Constantemente hemos escuchado la siguiente frase: «Cada cabeza es un mundo» y esto aplica en distintas áreas de la vida, intereses, gustos, pasiones e incluso devenires, pero existen similitudes genéricas que nos unen con otros seres humanos y gracias a ello desarrollamos empatía, entendemos por lo que está pasando el otro, «nos ponemos en sus zapatos» y la piel se nos eriza al escuchar acontecimientos similares, generamos respuestas o soluciones a ello (si es que logramos resolver nuestro propio problema con éxito para comunicárselo al otro), esto también logra crear cierto vínculo de familiaridad para con toda la humanidad y su bienestar.
Uno de los constantes problemas por los que atraviesa el hombre es el constante sentimiento de desconfianza, denominado como miedo.
El miedo al futuro se permea tambaleante en nuestro presente mental, interpretándose como un viaje inmediato hacia el futuro. Este sentimiento puede agobiarnos como un asechador nocturno, vigilándonos y si lo permites podría apropiarse de tu propia vida para posteriormente sufrir de ataques de ansiedad, ataques de pánico e incluso pérdida de identidad.
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Algo para lo que no nos entrenan y lo que nadie nos dice es: Tienes que vivir en el presente, cosechar acciones día con día y mantenerte en el aquí y ahora, así ni siquiera visualizarás o manifestarás miedo al futuro, al tan temido: qué pasará. Y claramente esto proviene de los prejuicios sociales que se han sembrado en nuestro inconsciente, lo manifestamos como una realidad porque no somos conscientes de la información que estamos recibiendo; podríamos denominarlos cómo pequeños golpes verbales que entran por nuestros sentidos hasta anidarlos en alguna parte del cerebro.
El miedo al futuro se presenta como sucesos que sólo acontecen en nuestro pensamiento, se quedan de manera abstracta en nuestro cerebro, dado que no somos videntes, no tenemos la certeza de que es lo que pasará exactamente en el futuro, nos agobiamos sobrepensando acerca de nuestros temores más profundos, miedo al amor, a la muerte, al no tener dinero, no tener trabajo y la constante pregunta que se genera en automático de manera personal es: ¿Qué pasará conmigo?
Quizás debamos definir algunos pasos (para no perder identidad y enfrentar para erradicar el miedo al futuro)
- ¿Dónde estás? (académica, laboral o profesionalmente, físicamente, económicamente, mentalmente, etc.
- ¿Qué quieres lograr a corto, mediano o largo plazo? (Define metas)
- Establece objetivos específicos y generales por cada meta a alcanzar.
- Recuerda que la única opinión que cuenta es la TUYA.
- Mantente en el presente, disfruta de lo que estás haciendo y no proyecte tus pensamientos hacia el futuro (la meditación y el ejercicio ayudan a que nos mantengamos en el presente).
Recuerda: El miedo al futuro puede desaparecer si trabajas en ello; y la única opinión que importa es la tuya: ¿Estoy en el camino correcto? ¿Me gusta mi trabajo? ¿Debería seguir en esta relación? ¿Qué es lo que quiero? Cualquier pregunta que surja, en el proceso debería ser contestada y valorada por ti mismo.
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Foto portada: fuente / tn.com.ar