En 1939 se estrenó ‘Gone with the wind’ (Lo que el viento se llevó), una película que revolucionó por completo la historia del cine en Estados Unidos, ya que, sin haberlo planeado ni deseado, Hattie McDaniel ganó el Óscar a mejor actriz, volviéndose la primer mujer afroamericana en hacerlo.
Hattie siempre había soñado con ser actriz, sin embargo, debido al racismo extremo que en ese entonces se vivía en Estados Unidos, era bastante complicado que esto se volviera una realidad. Proveniente de una familia que vivía en la pobreza y con 13 hijos, ella siendo la menor de todos, decidió que no quería ser sirvienta, no por ser de color se sentía obligada a continuar en ese rumbo, así que decidió cantar.
Después de haber aceptado el empleo de asistente del baño para mujeres en un hotel Suburban Inn, una noche en que faltaban artistas para presentar el show, ella decidió hacer algo que forjaría sus siguientes sueños, se subió al escenario y cantó, “No volví a trabajar en los baños. Durante dos años protagonicé el espectáculo del local”.
Después de un tiempo, el director John Ford la tomó en cuenta para algunos papeles sin importancia en las películas, debido a que estaba prohibido que las personas afroamericanas tuvieran un protagónico, que tomaran papeles violentos o las relaciones interraciales. Así que Hattie aparecía como servidumbre en algunos filmes. A pesar de que McDaniel no quiso seguir con el estereotipo de criada en su vida cotidiana, no podía acceder a roles con más importancia dentro de la industria, pero decía “Prefiero interpretar a una criada por 700 dólares, que ser una por 7”.
Después de todo, tuvo su recompensa, ya que el productor David O. Selznick le ofreció el personaje de Mammy en la película Lo que el viento se llevó. Y fue un 15 de diciembre de 1939 que se llevó a cabo el estreno de dicha película, a la cual asistieron aproximadamente 300,000 personas, pero ninguna de ellas era Hattie, ya que, a pesar de tener un papel dentro de la obra, no le dieron ninguna invitación. Esto gracias a una ley que existía y que negaba el acceso a las personas de color a los lugares públicos. Se dice que el actor Clark Gable amenazó con no presentarse en el estreno si no permitían que Hattie asistiera, pero fue ella misma la que lo hizo “entrar en razón”.
Pero esto no impidió que en la entrega número doce de los premios Óscar, Hattie estuviera nominada a mejor actriz secundaria, gracias a su interpretación como Mammy. Aquel 29 de febrero de 1940, Hattie McDaniel ganó en la categoría en que estaba nominada. Sentada apartada de todo su equipo de trabajo, en una mesa al fondo del teatro, era la primer mujer de color en asistir a un evento tan importante en la historia de la industria, pero que tuvo repercusión en la lucha contra el racismo.
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Recorrió el recinto para reclamar su placa y sus palabras de agradecimiento fueron las siguientes: “Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, miembros de la industria cinematográfica e invitados de honor: este es uno de los momentos más felices de mi vida y quiero agradecer su amabilidad, a cada uno de ustedes que participó en seleccionarme para uno de sus premios. Me ha hecho sentir muy, muy humilde; y siempre lo sostendré como un faro para cualquier cosa que pueda hacer en el futuro. Sinceramente espero ser siempre un crédito para mi raza y para la industria cinematográfica. Mi corazón está demasiado lleno para decirles cómo me siento, y puedo darles las gracias y que Dios los bendiga”.
Sin duda alguna este hecho marcaría un parteaguas, aunque no pronto. Esa noche la ganadora no pudo posar al lado de sus compañeros de reparto y para poder haber estado ahí, el productor tuvo que solicitar un permiso especial.
Después de conocer esta historia podrías creer que Hattie tuvo una vida más feliz y que alcanzó otros papeles mejores, pero la realidad fue otra: siguió aceptando interpretar más criadas, y aunque tuvo un programa de radio, siendo de igual manera la primer mujer afroamericana en tener uno, el éxito no duró mucho y éste se canceló debido a que le habían detectado cáncer de mama.
Hattie murió el 26 de octubre de 1952, siendo pobre y hasta cierto punto olvidada por la industria, a su funeral sólo asistió el actor James Cagney. Sólo tenía dos deseos al fallecer: ser enterrada en el cementerio Hollywood Forever y que su Oscar fuera entregado a la Universidad de Howard, tristemente el famoso cementerio no aceptaba a personas de color, sin importar su éxito en vida.
Años más tarde, en 1999 se erigiría una placa en su memoria, justo en el mismo lugar en que rechazaron sus restos, y el gobierno de los Estados Unidos le dedicaría un sello postal. A pesar de haber sido tan valiente y atreverse a cumplir su sueño en una época llena de odio, su misma raza creía que era una vergüenza que los estuviera representando de tal manera, ya que los movimientos sociales buscaban que la imagen de los afroamericanos dejara de ser un equivalente a esclavo o criado, y opinaban que Hattie no hacía más que seguirlos encasillando.
En 2009, la actriz Mo’Nique la mencionó en su discurso, ya que ganó en la misma categoría: “Quiero agradecer a Hattie McDaniel por soportar todo lo que tuvo que soportar para que yo no tuviera qué hacerlo”. Sin duda alguna esta mujer merece mucho más reconocimiento del que tuvo en vida.
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