‘La peor persona del mundo’ (2021) narra en doce episodios, un prólogo y epilogo, cuatro años en la vida dubitativa de Julie (Renate Reinsve). Es necesario aclarar esta situación de la protagonista ya que, además de ser el eje central de la historia, será determinante en el desarrollo de los personajes que también son parte de ella porque al final mostraran que, sin importar la edad o la experiencia, la vida se trata de muchas decisiones.
La etapa que comprende la película abarca la cercanía de Julie a cumplir 30 años, es decir, acercándose a la crisis de la edad media, esto tal vez justifique los problemas existenciales que la atormentan en cuanto a su educación, sus relaciones sentimentales y su paso por la vida. Julie no es una chica introvertida, al contrario, su capacidad de adaptarse a diferentes situaciones la llevan a experimentar circunstancias de las que siempre obtiene algo.
Uno de estos momentos es cuando conoce a Aksel (Anders Danielsen Lie), un caricaturista de quien se enamora y le lleva más de diez años; aunque está condición no parece representar ningún inconveniente al principio, Julie se va dando cuenta que de cierta forma si tiene peso en su relación por la diferencia de intereses personales que existe entre ambos.
El choque generacional que surge entre Julie y Aksel hace que ella nuevamente se cuestione sobre su vida y en medio de esa incertidumbre conocer a Eivind (Herbert Nordrum) le da el respiro que necesitaba para volver a tomar el control y alejarse de aquello que le causaba ansiedad e inseguridad.
Si hasta este momento te sientes identificado o identificada con la vida de Julie seguramente eres un millennial o centennial. Esta situación es característica de ambas generaciones porque se han visto envueltas en la presión social, angustia, soledad y todo lo que represente un riesgo para su futuro inmediato. Sin embargo, la duda es una actitud por la que todos hemos pasado, sin importar la edad. En mayor o menor medida, esta condición se apega a nuestro crecimiento personal y profesional y no sabemos cuándo ni cómo se modifique a partir de lo que ocurra a nuestro alrededor.
Si la indecisión nos vuelve poco confiables y estables, entonces todos somos la peor persona del mundo, porque el hecho de minimizar uno de los problemas existenciales más catárticos del ser humano no hace que desaparezca y mucho menos que pierda interés, más bien se abre la posibilidad de “normalizar” el dilema como parte de la vida y no como sinónimo de flaqueza o fragilidad.
Esta idea es la que Joachim Trier, director de Oslo, 31 de agosto (2011) o Reprise (2006), proyecta en su cinta, donde su estilo narrativo y visual se combina con su capacidad literaria para que mediante saltos de tiempo aunado al perfil psicológico del personaje, la dubitación se vuelva amena para la protagonista y no un peligro, aunque por momentos la tensión se apodere de ella, el libre albedrío será su arma más poderosa. Otro aspecto importante es la puesta en escena que usó Joachim Trier: haciendo uso deliberado de escenarios, planos y la dirección de sus actores logró que el tiempo se volviera imperceptible y que en los cuatro años que han pasado en la vida de Julie, la duda no se vuelva adversa para el espectador y acompañe empáticamente este proceso de crecimiento.
En algunas sinopsis de La peor persona del mundo, se le cataloga como una historia romántica, pero los mensajes que existen entre líneas nos hablan de una cinta sobre algo más que amor, de cuestionarnos si hasta ahora hemos tomado las decisiones adecuadas para vivir la vida que queremos o aun estamos a tiempo de cambiarlas.
Título: The worst person in the world (Verdens verste menneske).
Año: 2021
Director: Joachim Trier
Duración: 121 min.
