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5 Clichés imperdibles en una película de terror

Como buen fanático del cine de terror he visto tantas películas del género que nada me sorprende cuando asisto a una sala a disfrutar una nueva entrega de esta colección. Con esta afirmación no hablo específicamente de una trama poco original sino a ciertos recursos a nivel audiovisual y de escritura que son constantes en estos filmes y son fáciles de esperar. A continuación, enumeraré mis 5 clichés favoritos que considero imperdibles en una película de terror promedio. No quiero que me malentiendan, yo amo este género y gozo cada película que veo, sea buena regular o mala, pero incluso las películas buenas no se salvan de tener algunos de estos recursos, la diferencia es que logran resolverlo de una manera épica.

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1. Iba a huir pero me lastimé la rodilla.

En franquicias de cine de terror como lo son viernes 13 o Halloween, uno como espectador se imagina cómo le haría para sobrevivir a una persecución del asesino si éste fuese tras de él. Si analizamos la manera en la que Jason o Michael Myers se desplazan nos daremos cuenta de que realmente no son muy rápidos pues nunca los vemos corriendo, por lo que a menos que ya te tengan sujeto del cabello o del cuello, no representan gran amenaza, solo debes ser más veloz que ellos. En la pantalla esto aplicaría de igual manera, si no fuera porque la víctima en cuestión convenientemente se lastima la pierna de último momento para generar más tensión. Ya sea porque saltó de una ventana, porque se encajó un fierro al intentar esconderse o simplemente no hizo calentamiento del modo correcto.

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2. En esa casa ocurrieron crímenes horribles, hay que comprarla.

Por alguna razón, uno de los clichés más recurrentes en las películas de casas embrujadas es que el nuevo hogar de los protagonistas fue la escena de crímenes atroces como sacrificios humanos, aquelarres, padres de familia que asesinaron a sus hijos, etc. Sin embargo, para los personajes esto parece ser muy normal pues se mudan de inmediato. Es hasta que sus hijos comienzan a ser poseídos o que las paredes comienzan a sangrar que piensan que no fue una buena idea comprar la casa. Lo mismo aplica a las películas sobre cabañas en el bosque, donde a pesar de que nada pinta bien en ir a vacacionar un fin de semana a un lugar abandonado en medio de un bosque solitario, para los protagonistas es una buena idea. Hay suficientes elementos que se cruzan en su camino como para hacer evidente que algo no anda bien en la atmósfera, sin embargo los personajes solo dicen: Ni modo, sigamos.

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3. Este escenario de horror no es territorio Telcel.

Si una película ocurre en una cabaña en el bosque en medio de la nada, es probable que ninguno de los teléfonos tenga señal. Si los teléfonos tienen señal entonces algo estará mal con el auto. Si el auto funciona, algo estará mal con la carretera. Si los protagonistas llaman a la policía, éstos mueren en el camino pero la patrulla servirá para que los protagonistas escapen. Y, por cierto, la radio de la policía tampoco servirá para pedir más ayuda. En resumen, nada funciona en estas películas.

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4. El susto falso.

Con la finalidad de que el espectador se lleve un buen momento de tensión seguido de un momento cómico, los escritores alargarán la escena en la que el protagonista estará buscando lo que origina cierto ruido que escuchó en alguna habitación. Tomará un objeto (Que según su lógica servirá para defenderse) e irá en busca de algún peligro o una sorpresa. Normalmente estas secuencias carecen de musicalización y de diálogos. El personaje abre el armario, busca debajo de la cama, detrás de las cortinas, etc. Para que finalmente se de cuenta de que el ruido era ocasionado por la rama de un árbol o un pájaro en la ventana que vuela y asusta a todos en la sala (Esto se utiliza mucho en las películas de Chucky) despues de esta falsa alarma, todos reimos.

 

5 El personaje estaba muerto o loco.

Este último, más que un cliché, es un arma poderosa y de doble filo. Si al final de la película el protagonista o personaje secundario en realidad era un fantasma o estaba loco y tenía esquizofrenia, doble personalidad, síndrome post traumático, etc. Hay una de dos, la película será una obra maestra o la película será un fiasco. El público dirá “Eso no me lo esperaba” o dirá “Ah siempre me lo imaginé”. El recurso ha sido usado en muchas ocasiones dentro del género, por ejemplo, en la película Sexto sentido. Es un giro de tuerca que nadie vio venir por lo bien montada que fue la interacción del personaje con el protagonista y la manera en la que nosotros lo vimos como una persona normal. En la película La isla siniestra, de Martin Scorsese, el protagonista en realidad estaba trastornado e imaginaba que era un detective tras un caso policiaco. En esta ocasión, yo fui al cine a verla cuando se estrenó, y rumbo a los 20 minutos pensé que de seguro el personaje estaba loco. Sin embargo, antes del tercer acto y gracias a un buen trabajo del guion, cambié esa sospecha, pues todos los elementos alrededor de la historia funcionan para hacerte dudar si realmente está loco o todo se trata de una conspiración para hacerlo creer que está loco. Y un tercer ejemplo, aunque no es película de terror, es el de El club de la pelea, donde el personaje tenía doble personalidad. De nuevo, esto funciona porque el montaje y el guion son impecables. Sin embargo, si estos giros argumentales no hubieran sido abordados de esta manera, las películas pudieron haber sido fiascos, predecibles o poco inverosímiles, como en el caso de Número 23 (2003), Alta tensión (2003) o La ventana secreta (2004)

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