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Chiquita Banana: una fruta manchada de sangre

Entre todas las empresas de fruta del mundo, Chiquita Banana es tal vez la más grande y famosa. La marca es conocida por sus plátanos «casi perfectos» sin ninguna mancha negra, que llevan la conocida etiqueta azul con el nombre de la empresa. También es conocida por la importancia y el monopolio mundial que ha logrado, con miles de platanares por toda Latinoamérica y el mundo. Quién diría que hace más de 100 años, cuando la empresa operaba bajo el nombre de United Fruit Company, fue responsable de  matanzas en masa, actos de terrorismo, financiamiento de grupos paramilitares y golpes de estado en varios países latinoamericanos.

Fuente: BBC.com

Algo de contexto

La industria «frutera» en Estados Unidos tiene una historia bastante larga. A finales del siglo XIX, empezó a popularizarse en el país el consumo de frutas tropicales provenientes en mayoría del caribe y de Centroamérica. Esto hizo que varios empresarios voltearan a ver este negocio y fijaran su atención en los países de estas regiones, cuya economía se basaba en aquel tiempo casi por completo en la agricultura. Diversos magnates estadounidenses como Minor Keith, invirtieron en conseguir tierras de cultivo en países como Costa Rica y Honduras. Con ayuda de los gobiernos de aquellos países que recibieron un buen pago por ello, Keith comenzó con la producción masiva de plátanos, una fruta bastante deseada en aquellos tiempo en Norteamérica.

Así Keith fundó la empresa de United Fruit Company, que crecería a paso rápido en todo Estados Unidos. Después de pocos años, la empresa contaba montones de plantaciones en toda la zona de Centroamérica y el Caribe, con miles de obreros y trabajadores nativos que trabajaban extensas y pesadas jornadas para satisfacer las demandas del mercado norteamericano.

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Mantener el negocio

Uno de los primeros actos atroces cometidos por la United Fruit Company fue la conocida Masacre de las Bananeras en Colombia. Durante la década de los 20, los trabajadores de los bananos de la empresa empezaron a exigir mejores condiciones laborales, reducción de jornadas de trabajo, mejores salarios y seguros de trabajo. Esto no fue bien visto por la «Yunai» (Apodo de la UFCO en Colombia y Centroamérica), que se negó a cumplir las demandas de los trabajadores. Esto provocó que a finales de 1928 los trabajadores entraran en huelga, y se realizaran montones de manifestaciones por todo el departamento de Magdalena. El gobierno colombiano, que recibía grandes ingresos de la United Fruit, decidió ver por los intereses de la empresa y con su recomendación, puso fin a la huelga de manera casi inmediata.

El 5 de diciembre de ese año, en una manifestación de trabajadores, el ejército colombiano rodeó al grupo de manifestante y abrió fuego contra ellos. Después de la matanza, el gobierno y la empresa declararon el haber tenido que matar entre 15 y 20 revoltosos. Sin embargo, muchos otros testigos y fuentes indican el asesinato de más de mil personas, cuyos cuerpos fueron tirados al mar. Después de esto, la huelga se levantó, y Colombia siguió produciendo plátanos para el pueblo estadounidense sin protestar.

Producción de bananas en Colombia a inicios del siglo XX / Fuente: las2orillas.com

La ruina de una nación

Varios años después, la Yunai volvió a dejar una fuerte marca para mantener su territorio, esta vez, en Guatemala. Entrando la década de los 50, el país centroamericano era el principal productor de bananas de la compañía estadounidense. Con una economía bastante precaria y dependiente de la producción agrícola y controlada por Estados Unidos, Guatemala daba fuerte importancia a la presencia de la Yunai en su territorio. Esto cambió radicalmente en 1951, cuando Jacobo Árbenz asumió el poder como presidente de la nación chapín.

