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La ruptura amorosa más artística de la historia, protagonizada por Marina Abramović y Uley

Cuando se es artista, para crear obras e inspirarse, se puede apoyar de muchos sentimientos, el odio, la tristeza, ira, melancolía y uno de los más utilizados: el amor.

Marina Abramović, una artista de performance, los ha sabido llevar a cabo de la manera más ingeniosa, creativa y peligrosa posible. Nacida en Belgrado, Serbia, un 30 de noviembre de 1946, Marina creció tomando clases de piano y pintando, así que desde muy pequeña tuvo acercamiento con el arte, además de hablar serbio, francés e inglés.

Así que en el año de 1965 comenzó a tomar clases en la Academia de Bellas Artes de Belgrado, pero terminó su posgrado en la Academia de Bellas Artes de Zagreb, en Croacia, donde conoció la performance y se inmiscuyó más en este arte.

Performance es una disciplina, donde el artista (y en ocasiones otros participantes) representa diferentes acciones que logran causar un impacto en el público, pudiendo ser en vivo o grabadas. Y mientras Marina enseñaba en la Academia de Bellas Artes de Novi Sad, ya preparaba su primera performance como solista, llamada Ritmo 10.

En Ritmo 10 (1973), lo que Marina pretendía era intentar combinar pasado y presente, con veinte cuchillos y dos grabadoras, comenzó a jugar a la ruleta rusa grabando el proceso, después de esto intentaba recrear los sonidos y los movimientos de la grabación. Y aunque puede parecer extraño, tuvo un buen recibimiento por parte del público, así Marina siguió experimentando con diferentes sensaciones y emociones.

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Fuente: hannahroseprendergast.com

Llamada también “La madrina de la performance” se ha caracterizado porque en las representaciones que ha llevado a cabo es profesional y nunca sale del papel, incluso cuando su arte implica el dolor o poner en peligro su vida.

Por ejemplo, en Ritmo 5 (1974) vuelve a usar el dolor físico como parte de su performance, usando fuego, calor, una estrella de alambre y un trapo humedecido con petróleo. La estrella se encendía y ella estando fuera se cortaba uñas de pies y manos para después arrojarlas al fuego, procediendo a saltar hacia él.

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Fuente: guggenheim.org

Y en Ritmo 2 (1974) consumía drogas y medicinas, con el propósito de que el público pudiera apreciar la conexión que existe entre la mente y el cuerpo. Ésta se dividió en dos partes: en la primera, Marina tomaba un medicamento que le imposibilitaba mover su cuerpo, sin embargo, estaba totalmente consciente. Durante la segunda parte, fue lo contrario, al tomar la otra píldora, aunque presente físicamente, estaba inconsciente.

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Fuente: fahrenheitmagazine.com

Marina estuvo casada con Neša Paripović, un artista conceptual, pero en 1976 se mudó a Ámsterdam y lo dejó. En la ciudad del pecado conoció a Uwe Laysiepen, también llamado Uley, quien también estaba dedicado a la performance, así ambos trabajaron en conjunto, al mismo tiempo que iniciaban una relación amorosa, cosa que les ayudó a ambos a tenerse más confianza entre sí y poder crear performances con más emoción y significado, dos de los conceptos que más exploraron en ellos fueron el ego y la identidad artística.

En 1977, para una de sus performances más famosas “Imponderabilia”, se colocaron en un estrecho pasillo, frente a frente y desnudos, mientras el público que entraba a la exhibición pasaba bastante cerca de ellos, rozando sus cuerpos.

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Fuente: historia-arte.com

Pero sin olvidar que a Marina le gustaba experimentar el peligro, para “Death Self” (1977) unieron sus labios, inhalando y exhalando el mismo aire durante 17 minutos y al final cayeron desmayados por el exceso de dióxido de carbono en sus pulmones.

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Fuente: eyefilm.nl

Después de diez años de relación, decidieron separarse y continuar sus vidas artísticas de manera individual, pero como los grandes íconos del performance que eran, decidieron romper de manera entrañable, no sólo para ellos sino para todos los espectadores.

Este último performance nombrado “The Lovers” (1988) consistía en que cada uno caminaría por uno de los extremos de la Muralla China, para concluir encontrándose en el centro de la misma, duró 90 días su caminata y ambos prometieron que esa sería la última vez que se verían.

Para sorpresa de Marina, justo cuando ella estaba a mitad de la presentación “The artist is present” (2010), en el MoMa, en la que su trabajo era sentarse en una silla de frente a cada asistente, lo vería por un minuto sin hablar y sin moverse. De pronto Uley se colocó en la silla que debía ocupar, rompiendo así su promesa, se vieron durante ese minuto completo, donde las lágrimas de Marina brotaron de sus ojos al ver cerca de ella a su gran amor, pero en todo momento respetando la regla de no dirigirle ni una sola palabra, sólo lo tomó de las manos, al terminar esos sesenta segundos, él se retiró para no volver jamás. Lamentablemente Uley murió en el 2020 por complicaciones de su cáncer linfático.

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Fuente: images.ch

Marina opina que para ella es fundamental la presencia de su público durante sus performances, para que pueda existir esta energía entre ambos: “Nunca podría dar performances privadas, en casa, porque no tengo público… Cuanto más público hay, mejor es la performance, más energía recorre el espacio. El público debe dar un paso histórico y volverse uno con el objeto”.

Cuando dos artistas terminan una relación, nunca se sabe qué puedes esperar de ambos y sus obras, pero lo que hicieron Marina y Uley juntos fue algo que va a trascender por haber sido la ruptura amorosa más artística de todas.