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Somos «Un Punto Azul Pálido»: reflexión sobre lo pequeños que somos

El 14 de febrero de 1990, la sonda espacial Voyager 1 tomó por última vez una secuencia de varias fotos. Después de estas, sus cámaras se desactivaron y la sonda continuó su travesía por el sistema solar hasta salir al viaje interestelar. La Voyager 1 tomó cerca de 60 fotogramas o cuadros diferentes de todo nuestro sistema solar. Las cuales se tomaron desde una distancia de 6,000 millones de kilómetros del punto en que se encontraba la sonda hacia el Sol.

Como último recuerdo de su travesía, la Voyager logró capturar en sus fotografías imágenes de Venus, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, el Sol y la Tierra. A este conjunto de imágenes se le conoció posteriormente como Retrato Familiar. Una vista de nuestro planeta y los otros miembros del sistema solar en un conjunto, un vecindario, una familia.

Fotogramas ordenados secuencialmente que forman el «Retrato Familiar» / Fuente: nasa.gov

Así mismo, a través de este Retrato de Familia, surgió también la famosa imagen de «A Pale Blue Dot» (traducida al español como «Un Punto Azul Pálido»). La captura que tomó la sonda Voyager de nuestro planeta, lo muestra como un simple punto brillante blanco, con un ligero tono de azul.

En la imagen original, se alcanza a ver una especie de halo de luz alrededor de nuestro planeta, lo cual no es más que la luz del sol reflejada en la cámara de la sonda. Aquel punto azul casi desaparece entre la luz del sol y la oscuridad del espacio tal y como lo hicieron Mercurio y Marte en el retrato. Es curioso pensar que ese pequeño punto es el único punto de todo el universo conocido que alberga vida, que nos alberga a nosotros, nuestro hogar.

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La foto sirvió de inspiración para la publicación del libro con el mismo nombre, escrito por el famoso astrónomo Carl Sagan. En este, Sagan hace una reflexión desde un punto de vista científico, filosófico e histórico de lo que es la Tierra, y también de lo que somos. Cabe resaltar, que el mismo Carl Sagan participó en la iniciativa de obtener fotografías de la tierra desde el espacio 10 años antes junto con varios investigadores y científicos de la NASA.

Foto del «Punto Azul Pálido» con la Tierra indicada con el círculo azul / Fuente: elmundo.es

En palabras resumidas del astrónomo, conmociona el pensar que en aquel pixel azul blanquecino ha surgido y existe todo lo que conocemos. Desde adentro, todo se ve enorme. La Tierra es un sin fin de elementos y lugares desconocidos para el ser humano. Antes de conocer las dimensiones de todo lo que había fuera de nuestro mundo, nuestra percepción de la Tierra era algo casi infinito. Ese entendimiento de lo que nos rodea, de lo que hacemos en este, como interactuamos y qué creamos, fue lo que nos llevó a querer conocer más de lo que nos rodea, y también a querer poseerlo.

Por largo tiempo la humanidad peleó para no perderse en esa inmensidad, para no percibirse tan pequeños. El poseer siempre ha sido un sinónimo de poder en nuestras sociedades, y a nuestro punto de vista, es lo que nos hace grandes. Desde en un solo individuo, hasta en todo un reino o una nación, el deseo de crecer ha estado ahí. Porque, a pesar de todas las inmensidades, todo tiene un final, la vida humana, un territorio, y todo el planeta. Esos finales siempre han sido lo que más nos ha aterrado. La muerte, la caída de una nación, el fin de la tierra, el borde.

Sin embargo, a veces hay que saber «decir adiós» y enfrentar el fin de las cosas, para posteriormente seguir e ir más allá hasta nuestro propio fin. Esta es la única forma de seguir conociendo, aprendiendo y poder entender otros tipos de realidad. Así, desde el primer siervo que se atrevió a salir del feudo, hasta el primer hombre que se atrevió a salir de la Tierra, el humano enfrenta el fin para seguir conociendo y conocer nuevos principios.

Fuente: esa.int

Estando allá afuera, aquellos exploradores se dieron cuenta de que lo que creían «grande» en realidad no lo era, y se encontraron con una realidad aún «más grande». Descubrir el espacio y sus dimensiones infinitas hizo entender a muchos astrónomos, incluyendo al mismo Sagan lo pequeños y absurdos que somos. Reyes, generales, dictadores y presidentes han peleado por dominar una ínfima parte de algo inmenso, sin entender lo pequeños que son. Si todos entendieran eso, todas aquellas ambiciones y deseos serían borrados. La humanidad necesita un poco más de «humildad».

Desde allá afuera todos somos del mismo tamaño, prácticamente invisibles, pero aquí adentro las dimensiones cambian, se crean categorías y clasificaciones. Clasificaciones que si se malinterpretan y se usan con ciertos fines, como lo es el dominio y la superposición, conllevan a la idealización de un grupo dominante sobre otro u otros. Estos ideales serán interpretados a conveniencia de quien los crea para crear un estatus que conlleve al poder. Un ideal puede terminar en simbolización, en segregación, el polarización, en deshumanización, y en casos extremos, en exterminio.

En este punto azul ha existido todo lo que nos hace entender nuestra realidad, y en ningún otro punto que conozcamos existe algo igual como en este. Y aquí estaremos por mucho tiempo, tal vez para siempre. Nadie puede salvarnos de nosotros mismos, estamos solos. Y esa soledad es lo que nos ha llevado a buscar otras respuestas a través de medios como la religión o el misticismo. Al ver las cosas desde la inmensidad del vacío, donde nuestra soledad y nuestra pequeñez se hace tan notable que aterra, vale la pena valorar lo que tenemos alrededor, la compañía que tenemos en este pequeño punto.

Hoy, encontrándonos en el encierro y en un cierto estado de soledad. Vale la pena empezar a valorar que al menos aquí adentro de este punto azul pálido, si tenemos quién nos acompañe, al menos a la distancia.

Fuente: universetoday.com