Pintor, grabador, escultor, escenógrafo y escritor español, admirado y reconocido por su aportación en las artes y sus ingeniosas obras surreales, Salvador Dalí no fue tan buena persona como lo fue de artista, pero poco se habla de las razones, las cuales te presento a continuación.
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, nacido en Figueras España, un 11 de mayo de 1904, se desarrolló como pintor desde los doce años, siguiendo el estilo impresionista, para luego seguir con el cubismo a los catorce. A la edad de quince años ya era editor de una revista. Pero nunca fue un joven tranquilo y esto lo dejó ver más adelante, con sus ideas, actos para llamar la atención, sus obras y en general el modo de llevar su vida.
Si bien, últimamente nos hemos cuestionado si el arte debe separarse del artista o se debe juzgar por igual, un ejemplo para este dilema podría ser el excéntrico y narcisista catalán, que si no fuera por sus pinturas o esculturas, no podríamos aplaudirle sólo por ser un buen hombre, ya que no fue el caso.
Comenzando con su machismo y es que no es de sorprenderse que todavía en aquella época en que el movimiento surrealista (fundado en 1924 por André Breton) estaba en su máximo esplendor, aún se creyera que la mujer sólo podía existir para satisfacer los deseos y necesidades del hombre, sólo eran musas y no artistas. Así que Dalí, perteneciente a este movimiento, no estaba de acuerdo en que las mujeres tuvieran acceso a él.
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Pero esta burla hacia las mujeres dejaba de tener gracia cuando se trataba de él en la intimidad, ya que confesó alguna vez que los genitales femeninos le daban miedo, así que una opción por la que optó, para poder cubrir esa necesidad fisiológica, era dejar que su “musa” Gala Dalí tuviera algunas parejas sexuales y él procedía a masturbarse frente al espejo observándoles.
Y pensarás que probablemente fueron pequeños tropiezos como en la vida de todo hombre, pero ahora hablemos del tema de su «admiración» hacia Hitler.
No se supo nunca si sus comentarios fueron hechos con el propósito de hacer enfadar a Breton, ya que después de pronunciarse a favor de los gobiernos autoritarios, en 1934 fue expulsado del grupo surrealista. Y es que una vez admitió que Hitler había sido un “superhombre”. Por si fuera poco, también dijo que Francisco Franco, el dictador español, era “el héroe más grande de España”. Claramente se excusó de esas ideas, no queriendo admitir nunca sus errores e imprudencia.
Ahora ya no parecen unos cuantos tropiezos naturales en un hombre, ¿cierto? Pues déjame contarte otra mala noticia: Dalí no fue el típico artista que se conformaba con el amor al arte, sino que se ganó su apodo “Avida Dollars” (el cual es un anagrama de su mismo nombre, creado por Breton para retratar su ambición) a pulso; en los ochentas se descubrió que había sido partícipe en fraudes que consistían en firmar hojas en blanco, para que después éstas fueran pintadas como obras suyas y así venderse como originales. Algo que podría esperarse de un loco espontáneo, ¿no crees?
Y ya ni hablar de lo reprimido que era, porque se han encontrado cartas que mantenía con el poeta Federico García Lorca, en donde se deja ver el amor que existía entre ambos. Desde que se conocieron en la Residencia de Estudiantes en Madrid en 1924, hubo una admiración del pintor hacia Lorca, lo consideraba “el único genio de su tiempo”.
Lorca trataba de seducirlo y Dalí quería estar a la altura en que creía que su amigo estaba. Hubo insinuaciones de parte de Federico hacia Salvador para que tuvieran encuentros sexuales, los cuales éste último siempre rechazaba. Pero hubo una ocasión en que le dijo que sí, con la condición de que Lorca se metiera con Margarita Manso, para que así pudiera consumarse el acto entre ellos. Así que el poeta, esperando que su compañero accediera, lo hizo; sin embargo, Dalí nunca pudo.
Como Lorca era abiertamente homosexual, esto fue un gran problema que incluso derivó en su asesinato. En agosto de 1936, en Granada España, fue fusilado, ya que en ese tiempo no era bien visto que alguien fuera homosexual, sumando que tenía ideas socialistas.
La muerte de su querido amigo no fue fácil de afrontar para Dalí, quien cayó en una depresión, dejando de comer hasta el punto de llegar a pesar tan sólo 34kg; la enfermera que lo atendía sólo pudo escuchar que salían de su boca las siguientes palabras: “Mi amigo Lorca”. Lo más seguro es que tuviera remordimiento dentro de él, porque a pesar de tenerle un gran afecto al poeta, hubo una situación que hizo que se separaran.
Dalí y Luis Buñuel comenzaron a compartir ideas y opiniones entre sí, proporcionándole otro panorama al pintor, haciendo una crítica a la obra de Federico García Lorca, el cual no la tomó bastante bien. “Tu poesía está ligada de pies y manos a la poesía vieja…” comenzaba diciendo Salvador; así que tenía sus razones para decaerse de la manera en que lo hizo después de sus comentarios.
Lo único que se recuerda de Dalí son sus grandiosas y confusas obras, pero sería importante que no olvidáramos a la persona quien las pintó y lo que hizo más allá de lo artístico, porque si bien no podemos juzgar el arte por las acciones del artista, tampoco deberíamos justificar sus barbaridades con sus obras.
