Hace exactamente 20 días llegábamos a las puertas de un castillo ubicado en los Montes Cárpatos, Transilvania, donde salió a recibirnos el Conde Drácula y quedábamos atónitos ante las extrañas palabras de bienvenida. Desde aquí hemos hecho un recorrido a través de diversas salas que nos han mostrado lo más selecto del terror desde diversas latitudes. Sin embargo, el día de hoy hablaremos con nuestro anfitrión, pues se rumora que él mismo es uno de los seres que revisaremos: el vampiro.
Calificado por Brian Frost como «el monstruo de las mil caras»>, el vampiro —de acuerdo con Ernest Jones en ‘On the Nightmare’— es la más rica de todas las supersticiones y su significado psicológico es complicado. Esperamos que esta entrevista nos aclare dudas sobre los vampiros, pero como aún no confiamos plenamente en el Conde Drácula, tenemos guardado en nuestros bolsillos un crucifijo, sólo como precaución.
Aleteos alrededor del mundo
No existe una sola forma de ser vampiro, lo que hace a este ser al igual que su eterno rival —el hombre lobo— uno de los más fascinantes del folclore de terror. Por ejemplo, en occidente concebimos al vampiro como una persona que se ve normal salvo sus colmillos que son más largos que el promedio, amén de que son más pálidos de lo normal.
Sin embargo, existen versiones menos agradables de este ser. Por ejemplo, en Malasia tienen una variación del vampiro: penanggalan. Son mujeres que no presentan nada extraño durante el día, pero en la noche despegan su cabeza del cuerpo, únicamente llevando con ellas sus entrañas. Sus víctimas preferidas son mujeres embarazadas, por lo que esta especie de vampiro esta pendiente de los alumbramientos, e inmediatamente después de que la madre da a luz, introduce su lengua invisible en la habitación para alimentarse de la sangre de la progenitora, provocándole emaciación (pérdida involuntaria del peso corporal).
En los mitos chinos también existe un vampiro bastante perturbador: chiang-shih. Los pobladores originarios de la actual República Popular de China creen que los humanos tenemos dos almas: una superior, capaz de abandonar nuestro cuerpo mientras dormimos, además de ser capaz de poseer otros cuerpos, y una inferior, llamada p’ai o p’o; esta es la que habita a los fetos y la que se encuentra en los cadáveres y, si es lo suficientemente fuerte, es capaz de habitar un cadáver y usarlo para satisfacer sus necesidades.
En el continente europeo, el siglo XVI es el de mayor expansión de este monstruo, pues las guerras entre la Casa de los Hasburgo contra el Imperio Turco-Otomano favorecieron la difusión de las historias. No es extraño, entonces que en 1751 Augustin Calmet publicara su famoso ‘Dissertations on Those Persons Who Return to Earth Bodily’, intentado dar una explicación racional al fenómeno del vampirismo.
Los textos sobre el tema siguieron proliferando y, en 1929, Montague Summers publicó ‘El vampiro en Europa’, texto que más o menos permitió homologar, al menos en el continente, la figura de este monstruo. Empero, a lo largo del mundo la diversidad seguirá siendo la constante y las razones por las que un mortal puede convertirse en vampiro son de diversa índole: cometer suicidio, practicar brujería, que un gato salte sobre el cadáver o incluso, nacer en Navidad. En resumen, básicamente por cualquier situación te podías convertir en vampiro.
Ahora, respecto a los métodos para evitar que los potenciales vampiros regresen al mundo la diversidad sigue patente, aunque es aceptado a escala universal el enterrar al no muerto boca abajo para que no pueda encontrar la salida. Se puede decir lo mismo de las formas de destruir a estos malvados, el más popular es clavarles una estaca en el corazón, pero como precaución también se sugiere: la cremación, sumergirlos en mantos acuífero, disparar una bala bendita a su ataúd y remover su corazón para hervirlo en aceite vino o vinagre.
