Al hablar de Amor se suele, por lo común, apuntar a un solo tipo: singularidad, entrega, sacrificio. Se le coloca dentro de un estado contractual producto del siglo moderno, pero ¿Es posible explicar el Amor? ¿Es realidad o ficción?
Existen, en efecto, correlaciones entre la visión popular del amor y la educación que la televisión y el cine nos han dado. Paulatinamente nos entregamos a una esclavitud conceptual en los campos más simples de la vida cotidiana.
Platón; en el Banquete, expresa una pluralidad en él, y bien, señalemos que su reducción al campo de «correcto» o «sano» solo es posible en medida que se le politiza, se hace de él un medio más de comercio.
Freud nos abre la posibilidad a pensar otros aspectos psicológicamente distintos: el esquema sexual y el que se le presenta al sujeto como ideal, “La identificación es conocida en el psicoanálisis como la manifestación más temprana de un enlace afectivo a otra persona” pero, aún nada se ha dicho del aspecto que impulsa lo sexual.
Sin embargo, advirtamos como la designación de amor puede sernos difusa en ocasiones, puesto que, amenazados por reducirlo a uno, podemos confundir sus numerosas acepciones, a fin de verlo como un capricho. Idealizamos, y por desgracia, en muchas de estas ocasiones el ideal no es más que un producto de consumo.
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El amor, efectúa lo que denominamos: transferencias, un fenómeno constante, un lazo social con el otro.
«El establecimiento de este lazo afectivo intenso es automático, inevitable e independiente de todo contexto de realidad» Chemama (1996)
El lazo social, omnipresente en todas relaciones, nos permite entender, que, existe amor al amigo, al docente, a la patria, al médico, por tanto: amor (es).
Amamos y podemos amar una cantidad de objetos, en tanto, advertimos en ellos las perfecciones que aspiramos para nosotros mismos. Podemos buscar siempre, algo más. Vínculos, historias.
Sin intención de confundir al lector, avancemos con las descripciones de lo que es y puede ser. Y hasta ahora, erróneamente, podríamos deducir a nuestra cuenta: El amor nos complementa, es honesto, gentil, equitativo, etc. Conceptos utilizados por lo común para hablar del tema, para designar una ficción que supere la realidad. Tal deducción es prematura e irónicamente dista mucho de ofrecer una explicación completa.
En los ideales que se comercializan nos han propuesto emplear términos como: alma gemela o media naranja, aún más cómico, destino. Conceptos, que, no son más que una concepción reduccionista, pero, no por ello dejan de ser para nosotros otra pieza en nuestra explicación.
El amor responde a la época, al lenguaje y su determinismo histórico-metafísico. ¿Por esto consumiremos el ideal que se nos vende?
En gran medida, el ideal toma forma gracias al amante, de esto no puede ya habitar duda alguna en nosotros, pero ahora la pregunta es ¿Los amantes están en la realidad o en la ficción?
Es claro que, el amado algo recibe del amante para poder ser constituido como amado. Incluso un dios necesita quien le reconozca como dios para ocupar tal papel.
Entonces, parece que el amar involucra cierta discordancia, no hay equilibrios, unanimidad, ni racionalidad en su dicotomía. Pensar el Amor, es problemático. En la medida que hacemos de él una deconstrucción, hacemos una deconstrucción de nosotros, de nuestros ideales.
Amar; por lo tanto es un acto fundante, presente en la mayoría de nuestras relaciones y acciones cotidianas, transforma, nos incita a movernos, dejar de ser, para ser otros.
En una sociedad que apunta al consumo excesivo amar presenta el primer paso a relacionarnos con el otro .Un lazo social que supere la ficción, que ayude a mostrar la realidad.