Árbenz como nuevo presidente buscó sacar a Guatemala del colonialismo económico yanqui. Trató de convertir al país en una nación moderna y autosuficiente. Así como sacar de la pobreza y de la miseria a la gran mayoría de la población quitándole el control absoluto de los recursos y riquezas a las oligarquías y empresas extranjeras. La Yunai, siendo la principal empresa del país, vio sus intereses en riesgo con el nuevo gobierno. Al mismo tiempo que el gobierno norteamericano empezó a percibir aires de comunismo en el nuevo mandatario.

Tras una reforma agraria y una serie de condiciones para operar en el país, la Yunai abandonó Guatemala en ese mismo 1951. Aquel fue un golpe durísimo a la economía de la empresa, y estaba dispuesta a volver como fuera. Los directivos de la empresa se encargaron de convencer al gobierno estadounidense sobre supuestos nexos del gobierno guatemalteco con la Unión Soviética. Así, en junio de 1954, fuerzas golpistas financiadas por la empresa y dirigidas por el ejército estadounidense en secreto, entraron en el país y derrocaron al presidente Árbenz, quien terminó huyendo hacia México.

Aunque ahí terminaron los problemas para la UFCO, los problemas para toda Guatemala acababan de empezar. El país quedó después del golpe de estado con una gran inestabilidad política, gran desigualdad social, y un fuerte resentimiento. Esto provocó que 6 años después, en 1960 se diera una de las guerras civiles más mortíferas y crueles de toda la historia de la humanidad. La cual, sumió a Guatemala en un estado de miseria y violencia hasta mediados de la década de los 90.

«Gloriosa Victoria», mural realizado por Diego Rivera sobre el golpe de estado en Guatemala de 1954 / Foto: Wikimedia

Polémicas como Chiquita Banana

En 1970, United Fruit Company cambió de propiertarios, con lo que se le dio un cambio de identidad y de nombre. Debido a que el nombre original ya contaba con cierta mala fama en el mundo, la empresa se renombró como United Brands Company. Posteriormente en 1984, la empresa cambió de dueños de nuevo y también cambio de nombre, pasando a ser la actual Chiquita Banana.

El nombre y la imagen cambiaron, pero la esencia era la misma. En las últimas décadas del siglo XX, Chiquita Banana siguió usando métodos sucios para mantener su negocio y sus plantaciones en Latinoamérica. Muchas de estas, fueron sabidas públicamente hasta varios años después. Tal es el caso del reciente caso que enfrentó la empresa al saberse que esta financió varios grupos paramilitares y terroristas en Colombia durante los años 90. Estos grupos, llamados Autodefensas Unidas de Colombia, recibían ingresos por parte de la empresa a cambio de mantener el control de las tierras. Además de esto, Chiquita Banana facilitaba la exportación e importación de armas y de grandes cantidades de narcóticos en sus barcos y cargamentos.


Actualidad

Después de ver revelado a la luz pública su pasado tan turbio, Chiquita Banana decidió reinventarse completamente en la década de los 2000. Hoy en día la empresa mantiene una imagen «eco-amigable» y «saludable», que promueve la buena buena alimentación, la conservación del ambiente y mantiene un enfoque bastante familiar. La empresa ha desarrollado un código de ética y se ha unido a movimientos como la Rainforest Alliance para la conservación de las selvas tropicales.

Sin embargo, todos esos cambios adornados de ecologismo y ética social siguen siendo un tanto hipócritas y aún están algo manchados. En años recientes han seguido saliendo a la luz varias polémicas sobre abuso de los trabajadores en países como Ecuador y Costa Rica. Además de que la empresa ha sido acusada del uso inmoderado de pesticidas en muchos de sus cultivos.

A fin de cuentas, Chiquita Banana fue una empresa que influyó bastante en la realidad que viven actualmente varios países latinoamericanos. Es la responsable de que se acuñara el término República Bananera (en inglés Banana Republic) para los países en vías de desarrollo con una economía precaria y una situación social miserable. Quién hubiera dicho que por unos simples plátanos se podría influir en la desgracia de naciones enteras.

Fuente: Bloomberg