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El Petiso Orejudo: desde las entrañas de un asesino serial

Daños colaterales, ríos de color purpura, cicatrices que nunca sana y vidas que se arrebatan, que se roban, en este caso, se las lleva El Petiso Orejudo.

De monstruos y abismos está llena la mente del hombre; la lucha perpetua entre el Ello y el Yo, repercute de manera acentuada en la vida de cada individuo. El demonio oculto en nuestro inconsciente toma posesión de las armas mortales que tenemos como extremidades. El estertor de agonía; alimenta las almas perturbadas, de aquellos, que gozan de coleccionar vidas ajenas.

Mentes sádicas han dejado huella a lo largo de la historia, marcando sucesos escabrosos y cruentos. Quizá no nos demos cuenta, pero vivimos entre esencias perturbadas, atrapadas; que buscan una válvula de escape, y cuando no la encuentran, explotan.

Daños colaterales, ríos de color purpura, cicatrices que nunca sana y vidas que se arrebatan, que se roban, en este caso, se las lleva El Petiso Orejudo.

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Cayetano Santos Godino, mejor conocido como El Petiso Orejudo, se convirtió en uno de los mayores asesinos seriales de la historia de Argentina. El originario de Buenos Aireas dejo marcas en la historia, desde asesinatos prosaicos, hasta siniestros pirómanos.

Proveniente de una familia de una familia de escasos recursos, con problemas de alcoholismo dentro de ella, Cayetano mostro poco interés desde edad temprana en los estudios, fue por ello que fue destituido de 5 escuelas a una corta edad, empezando a vagar por las calles, las cuales evocarían los deseo más profundos y escondidos en su mente.

Contando con tan solo 7 años de edad, se dio el primer registro de un sádico evento. Cayetano, con engaños, llevaría a Miguel Depaola, un infante de tan solo dos años de edad, a un terreno baldío, donde le golpearía y lo arrojaría a las espinas; afortunadamente un policía que pasaba por el lugar se dio cuenta de la situación, llevando a ambos pequeños a la comisaria, y siendo liberados horas más tarde.

Un evento similar ocurriría posteriormente; esta vez con Ana Neri, infante con tan solo 18 meses de edad, golpeándola con una roca en la cabeza, pero de igual manera, la policía intervendría en dicho acto.

En 1906 se presentaría el primer asesinato da Cayetano, pasando desapercibido, pues el mismo fue el que confesaría este siniestro años más tarde. María Rosa Face, de tres años de edad, fue la víctima en esta ocasión, siendo estrangulada y enterrada en una zanja, en la calle Rio de janeiro, Argentina. Al acudir a la escena del crimen, ya se había edificado una construcción en el lugar de los hechos.

El 5 de abril de 1906, apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Godino fue denunciado por su padre al descubrir que había martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.

Julio Botte, fue otra de la victimas del Petiso, pues le quemaría los parpados con un cigarrillo, la madre de Julio presencia el acto, pero Cayetano logra escapar.

El Petiso Orejudo sentía una fuerte atracción por el fuego. En 1912 incendiaria una bodega, la cual se consumió durante cuatro horas, hasta que los bomberos lograron sofocar el fuego, Después de su arresto declararía:

Me gusta ver trabajar a los bomberos… Es lindo ver cómo caen en el fuego.

El último crimen del Orejudo fue el 3 de diciembre de 1912, Gesualdo Giordano fue llevado con engaños a una bodega, donde estrangula al pequeño, pero este se niega a morir y pone resistencia. El Petiso busca alguna herramienta para finalizar el cometido. Con una pierda y un clavo de 10 cm, finaliza la vida de Gesualdo, al clavárselo en la cienes.

La policía encontraría el cuerpo de la víctima bajo una lámina en la escena del crimen. Esa misma noche, en el velatorio del infante, Cayetano se presentaría, pues el declararía posteriormente, que quería corroborar si el cadáver aún tenía el clavo introducido en la cráneo.

4 de diciembre de 1912, fue arrestado en su domicilio, pues la policía ya le había seguido los pasos y atado cabos en su contra. En sus bolsillos encontraron un artículo de periódico aún fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había ahorcado a Gesualdo.

Fue recluido primeramente en el  Hospicio de las Mercedes, donde ataco a un par de pasiente y posteriormente, intento huir. Se le impuso una sentencia de tiempo indeterminado, y se le trasladaría al Penal de Ushuaia.

Dentro de penal fue maltratado de manera abrupta. Se decía que su maldad radicaba en sus orejas, así que se le sometió a una cirugía estética para la reducción de las mismas. Por obviedad el resultado fue negativo.

El 15 de noviembre de 1944, muere dentro del Penal de Ushuaia, las causas de la misma son desconocidas, pues se declaró que murió a causa de una hemorragia interna, causada por una infección intestinal; pero por otra parte, se dice que murió en manos de los reos.

Responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de homicidio y el incendio de siete edificios, El Petiso Orejudo paso a la historia de Argentina, como uno de los mayores asesinos seriales que han existido en este mundo.

El bien y el mal siempre tendrán una batalla eterna dentro del mundo, dentro de la mente del hombre. Como nacen mentes brillantes dedicadas a mejorar el entorno, también nacen mentes que buscan ver el mundo arder, fragmentarse, agonizar.