Entre las artistas que destacan en el movimiento pictórico surrealista conocemos a Remedios Varo y Leonora Carrington, sin embargo, existió una pintora que también podemos reconocer dentro de esta corriente, su nombre es: Dorothea Tanning.
Originaria de Galesburg, Illinois, nació un 25 de agosto de 1910, Dorothea fue pintora, ilustradora, escultora y escritora. Hija de emigrantes suecos, era amante del teatro y la lectura, su cuento favorito era “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll, disfrutaba leer a Oscar Wilde y Hans Christian Andersen. Junto a sus dos hermanas vivía una vida un tanto desequilibrada, ya que sus dos padres tenían ideas muy distintas: su madre amaba la fantasía y su padre era muy estricto.
De joven realizó algunas ilustraciones para el periódico escolar y pasaba sus ratos libres pintando; ingresó en el Knox College, la institución de artes más cercana y poco después se mudó a Chicago, asistiendo al Arts Institute of Chicago. Tuvo su primera exposición en 1934, en Nueva Orleans, presentando una serie de sus acuarelas. Un año más tarde se trasladó a Nueva York, donde dedicó su vida al arte, conociendo y adentrándose en el surrealismo y dadaísmo.
Gracias a una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, “Fantastic Art, Dada and Surrealism” fue que tuvo sus primeros acercamientos con estas dos corrientes. En 1939 se mudó a París con algunas cartas de recomendación con la esperanza de recibir apoyo de diferentes artistas, entre ellos Max Ernst, su búsqueda fue en vano, ya que debido a la guerra muchos de los intelectuales tuvieron qué abandonar Francia. Volvió a Nueva York después de haberse quedado un tiempo en Estocolmo y en 1941 expone por primera vez sus printuras en la galería de Julien Levy y para su buena suerte, no tardó en conocer a Max Ernst, quien quedó fascinado con sus obras al igual que con ella.
En ese momento el pintor alemán estaba casado con la coleccionista y mecenas Peggy Guggenheim, quien describe el encuentro entre su exmarido y Dorothea como: “Max siempre estaba interesado en las mujeres, mucho más cuando una mujer pintaba. Había una chica llamada Dorothea Tanning que le atraía, una chica guapa de Middle West. Era pretenciosa, aburrida, estúpida, vulgar y vestía con el peor gusto posible, pero halagaba mucho a Max y eso a él le gustaba”.
Tras haberse separado de Peggy, Ernst organizaba reuniones con el grupo surrealista, invitando a Dorothea, quien estaba emocionada por pertenecer, pero a medias, ya que tenía poca participación en sus pláticas, primero por no dominar la lengua francesa y después por ser mujer. En 1946 contrajeron matrimonio ambos artistas en una ceremonia doble, al lado de Man Ray y Juliette Browner.
La obra con la que los expertos opinan que Tanningn se colocó en el movimiento surrealista fue “Birthday” (1942). Una pintura cargada de simbolismos, un autorretrato en el que Dorothea se coloca a ella misma delante de una puerta entreabierta, a través de la cual sólo observamos más puertas, que pueden conducir a muchos lugares o a ninguno, puede haber todo o puede no haber nada. Pero “Eine kleine Nachtmusik” o «Pequeña Serenata Nocturna» (1943), es su obra más conocida: el nombre claramente lo tomó de la serenata de Mozart, ya que era lo que en ese momento estaba escuchando en el rancho donde vivía con Ernst en Arizona.
Lo que vemos es un hotel, un limbo como ella lo denominaba, con dos figuras femeninas, aunque una de ellas pareciera ser una muñeca; hay un girasol deshojado entre ellas, producto de una pelea. Según la autora, representa “la batalla interminable que libramos con fuerzas desconocidas, fuerzas que estaban ahí antes que nuestra civilización”. Se cree que de igual manera es una lucha femenina interna contra la curiosidad sexual y la represión de la misma. En esos años estuvo fuertemente influenciada por la literatura gótica que leía de niña, Maupassant, Flaubert y Poe, Dorothea decía: “Ellos corrompieron mi psique para siempre”.
Otra de las pinturas que pueden contener un trasfondo es “Maternidad” (1946), en el que nos presenta a una mujer sosteniendo un bebé, en medio de dos puertas, con un perro a sus pies, el cual tiene cara de bebé, y a lo lejos una especie de marioneta representando a lo que pudiera ser otra mujer. Algunos opinaban que se había inspirado en una fotografía de su madre sosteniéndola a ella de pequeña, cosa que la artista negó, otros decían que era un retrato de la negativa a procrear hijos por parte de ella y de Ernst, decía que tener hijos «es cosa de ricos y nosotros somos pobres«.
Una importante figura, que más allá de pasar su vida detrás de la sombra de su marido, logró forjar su propio nombre, asociándose al movimiento feminista y siendo ejemplo para las demás artistas y que pudieran convertirse en artistas independientes: “Puedes ser mujer y puedes ser artista; pero lo primero te viene dado y lo segundo eres tú”.