En este contexto social de guerra y violencia contra la mujer es necesario destacar el trabajo de una cineasta que abordo este tema como pocas veces se ha visto en la pantalla grande.
Nacida en una familia de cineastas, Hana Makhmalbaf, originaria de Irán, dirige su primera película a los 18 años titulada ‘Buda exploto de vergüenza’.
Hana comenzó a explorar con los cortometrajes desde los 8 años de edad apoyada por toda su familia. A tan corta edad, logra crear una obra de arte que deja a cualquiera con los pelos de puntas.
La película relata el día a día de una niña de 6 años en Afganistán llamada Baktay. Ella debe luchar contra todos los obstáculos de su país como la falta de educación, el machismo y la desigualdad económica, todo con tal de salir adelante en su país. La protagonista es un personaje perfectamente bien construido, tiene un deseo claro (ir a la escuela) y hace todo por conseguirlo, aunque su camino es solitario pues la sociedad entera le da la espalda. Este personaje tan atormentado no pierde su brillo y su ternura, mucho menos la valentía. A su corta edad, decide buscar ayuda de los policías, de la gente en las calles, incluso comienza a vender con tal de comprarse útiles escolares, pero todos son indiferentes. Es el mundo contra el personaje, pero es un personaje fuerte que lucha y no se rinde.
[Te podría interesar: ‘‘El niño y el mundo’ de Alê Abreu, una crítica social bajo los ojos de un niño‘]
Lo interesante es que vemos con no solo ella está siendo afectada, se nos muestra un país lleno de desigualdad económica e ideales profundamente machistas. La gente carece profundamente de recursos básicos como lo es la comida, la educación, la paz y la libertad.
Los niños juegan a la guerra y a matar mujeres, pues es lo que han aprendido en el contexto en el que viven. Es algo tan crudo ver a un antagonista en un infante, es un nivel de insensibilización y al mismo tiempo es completamente desalentador pensar en que les espera a las futuras generaciones. Esto es un reflejo de lo que ven en la sociedad y lo que han normalizado, son niños afectados por el contexto en el que viven y lo peor es que no son conscientes. Los niños invadidos de odio, me miedo por las guerras. Todo lo que hacen los niños es lo que han visto, el mensaje es que ellos ya adoptaron esa como su normalidad. La representación de guerra que hacen con polvo es una escena muy fuerte pues entendemos todo lo que han tenido que ver esos niños.
La película está repleta de simbolismos que acusan a la guerra y a la violencia que viven desde pequeños los nacidos en esa tierra, pues los niños arrancan hojas de papel de los cuadernos de la escuela, para hacer aviones de papel (estos aviones representan los aviones de guerra que ven pasar todos los días)
El final es el momento más impactante. Los niños que juegan a la guerra, terminan agarrándola como su rehén y enterrándola en la tierra. Es perseguida, acorralada y está a punto de ser apedreada. De pronto, a lo lejos alcanza a llegar un amigo suyo, quien sabe la única manera en la que el juego terminara, así que le grita un consejo;
Abbas. – Muerte. Si no, no te dejarán en paz.
Baktay. – A mí no me gusta jugar a la guerra.
Abbas. – Muerte si no, no serás libre.
Este diálogo entre ambos personajes es completamente desgarrador e impactante, nos dicen que la única manera de ser libre en ese país, es estando muertas, porque en vida no existe paz ni libertad para las mujeres. Es una película hecha de manera magistral, logra tocar las fibras más sensibles de un ser humano. Sin duda la directora y su familia quienes fueron parte de la película, han entendido el arte de hacer películas, han entendido la vida. Definitivamente vale la pena revisar toda la filmografía de esta directora y dejarnos contagiar por su mirada sensible y sus mensajes contundentes.
En estos días de tanto odio y violencia, es indispensable sensibilizarnos con contenido así, reflexionar que estamos haciendo como sociedad para por fin entender, que nos estamos destruyendo.