y claro para nada violenta pensada para el publico adolescente, marcó tendencia a inicios de los años 2010 con la llegada de Crepúsculo y Los Diarios de Vampiros, dándole vida a este extraño síndrome de enamorarte del peligro (o del fulanito menos indicado, ya saben, el badboy de ultratumba) y de mostrar el lado más ¿humano? Del mito o mejor dicho, del monstruo.
¡Lo confieso! Me leí todos los libros. TODOS. Y claro que me fliparon, por lo que no podemos negar el valor cultural y su impacto en la sociedad y sobre todo en la literatura, pues en definitiva marcaron una nueva tendencia que dio paso a un sinfín de nuevos lectores que descubrieron en los libros, historias que estaban más allá de la realidad.
Así pues, este es un breve recuento de cómo es que ha ido evolucionando este mito y las corrientes que ha tomado.
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Foto portada: fuente / seresmitologicos.net