Mordidas y colmillos en la cultura popular
Sin lugar a duda, el vampiro es uno de los monstruos favoritos del mundo, por lo que las representaciones dentro de la cultura pop son inmensas. En este tenor, nos centraremos en algunos de los hombres murciélago más famosos. El primero de ellos y que indudablemente marcó la imagen del vampiro que sobrevive en nuestros días es el encarnado por Marck Schreck en la cinta ‘Nosferatu, eine Symphonie des Grauens’, dirigida por el alemán Friedrich Wilhelm Murnau. Si te consideras un verdadero amante de los vampiros no te la puedes perder.
Un vampiro que también estuvo en la pantalla grande en fechas más recientes fue Edward Cullen (interpretado por Robert Pattinson) en la saga ‘Crepúsculo’. Si bien ampliamente criticado en su momento, hay que reconocer que fue una buena variación el permitir a este vampiro poder estar bajo la luz del Sol, aunque brillara como un arcoíris. Esto estaba escrito desde el original, es decir, en los libros de Stephanie Meyer.
El trabajo de la estadounidense no fue el único en enloquecer a los adolescentes con un romance entre una humana y un vampiro. El 10 de marzo de 1977 salió al aire el primer episodio de la serie ‘Buffy, la cazavampiros’. Durante siete temporadas vemos las aventuras de Buffy, la última mujer en la línea de las cazadoras, quien se dedica a mantener el orden en su ciudad—Sunnydale— la cuál esta sobre la boca del infierno. Así, esta joven debe cumplir con la escuela, acabar con el mal y atender su relación con Ángel, un vampiro. El éxito de este programa fue tal que existen cómics, spin-off y la idea de hacer una nueva versión de esta serie.
No obstante, este no es el único producto cultural donde se ha tratado la clásica sensualidad del vampiro —presente desde los primeros poemas románticos europeos sobre el tema a finales del siglo XVIII—, Anne Rice ya había hecho lo propio en 1976, cuando público su novela: ‘Entrevista con el vampiro’. En este texto nos adentramos en la vida de unos vampiros con más de 200 años de antigüedad: Lestat y Louis, que en 1994 llegaron a la pantalla grande interpretados por Tom Cruise y Brad Pitt, respectivamente.
En la industria musical canciones como ‘I’m a Vampire’ de The Amazing Snakeheads o ‘Love song for a Vampire’, de Annie Lenox, demuestran que estas criaturas siguen más vigentes que nunca. En la pintura, a pesar de que no son muchas las representaciones, se encuentran obras icónicas como ‘El Vampiro’, del noruego Edvard Munch. Sin embargo, este trabajo se llamó originalmente ‘Love and Pain’, y su creador realizó otras pinturas similares a las que no dudo en nombrar en alusión a los vampiros.
Hacia la inmortalidad
Pero ¿cómo es que el vampiro continúa fascinando a la humanidad? La respuesta la brinda Margaret N. Carter en el capítulo ‘The Vampire’, el cual está incluido en ‘Icons of Horror and the Supernatural: and Encyclopedia of Our Worst Nightmares’. Allí, Carter señala que: «el vampiro en sus diferentes atuendos y disfraces se transforma continuamente en respuesta a nuestra cultura actual y no muestra signos de desaparecer. Como Nina Aurbach sugiere en ‘Our Vampires, Ourselves’, cada década consigue el vampiro que necesita».
Agradecemos al Conde Drácula por tan maravillosa explicación, pero al momento de cuestionarle sobre los rumores acerca de su persona, desvía la atención señalando otros casos de personas que han sido tachadas de vampiros: Vlad Tepes, la condesa Erzsébet Báthory, Gilles de Rais y Henry Fitzroy. Como nosotros no queremos que nos desalojen en esta segunda parte del especial no presionamos más el tema y nos retiramos a nuestra habitación a descansar. Sin embargo, escuchamos los chillidos de un murciélago bastante cerca.
Sólo hay una persona que puede contarnos la verdad sobre Drácula y será a quien se le dedique la columna del jueves del Especial del Terror Crea Cuervos ¿Saben de quien se trata? Dejen sus apuestas en los comentarios.