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Teotihuacan. Un breve recorrido al “lugar donde nacieron los dioses”

La ciudad de Teotihuacan es uno de los sitios arqueológicos más grandes de toda América, una urbe histórica que a pesar de tantos años de ser estudiado aún tiene muchas interrogantes. Por ejemplo, su nombre. El nombramiento de “Teotihuacan” es un topónimo de origen náhuatl. Este apelativo le fue dado a la ciudad varios siglos después de su ocaso, por un pueblo totalmente distinto, el mexica. Existen varias hipótesis sobre su significado, los más aceptados son “Lugar donde nacieron los dioses” o “Lugar donde fueron hechos los dioses”. Carlos Montemayor lo traduce como “Lugar de los que tienen dioses”.

La ciudad se encuentra en el altiplano central en el actual Estado de México a cuarenta y seis kilómetros de la capital mexicana. Teotihuacan empezó como una aldea en el Preclásico Tardío que cobró importancia a raíz de las erupciones de los volcanes Xitle y Popocatépetl, las cuales obligaron a miles de pobladores de Cuicuilco y Copilco a desplazarse y asentarse en el Valle, debido a que esta región ofrecía tierras fértiles y rutas comerciales a prácticamente toda Mesoamérica.

Entre el 300 y 100 a.C., la ciudad de Cuicuilco con sus cerca de 20,000 habitantes dejaba de ser el mayor asentamiento de la cuenca de México, siendo la ciudad de Teotihuacan quien tomaba su lugar al incrementar exponencialmente su población. La urbe mesoamericana fue un importante centro comercial lo que propició la plurietnicidad y en poco tiempo se convirtió en una ciudad cosmopolita. Llegó a superar los 85,000 habitantes, incluso otros especialistas mencionan que la cifra alcanzó los 150,000. Se estipula que la ciudad aglutinaba entre el 50 o 60 por ciento de toda la población de la cuenca.

Basamento piramidal, ejemplo de Talud-tablero. Al fondo la Pirámide del Sol / Foto: Alan Montellano

Aún se sabe muy poco de los primeros pobladores de la ciudad, los estudios lingüísticos y arqueológicos quedan insuficientes para crear conjeturas certeras. El arqueólogo Jorge Angulo Villaseñor propone que parte principal del sustrato étnico fue gente de origen otomí y popoloca. Asimismo, David Wright Carr propone que la lengua franca debió ser proto-otomí, aunque lo más probable es que se hablaran varias más.

Alfredo López Austin, el gran historiador mexicano, compara la influencia teotihuacana con la olmeca:

[Teotihuacan] imprimió su sello de manera específica en cada lugar y en cada época

Sin embargo, aún es fuente de discusión si el dominio teotihuacano fue bélico o sólo comercial, lo que queda claro es la inclusión de un amplio sistema de intercambio con sus contemporáneos.

Teotihuacan / Foto: Alan Montellano

Los habitantes de Mexico-tenochtitlan tenían la creencia de que la legendaria ciudad había sido donde los dioses se sacrificaron para crear el quinto sol. Además, debido a sus construcciones colosales, el pueblo mexica creía, que había sido construida por gigantes.

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Con respecto a la ciudad, estaba cuidadosamente planeada. Tenía dos ejes que la dividían en cuatro cuadrantes. El eje principal, en sentido norte-sur, es llamado Calzada o Calle de los muertos. El otro eje, con sentido de este-oeste, seguía el cauce modificado artificialmente del río San Juan. La imagen urbana que provoca esta división se asemeja a una organización cuatripartita, la cual ha sido comparada con una flor de cuatro pétalos.

El Palacio de Quetzalpapálotl. Ejemplo de una flor cuatripartita / Foto: Alan Montellano

Las calles de la ciudad fueron construidas teniendo el punto de partida a los ejes principales y están trazadas en intervalos regulares. La arquitectura de la ciudad se apegaba a un orden simétrico. El uso de tablero-talud era muy común, además contaban con un sin número de monolitos que representaban animales, dioses, símbolos relacionados con el mundo acuático, la fertilidad, el tiempo y la hegemonía del poder.

Teotihuacan / Foto: Alan Montellano

 

Teotihuacan / Foto: Alan Montellano

Los habitantes de la ciudad aprovecharon al máximo las bondades que proporcionaba el valle. El cual está limitado al norte por los cerros: Gordo, Malinalco y Colorado, al sur por la sierra del Platlachique, al oriente colinda con Otumba y al poniente con el cerro Tonalá. El valle proveía lo suficiente para la subsistencia de un gran número poblacional. Por ende, la especialización del trabajo era latente, una gran parte de la población se dedicó a producir y a exportar manufacturas de obsidiana, con la cual elaboraron un sin número de artilugios que se distribuían en todos los rincones de Mesoamérica.

Los habitantes del sitio obtenían la obsidiana gris veteada del Cerro de Olivares, en tanto la obsidiana verde era obtenida de la Sierra de las Navajas, aparte de la obsidiana también utilizaban el basalto, el tezontle, la toba y la andesita.

Las sierras que circundaban la ciudad estaban llenas de bosques de pino y encinos. En el fondo una fértil planicie aluvial que era dotada de manera permanente por algunos manantiales y los ríos San Juan, San Lorenzo y Huixulco, debido a estas condiciones se logró tener una diversidad agrícola. Los productos de mayor consumo eran maíz, frijol, calabaza, chile, tomate. Por otra parte, las proteínas de origen animal eran obtenidas por guajolotes y perros, criados por los mismos pobladores, además de la caza de conejos, liebres, venados, patos, gansos, codornices, palomas y armadillos.

Foto: Alan Montellano

Aunque no hay bases para determinar con exactitud cuándo ocurrió el despoblamiento de la ciudad. El “colapso” de Teotihuacan es un tema que ha provocado muchos debates. La última fase constructiva, la denominada Metepec, no fue un periodo de prosperidad. En los trabajos arqueológicos se observa una disminución de los nexos con la regiones de Puebla-Tlaxcala, Morelos y Tajín. Probablemente, la metrópoli fue arrasada por el fuego; excavaciones en la calle de los muertos suponen ciento cuarenta y siete edificios quemados y treinta y uno posibles quemados. Mientras que la exploración realizada en el templo de Quetzalpapálotl muestra evidencias de saqueo e incendio, resultados similares se encuentran en la ciudadela.

De igual forma, existen otras hipótesis, algunas invasionistas, otras medioambientales, incluso hasta revoluciones civiles. Pero eso será tema de otra entrada.

Para saber más:

  • Angulo, Jorge, Teotihuacan: El proceso de evolución cultural reflejado en su desarrollo urbano-arquitectónico. Tesis doctoral. México, Facultad de Arquitectura, 1997. 
  • López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, El pasado indígena, México, FCE, 1999.
  • Matos-Moctezuma, Eduardo, Teotihuacan, México, COLMEX-FCE, 2009.