En marzo de 1969, cientos de elementos de la marina y la fuerza aérea real británica desembarcaron en la pequeña isla caribeña de Anguila, dependencia de la corona del Reino Unido. Completamente armados, los soldados arribaron a la isla con la intención de someterla, tras el estallido de una supuesta revolución con fines independentistas. Cuando llegaron a primera hora de la mañana, muchos de los supuestos rebeldes y enemigos de la corona estaban completamente dormidos en sus casas, y solo encontraron despiertos a unos cuantos lugareños muy confundidos y a uno que otro reportero que acudió por el ruido de los aviones y navíos.
Los británicos, esperando encontrar guerra y rebelión, al final solo hallaron a amables isleños ofreciéndoles comida, y a niños curiosos que se acercaban para apreciar sus finos y enormes armamentos. Al final, los representantes ingleses y los dirigentes de la pequeña revolución de Anguila, llegaron de manera gentil y amable al acuerdo de que Reino Unido tomaría posesión de la isla como colonia de nuevo. Con ello, los anguilenses celebraron la noticia como si fuera una completa victoria, aunque en realidad sí lo era, pues Anguila peleaba por su «dependencia», no por su «independencia».
En eso consistió uno de los episodios más famosos de la historia de esta pequeña isla, que libró la «revolución más pequeña de la historia» solo para volver a ser una colonia.
Algo de contexto
Sin embargo, esta introducción puede resultar un poco confusa sin algo de contexto de por medio, y es bastante necesario escribirlo. Anguila desde antes de la revolución ya era una colonia británica, pero de una forma algo diferente. La isla fue colonizada por Inglaterra entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII junto con muchas otras islas del Caribe. Aunque a diferencia de la gran mayoría de las otras islas, fértiles y productivas de materias primas para los británicos, Anguila nunca tuvo un suelo fértil, ni mucho espacio para el cultivo o la cría de especies, por lo que la isla no era muy importante para la corona. Por ello, Anguila tendía a ser menospreciada en cuanto a recursos y financiamiento, por lo que incluso a principios y mediados de siglo XX, la isla aún no tenía luz eléctrica ni calles pavimentadas.
A pesar de todo el maltrato y olvido propinado por los británicos a la isla, la principal razón para que esta estallara en rebelión fue otra muy diferente. En 1820, el gobierno británico decidió agrupar a Anguila con las islas de San Cristóbal y de Nieves en un solo gobierno colonial, el cual estaría administrado desde San Cristóbal. Para los anguilenses, esto fue algo terrible, ya que estos detestaban (y aún detestan) por completo a los «sancristobaleños», y vivir bajo un gobierno regido por estos era algo inaceptable.
El estallido
Así, los habitantes de Anguila vivieron por décadas bajo una administración de sus más grandes enemigos, quienes administraban toda la política y los recursos económicos de la colonia, así como la policía local y otros servicios. Los anguilenses miraron indignados y con ira como durante años, los sancristobaleños recibían y acaparaban toda la atención y la inversión por parte de Gran Bretaña y ellos seguían en condiciones precarias. Sin embargo, la gota rebalsó el vaso cuando en 1967, el gobierno británico decidió darle autonomía a sus colonias del caribe para volverlos «Estados Asociados» con autogobierno y autodeterminación. Para Anguila esto fue lo peor, ya que ahora dependerían solamente de San Cristobal , y tendrían que soportarlos y seguir sus órdenes directas, ahora por siempre.
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Con ello, los habitantes de Anguila se levantaron en revuelo, y rechazaron por completo la decisión británica de formar parte de San Cristobal, por lo cual se decidieron a expulsar por la fuerza a la policía conformada de sancristobaleños, y exigieron la separación de las colonias. Los ingleses trataron de negociar con las autoridades de Anguila, pero cometieron el error de tratar de hacerlo primero por medio de las autoridades generales en San Cristóbal, ignorando las peticiones directas de los anguilenses. Con esto, Anguila decidió en 1969 declarar la independencia completa del Reino Unido.
Los tres delfines
Después de la declaración, todas las banderas británicas fueron bajadas para ser reemplazadas por toda la isla por una nueva bandera compuesta de un campo blanco, con una franja inferior celeste y tres delfines anaranjados en el centro haciendo una forma similar a la de un triángulo. Aquella insignia se volvió un elemento de identidad nacional para los anguilenses, además de ser el signo de la revolución y la autonomía. Con lo que parecía ya nulo control sobre la pequeña isla, Gran Bretaña se preocupó en verdad por la situación, y en marzo de ese mismo año, envió a un diplomático para llevar a cabo una resolución con los habitantes. Sin embargo, esto terminó de una manera que los ingleses no esperaban, ya que a pesar de que el grupo de representantes fue bien recibido al inicio, tras rechazar una invitación a cenar por los dirigentes de Anguila, estos se vieron indignados y echaron a los británicos de la isla.
Aquello fue considerado como una severa agresión y como un signo evidente de una revolución que incluso pudiera a llegar a tener tintes marxistas y socialistas, o al menos eso creían en Londres. Por ello, ocho días después de lo ocurrido, el ejército real decidió enviar varias unidades de marina y fuerza aérea a la isla para intervenir, obteniendo el absurdo y casi ridículo resultado que ya sabemos. A pesar de que la situación finalizó en buenos términos para ambas partes, la prensa británica y otros medios internacionales se burlaron de como una pequeña isla de menos de 6,000 habitantes logró enfrentar sin miedo y dejar casi en ridículo a una de las potencias mundiales.
El pequeño vencedor
Tras la «Revolución», las cosas mejoraron bastante para Anguila. Tras todo el revuelo y el escándalo internacional que provocó la situación, el Reino Unido empezó a tratar de mejor forma a la isla, nombrándola como una dependencia de ultramar por sí sola, con su propio gobierno y sus propias leyes. Además de esto, el gobierno británico invirtió mucho más en el desarrollo de la isla, lo cual provocó que para finales de los años 90, Anguila se convirtiera en un famoso destino turístico en el caribe, con gran demanda internacional, y con una gran cantidad de inversores. Sin embargo, lo mejor de todo para los anguilenses fue que ya no tuvieron que obedecer y responder a sus rivales sancristobaleños, los cuales se convirtieron en una nación independiente como San Cristobal y Nieves en 1983.
Hoy en día, la bandera de los tres delfines y los colores celeste, blanco y naranja se encuentran por todos lados en la pequeña isla, pues nunca abandonaron la identidad de Anguila, a pesar de que esta siga sin ser una nación independiente.