Uno de los personajes más icónicos del mundo de la realeza fue Diana Frances Spencer. El misterio que envuelve la vida y obra de Lady Di, la princesa de Gales o la duquesa de Rothesay, la han hecho una de las mujeres más controversiales de la corona inglesa y Spencer aborda uno de los pasajes más tormentosos que tuvo.
Como todos los años, la familia real se reunía a pasar las fiestas decembrinas en Sandringham House, pero aquella navidad de 1991 tenía un tono diferente por los escándalos que habían girado en torno al matrimonio de la princesa Diana y el príncipe Carlos sobre una posible infidelidad de éste con Camilla Parker-Bowles. Mucho se especulaba de una pronta ruptura del matrimonio real y lo que aborda ‘Spencer’ (2021) son tres días decisivos para que eso sucediera.
En este entorno, Pablo Larraín nos ofrece una fábula sobre una tragedia real, pero más que eso es un relato lleno de angustia, desesperación y, hasta cierto punto, opresión de Lady Di, cuya única “falta” fue elegir ser mujer antes que princesa y ganarse las miradas y críticas de los miembros y servidores de la realeza que ejercían un poder coercitivo sobre ella.
La película esta cargada de signos que resaltan el estado emocional de la princesa. La figura de Diana siempre se complementó de vestidos y accesorios que la distinguieron en el mundo de la moda y esos mismos elementos tienen una carga simbólica en la historia porque la muestran sofocada, actúan como una especie de grilletes atados a su papel de princesa que la mantienen ligada a su infortuna de haber nacido en la realeza.
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Los planos generales son recurrentes en la cinta, cuya función descriptiva y metafórica del sitio son esenciales para recordar la pesada herencia histórica que tienen sus pasillos, donde la descortesía no está permitida y alguien como Diana no encaja en el decorado solemne; a pesar de ser un espacio amplio, se ve limitada con cada paso que da dentro y fuera, siempre esta vigilada y nunca goza de una minuto a solas porque de inmediato hay alguien del servicio que la llama para acudir a su deber con la Corona.
Todo este conjunto hostil es lo que le provoca episodios de ansiedad y sufrimiento, pero encuentra cierta tranquilidad hablando con su vestuarista y sus hijos, donde se le ve más auténtica, fuera de las presiones que le provocan los títulos que porta y que de algún modo le gustaría desprenderse de ellos porque no se identifica como un personaje de la realeza, sino como una mujer que disfruta de cosas básicas así como del oficio de ser madre.
Esta exasperante búsqueda de libertad es la historia que muestra Spencer, donde Pablo Larraín vuelve a mostrarnos su visión particular de la vida de ciertas mujeres como ya lo hizo con Jackie (2016) y Ema (2019). Esta vez acompañado del magnífico guion de Mark Knight, escritor de la popular serie Peaky Blinders, y la actriz que desempeña brillantemente a Lady Di es Kristen Stewart, quien menciono que fue uno de los retos más difíciles de su carrera porque se dispuso a investigar los problemas alimenticios que padecía y así interpretarla con el mayor realismo posible.
Si bien, aunque los hechos mostrados en la película corresponden más a la ficción que a la realidad, Larraín argumenta que “Cuando alguien decide no ser la reina y dice que prefiere irse y ser ella misma, es una decisión enorme, un cuento de hadas al revés. Siempre me ha sorprendido mucho eso y pensaba que debió ser algo muy duro de hacer. Ese es el corazón de la película”.
Por lo que Spencer no puede catalogarse como una biopic de la princesa, pues constantemente la vemos intentando liberarse de su posición real; en todo caso es un retrato de una tribulada Diana y el ocaso de una princesa que surge a raíz de la admiración y la intriga del director chileno sobre ella y como especie de homenaje realiza esta cinta.
Spencer aún se encuentra en cines y en streaming vía Hulu.