¿Qué ocurre cuando el hombre yace cansado del tumulto de la vida, de las tareas, de las responsabilidades, de los valores que concretizan la realidad?
¿Qué sucede cuando el hombre se refugia en el arte, para sistematizar un nuevo mundo de valores establecidos por la creación?
El hombre ha decidió refugiarse en el arte y verlo como manifestación de expresión; el arte ha sido creado como una escape a la cotidianidad de la vida y es alimento para el alma.
El arte como responsabilidad
Alessandro Baricco relata la historia de Jasper Gwyn (personaje principal), quien era escritor y decide retirarse de ese mundo para jactarse de la realidad, del plano al que ficcionalmente pertenece. En ello se establece que vida y arte no son lo mismo: son esferas o unidades que yacen individualmente separados, y lo único o él único que logra unirlos en si y para si, es el hombre.
El acto de escribir para Gwyn se vuelve más que una responsabilidad, se vuelve una necesidad, una acción meramente complementaria.
En el desarrollo de la novela, el personaje principal realiza una lista de 52 cosas que no volverá hacer, y la última de ellas es escribir, pero nuevamente, cansado del «tumulto de la vida» siente la necesidad de encontrarse en la escritura, pero ¿cómo hacerlo sin regresar a ella totalmente? ¡Como copista!
La escritura para Jasper Gwyn significa orden, más allá que una construcción verbal significa expresión, lenguaje.
La necesidad de comunicarse de una manera estructurada era la que le daba un orden, entonces la escritura o el acto creativo se va convirtiendo en parte de la vida misma y de la experiencia.
Para liberar emociones, el autor fluye conforme a lo que escribe con valores distintos a los de su realidad, crea en otro plano para otra u otras vidas desde su perspectiva y su noción de mundo.
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La vida y el arte como deber
En ‘Mr Gwyn’ se refleja el peso de la vida, en los adjetivos negativos que la construyen, y en las emociones de este personaje: “Un día me dí cuenta de que ya no me importaba nada de nada y de que todo me hería mortalmente”.
Cuando la vida y el arte se manifiestan como un deber y se suple o se inhibe la parte creativa por la de la obligación, la sustitución pasa de ser un: “me gusta hacerlo” para un: “tengo que hacerlo”.
La escritura para Gwyn se había manifestado de esta manera y se distanció del arte para poder vivir.
Gwyn se aleja de la responsabilidad que tiene como escritor y nuevamente quiere retomar esa labor, pero quiere hacerlo parcialmente como copista.
“A ver si encuentra usted algo como copiar a la gente, cómo está hecha”
A partir de esta frase mencionada por una señora, Gwyn decide crear a las personas (personajes) en otro mundo con sus propios valores y lo hace a través de otras disciplinas artísticas como la pintura y la música.
El arte escritural no está aislado de otras vertientes artísticas, se rodea de un mundo ya hecho que se va reconstruyendo con la percepción, la significación y la valoración de otras personas, y por lo tanto de otras disciplinas.
El arte como complemento vital
Gwyn planea hacer un estudio para que las personas fueran a ser retratadas, en donde se sintieran ellas mismas y sin ningún tipo de prejuicio.
La labor del artista es: crear, dejarse llevar y admirar con los ojos críticos de otro, de una conciencia alterna que le permita dilucidar entre el mundo real y lo que se está creando.
Mr Gwyn como autor del mundo ficcional en el que ha sido creado, permea las características adecuadas para poder retratar escrituralmente a las personas, tomando en cuenta el espacio, la música y el tiempo.
Jasper es un escritor que constantemente se aferra al papel de “no escribiré más”, busca una manera alternativa de hacer que eso funcione y su mejor opción es ser copista, a partir de ahí fusiona distintas disciplinas artísticas.
Gwyn construye a los demás y les escribe retratos, pero va más allá de ello; logra conocer a sus «clientes» en la intimidad y observa aspectos que otros no pueden dilucidar en el caudal de la vida.