No es ninguna novedad que la violencia ha escalado fuertemente en nuestro país durante los últimos años. Al encender la televisión, consultar el periódico o actualizarnos en algún sitio web de noticias, es inevitable encontrarse con alguna nota roja que dé cuenta del incremento paulatino de la inseguridad y el crimen.
Esta situación ha modificado en muchos aspectos nuestra vida cotidiana, provocando una desconfianza latente hacia los demás, tener que estar alerta ante cualquier sospecha o incluso llevar consigo algún objeto de defensa personal. Y es que ya nadie permanece exento de ser una víctima más de la violencia, pues ya sea que salgas a hacer tus comprar, viajes hacia el trabajo o busques relajarte con un breve paseo, ser el espectador o la víctima de un acto delictivo, es algo tan común en nuestro país que ya ha dejado de sorprendernos.
La persistencia del crimen en México
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el año 2018, la tasa de incidencia delictiva registró un total 37,806 casos por cada 100 mil habitantes, lo que se traduce en que casi cuatro de cada diez persona fueron víctimas de algún delito. Al respecto, en el 44% de los casos los delincuentes emplearon un arma para perpetuar su agresión.
Los delitos más comunes durante este año fueron:
- Robo o asalto en la calle o el transporte público (10,775 casos / 100 mil habitantes)
- Extorsión (7,719 casos / 100 mil habitantes)
- Fraude (5,341 casos / 100 mil habitantes)
Según estos datos, al menos una de cada diez personas en el país, fue asaltada en la calle o viajando en el transporte público durante el año 2018.
Por otro lado, un comparativo a nivel nacional permite dar cuenta de los estados con mayor prevalencia delictiva, grupo que encabeza la Ciudad de México con 69,715 casos por cada 100 mil habitantes, seguida del Estado de México (51,520 casos) y Sonora (50,860 casos). En contraste, las entidades que registraron menores delitos fueron Chiapas (19,409 casos), Durango (22,586 casos) y Michoacán (22,998 casos).
Si hablamos de lo relacionado con la denuncia de estos actos delictivos, las cifras son bastante desalentadoras, ya que, de los casi 35 millones de delitos a nivel nacional, que según las estimaciones fueron cometidos en el año 2018, tan solo un 10% se denunció, mientras que en el 3.5% de los casos, el Ministerio Público no inició la averiguación previa.
Seis ciudades en el ranking mundial
De acuerdo con el Ranking 2019 de las 50 ciudades más violentas del mundo, realizado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCSPJP), seis de las ciudades más peligrosas del mundo se encuentran México.
Esta lista se calcula con base en el número de homicidios registrados por cada 100 mil habitantes y las cifras más recientes permiten observar que el top 5 es ocupado completamente por México, interrumpido solo por la Ciudad de Caracas (Venezuela) en la sexta posición, para continuar con otra ciudad mexicana:
- Tijuana (Baja California) → 2,367 asesinatos con una tasa de 134.2
- Ciudad Juárez (Chihuahua) → 1,522 homicidios con una tasa de 104.5
- Uruapan (Michoacán) → 301 asesinatos con una tasa de 85.5
- Irapuato (Guanajuato) → 723 homicidios con una tasa de 80.7
- Ciudad Obregón (Sonora) → 281 asesinatos con una tasa de 80.7
- Caracas (Venezuela) → 2,134 homicidios con una tasa de 74.6
- Acapulco (Guerrero) → 600 asesinatos con una tasa de 71.6
- Cape Town (Sudáfrica) → 3,065 homicidios con una tasa de 68.28
- Louis (Estados Unidos) → 194 asesinatos con una tasa de 64.5
- Vitória da Conquista (Brasil) → 205 con una tasa de 60.0
México fue, durante 2019, el país con el mayor número de ciudades violentas: 19 de 50. Casi el 40% de todas las ciudades más violentas del mundo son mexicanas. Según el informe, en el año 2016 Brasil alcanzó tal cifra de las ciudades más violentas del mundo, sin embargo, registró un avance considerable en los esfuerzos por combatir la violencia en los últimos años.
A su vez, este informe atribuye los altos índices de violencia a los gobernantes, explicando que, si bien los gobiernos anteriores al de López Obrador fueron incompetentes en extremo para controlar la violencia, al menos parecía que intentaban frenarla.
Por el contrario, apuntan a que las políticas del presidente López Obrador son mucho peores que las políticas de los gobiernos anteriores, lo que ha resultado en niveles de violencia sin precedentes.
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Abrazos, no balazos
Desde el inicio de su gobierno, López Obrador prometió combatir la delincuencia con inteligencia y evitando a toda costa el uso desmesurado de las fuerzas armadas. Esta decisión tiene su base en las experiencias de los sexenios anteriores, ya que la ola de violencia e inseguridad desatada por la guerra contra el crimen organizado, emprendida por el presidente Calderón, cobró a México un número de víctimas aún incalculable.
Sin embargo, parece que las nuevas estrategias no han podido hacer frente a este gravísimo problema, lo que sin duda se reflejará en un panorama de mayor inseguridad durante los próximos años. Uno de los mayores obstáculos es la comunicación institucional orquestada por el presidente, que ha trascendido a tomar a ligera este y muchos otros temas de la agenda pública.
El tan famoso “abrazos, no balazos” o la idea de acusar a los delincuentes con sus madres y abuelos, proyectan al poder ejecutivo como un aparato estatal que se queda con los brazos cruzados, ya que encarna a un personaje de burla y lleno de ocurrencias.
La visión limitada del presidente no lo deja ver más allá de palacio nacional o de su natal Tabasco, lo que impide en muchos aspectos el lograr establecer políticas adecuadas que hagan frente a una realidad desbordada, más aún si se trata de temas relacionados con la seguridad nacional. Esperemos que López Obrador reaccione pronto y combata a la delincuencia con firmeza, diligencia y claro, evitando cobrar víctimas inocentes. Ojalá y no sea demasiado tarde.