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Una obra para leer en cuarentena: ‘Decir sí’, de Griselda Gambaro

El arte como expresión ante la represión

¿Qué sucede cuando el arte se manifiesta, cuando el ser humano protesta y exige comunicación mediante este?

A finales de los años setenta y principios de los ochenta en Argentina el poder era tomado a la fuerza. El país atravesaba por diferentes procesos gubernamentales, en donde la justicia no era una opción: ¿Cómo imaginar, cómo pensar en una Argentina con justicia social? ¿Cómo salir del infierno de la dictadura?, ¿Cómo recuperar las libertades públicas?

Argentina se concentraba en desgracias a manos de golpes de estados y de dictaduras violentas, posteriormente el país pudo concebir la democracia liberal, conjugando arte y sociedad.

Para Argentina, el teatro era una herramienta de transmisión, una opinión sobre el mundo para modificar la realidad y así lograr comprometerse políticamente.

Cada golpe de estado y cada una de las democracias fallidas fueron pruebas de la falta de identidad por parte de un pueblo y de una nación, por lo tanto, la implicación devino en una perdida de significado.

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¿Qué es el teatro abierto? 

El teatro abierto, se presentó como un movimiento teatral de resistencia que se manifestó en 1981 como forma de protesta ante la dictadura militar.

Era el arte la expresión indicada como  manifestación ante la represión impuesta por el gobierno. El pueblo ahora podía conocer lo que estaba ocurriendo y lo que la dictadura había traído como consecuencias: represión cultural y anulación de la expresión verbal.

teatro abierto


La violencia del absurdo

La violencia del absurdo implica una lista enorme de situaciones por las que está pasando el gobierno argentino ante la dictadura civico-militar, el absurdo se interpreta como esa constante repetición de acciones, incluso de palabras en donde deviene la existencia, en donde todo aquello que existe adquiere un valor y un significado distinto, por el hecho de repetir y no llegar a nada, y las sentencias determinadas que devienen en cada acción dentro de la obra «Decir sí» , muestran de manera ilógica un universo en el que solo existe el verbo, pero ese verbo es un verbo desordenado, es un verbo que quiere evolucionar y pasar a la acción, es un verbo tímido, falto de empatía e incluso de comunicación para con el otro.


‘Decir sí’

Es el nombre de una obra dramática perteneciente al teatro abierto en donde los personajes son dos: hombre y peluquero.

Decir sí libro

¿Cómo es el lenguaje? 

El lenguaje escrito se estructura de manera desencadenada, es decir: sin orden ni prejuicios, conforme el hombre va expresando verbalmente lo que quiere, este titubea y al ver la expresión del otro (peluquero) se muestra tímido e inseguro.

Los personajes

El único personaje que se desenvuelve más allá de lo escénico, y de manera oral, es el hombre, el peluquero tiene la adquisición de expresarse corporalmente, con gestos, con miradas y con su semblante oscuro.

Los dos personajes se desenvuelven y actúan en el interior de una peluquería, un espacio público que ofrece un servicio (en este caso el de cortar el pelo y la barba).

Las acciones del peluquero van desestabilizando al personaje hombre, dadas las imposiciones corporales que surgen del peluquero, cuando el hombre pronuncia afirmaciones, al ver las expresiones del otro, titubea y cambia radicalmente de posición.

Recordemos que la violencia también se ejerce en los silencios y en el lenguaje corporal del otro, del que impone, del que subyuga anulándolo por completo.

HOMBRE (Rápido)
-No, barba no. (Mirada inescrutable.) Bueno… no sé. Yo, yo me afeito solo. (Silencio del PELUQUERO.) Sé que no es cómodo, pero…
Bueno, tal vez me haga la barba. Sí, sí, también barba. (Se acerca al sillón. Pone el pie en posapié. Mira al PELUQUERO esperando el ofrecimiento. Leve gesto oscuro del PELUQUERO, HOMBRE no se atreve a sentarse. Saca el pie. Toca el sillón tímidamente.)

El absurdo radica en todas las acciones que sin que el peluquero lo mire o le intimide, se realicen perse o sin saber porque, los personajes están fragmentados, ninguno de los dos tiene el poder del raciocinio completo.

HOMBRE sigue la mirada del PELUQUERO. Ve pelos cortados sobre el asiento.
Impulsivamente los saca, los sostiene en la mano. Mira al suelo – ¿Puedo?
(Espera. Lentamente, el PELUQUERO niega con la cabeza. HOMBRE, conciliador.) Claro, es una porquería. (Se da cuenta de que el suelo está lleno de cabellos cortados). Sonríe confuso. Mira el pelo en su mano, el suelo, opta por guardar los pelos en su bolsillo. El PELUQUERO, instantánea y bruscamente, sonríe. HOMBRE aliviado.

Lo absurdo recae en las acciones que se derivan de la falta de raciocinio, de aquello que no tiene una razón de ser, sin embargo ocurre y se permea en lo obsesivo. La acción se lleva a cabo de manera constante.

Decir sí


Problemas sociales representados en el arte

El peluquero constantemente da la espalda a su «cliente», a veces no responde lo que el otro le anuncia, su deber ser radica en brindarle cierto servicio al otro, brindar incluso la comodidad del mismo.

