Dentro del paisaje urbano de la Ciudad de México, podemos encontrar al transporte público como parte de las postales típicas de la capital.
Dentro del imaginario es imposible imaginar nuestras escenas cotidianas con un microbús verdiblanco, un taxi, sea de la cromática que sea o el icónico tren naranja, conocido por todos como Metro.
No es casualidad que asociemos un color o una figura a dichos medios, su apariencia no es producto de la casualidad. La identidad gráfica del transporte es una herramienta clave en la prestación del servicio, ya que ayudará al público usuario a distinguir los tipos de transporte ofrecidos. Como ejemplo tenemos el double-decker rojo de Londres, los taxi cabs amarillos tan característicos de Nueva York o el color turquoise en los trenes del Metro de Paris.
Esta necesidad fue entendida en los orígenes del Sistema de Transporte Colectivo para el entonces Distrito Federal.
Bajo el contexto de un alto analfabetismo, y con el objetivo de ofrecer un óptimo servicio a la ciudadanía, se desarrolló un sistema gráfico que orientara de forma clara y precisa, a modo de generar confianza en los traslados.
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Lance Wyman, diseñador estadounidense, quien había trabajado en la imagen gráfica de los Juegos Olímpicos de 1968, además de otros proyectos públicos, como el ícono de la Central de Abastos de la Ciudad de México, así como privados, destacando el logo de una afamada marca de pasta; y bajo la supervisión de Pedro Ramírez Vázquez, quien fuera el arquitecto de cabecera del gobierno federal, responsable de entre varias cosas, el Museo Nacional de Antropología y el Estadio Azteca, se desarrolló el ícono del sistema, su tipografía y señalética.
Aunado a esto, se comprendió el desarrollo de un manual de identidad gráfica para cada estación, que sería nombrado wayfinding. A través de este, se otorgaría un nombre y logo para cada estación, que debería guardar relación inmediata al entorno de la misma, ya fuera un lugar histórico, un barrio circunvecino, una vialidad o algún personaje ilustre.
El modelo resultó de un gran éxito, donde la iconografía ayudó a identificar los destinos para las personas usuarias, ofreciendo un recurso gráfico complementario al momento de realizar los viajes. ¿Quién no ha escuchado la frase “me bajo en…”, identificando a una estación más por su ícono que por su nombre?
Esto no es casualidad, la idea del wayfinding era que el ícono de estación pudiera leerse de forma independiente a su mismo nombre, con la intención de facilitar la ubicación a las personas usuarias dado el alto índice de analfabetismo de la época en que fue concebido.
Aunado a esto, la iconografía ha pasado a ser un ícono artístico de la ciudad, sirviendo como medio de expresión para homenajear al transporte público o a la misma ciudad, e incluso como método de denuncia ante actos trágicos de la población.
Sin embargo, su expansión a otros sistemas de transporte, tanto de la Ciudad de México como de otros estados, se mantiene la idea de la iconografía para estaciones, pero sin el concepto del wayfinding. , donde el común es omitir el desarrollo de íconos propios y pasar a la copia de imágenes de libre uso de internet.
Tras el Sistema de Transporte Colectivo de la capital del país, el siguiente megaproyecto urbano en desarrollarse fue el Tren Eléctrico de Guadalajara, que en sus comienzos hizo uso de los pictogramas para identificar a sus estaciones. Pero ante la poca identificación de la población con este sistema, pasó a un segundo plano a partir de la renovación de imagen gráfica en 2018, al punto de no ofrecer información alguna sobre los íconos en sus medios oficiales y servir como un objeto meramente decorativo.
El sistema Metrorrey de Nuevo León, si bien hace uso de los símbolos de estación similar a su par capitalino, el diseño no ofrece ningún apoyo de referencia al usuario, además de no proporcionar datos sobre su desarrollo o creación.
Otros sistemas con íconos sin un sentido de orientación al usuario los podemos encontrar en el Mexibús del Estado de México (los más feos del país, a consideración de su servidor), el Optibús de León, y en general cualquier línea de autobuses de tránsito rápido del país, donde más que ofrecer una referencia espacial al usuario, solo cumplen con un capricho estético.
La imagen gráfica del transporte podría parecer algo secundario, incluso meramente decorativo; no obstante, tiene una función importante, no solo en la ubicación para los usuarios que hacen uso de sus servicios, sino como lo hemos visto, para la identidad cultural de una ciudad.
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Foto portada: fuente / graffica.info