Hemos vivido, probablemente, rodeados por perros, algunos más que otros. Al convivir con ellos escuchamos sus ladridos, y podemos asegurar que emiten un perfecto “guau, guau”. Tan obvio es, que hasta los bebés dicen “guau, guau” antes de llamarlos perros o lomitos. Pero ¿sabías que los perros no ladran igual en todo el mundo?
¿Cómo los entendemos?
Hay una pregunta legítima que seguro muchos de nosotros hemos hecho: ¿un perro de China habla chino? Técnicamente no. Ningún animal tiene un idioma estructurado en palabras como el de los humanos, lo cual hace que no hablen, pero sí emiten sonidos. Seguiremos el ejemplo de los perros.
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Onomatopeyas
Las palabras que imitan sonidos o acciones son conocidas como onomatopeyas, las cuales son creaciones humanas y, como tales, no son fieles a una realidad universal, sino a una muy específica y adecuada para cada uno. Esta formación depende la cultura e idioma.
Una explicación ilustrada
Ante este curioso fenómeno lingüístico, auditivo y cultural, un ilustrador inglés llamado James Chapman decidió investigar las distintas maneras de expresar un sonido alrededor del mundo.
Este interés nació porque pensaba que todos los perros cuando ladraban decían “woof, woof”. Sin embargo, un amigo suyo, que estaba en Corea del Sur, le dijo que los perros de allá decían “meong, meong”. Así que puso manos a la obra y comenzó a ilustrar diversas onomatopeyas de sonidos de animales.
El proyecto creció
Su inquietud no quedó ahí. Chapman creó en 2015 una campaña para financiar su libro titulado ‘How to sneeze in japanese’, donde, según su descripción, “reunió todos los sonidos que hace el ser humano” a través de sus ilustraciones tan peculiares.