Los personajes tienen un papel bastante didáctico e incluso común, un hombre que va a una peluquería a que le corten el pelo y no la barba, el cliente no espera la muerte, no espera la manipulación de su ser por medio de acciones frívolas que desembocarán en la anulación total del otro; la parcialidad en la violencia es peor, es tortura.

El escenario está mimetizado en el gobierno, en lo social, en toda esa decadencia, en toda la violencia de los años pasados, de todas las muertes e incluso de las anulaciones hacia el pueblo por parte de la dictadura.

El personaje del peluquero representa silencios continuos, para posteriormente cambiar de rol con el hombre hacia el peluquero: – Y a usted, ¿Quién le corta el pelo? pregunta. La violencia se va desarrollando hasta terminar en un final trágico.

El hombre al estar atendiendo al peluquero, menciona de manera nerviosa y titubeante lo siguiente:
– La acción es la sal de la vida y la vida es acción y… (le tiembla la mano, le mete la brocha enjabonada en la boca. Lentamente, el peluquero toma un extremo del paño y se limpia. Lo mira.) Disculpe. (Le acerca la navaja a la cara. Inmoviliza el gesto, observa la navaja que es vieja y oxidada. Con un hilo de voz.) Está mellada.

El acontecer invade a los personajes y el cambio no se manifiesta para algo positivo, las acciones innecesarias se manifiestan en la obra como indicadores de que el fin será macabro y violento.

El hombre después de cambiar rol con el peluquero expresa de manera
involuntaria, desordenada, nerviosa y desesperada lo único que quería expresar desde que entro en la peluquería: su queja ante el peluquero.

Decir sí verborrea

El mundo en el que habita la obra es inestable, el mundo de la obra es el mundo de las dictaduras, concentradas en dos personajes, y en sus múltiples acciones.

HOMBRE. – Mire, señor. Yo vine cortarme el pelo. ¡Yo vine a cortarme el pelo!

El hombre solo entró por un servicio, por un corte y no de cabello; un corte que se manifiesta en la existencia misma que desencadena múltiples factores como: el lenguaje desordenado, las acciones contradictorias, la desesperación, la violencia, los silencios, las expresiones lugúbres, que van modificando sutilmente al hombre, hasta llevarlo al límite, en donde se muestra desesperado y es capaz de gritar y mostrar su inconformidad.

El hombre ante el peluquero en un afán de «tranquilizarlo», le pregunta: – ¿Y quién me prohibe charlar?

Levantar la voz ante lo inconforme, ante la opresión que se manifiesta de manera constante producto del constructo social de la dictadura, del mal gobierno; en donde la única manera posible y existente de expresarse es el arte, la manifestación escénica cargada de signos que extraponen problemas y dificultades tomados de la realidad.

El hombre menciona casi al final de la obra – Fue… una experiencia interesante.
¿Cuánto le debo? No, usted me debería a mí, no? Digo, normalmente. Tampoco es una situación anormal. Es… divertida. Eso: divertida. (Desorbitado.) ¡Ja-ja-ja! (Humilde.)

El lenguaje se desborda constantemente porque es víctima del que lo ejerce, del que lo manipula; la verborrea es un signo que denota inestabilidad y por lo tanto locura.

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Existe un cambio radical en la obra, en la que incide como resultado final toda la carga de la violencia del absurdo, en la que radica la existencia y por lo tanto en la anulación completa del hombre, la obra concluye en la erradicación de este personaje por parte del peluquero.

(El PELUQUERO le hunde la navaja. Un gran alarido. Gira nuevamente el sillón.
El paño blanco esta empapado en sangre que escurre hacia el piso. Toma el paño chico y seco delicadamente. Suspira larga, bondadosamente, cansado. Renuncia.
Toma la revista y se sienta. Se lleva la mano a la cabeza, tira y es una peluca lo que se saca La arroja sobre la cabeza del HOMBRE. Abre la revista, comienza a silbar dulcemente.)


¿Por qué leer «Decir sí»? 

Es una obra dramática que plasma la violencia y no sólo de la dictadura de ese tiempo. Esta obra logra la trascendencia debido a que la violencia puede manifestarse en cualquier tiempo.

El personaje del hombre se permea mediante la angustia constante, mediante su permanente desequilibrio. Hay algo que lo está afectando, que de manera incesante lo atormenta, le pesa y la palabra y el lenguaje son las únicas herramientas que le permiten manifestarse.

Pero ¿qué sucede cuando el otro no quiere escuchar, cuando el otro no se muestra empático y decide anular de tajo su existencia?

La finalización del sufrimiento por medio del suicidio es una salida, para que así las acciones no se muestren reiterativas, de manera rídicula y automatizada para con su entorno, el individuo decide ya no ser.

El peluquero toma decisiones por el otro (hombre), violentando su existencia, martirizándolo y llevándolo a la locura.

Finalmente lo conduce hacia su propia desdicha o salvación: la muerte.

Decir sí represión del lenguaje

La labor constante de quien ofrece un servicio es brindar ese servicio y que sea de excelencia para que el cliente se vaya contento.

Pero ¿Qué pasa cuando en el país existe una falta de comunicación enorme, un bache que no tiene reparo porque el gobierno ha sido violentado y no una, sino infinidad de veces, en donde las leyes han sido sometidas, en donde la palabra del otro no cuenta, en donde solo existe una víctima y un victimario: implicando por lo tanto y subsecuentemente la anulación del otro?

Y tú, ¿quién quieres ser?