Quizá lo primero que pienses al ver la obra de Emil Melmoth, joven escultor mexicano, es en calificativos sanguinarios y violentos, y es que pensar en el cuerpo humano mutilado, destrozado, segmentado y reconstruido siempre nos parecerá atroz, como si solo eso existiera en alguna pesadilla o película de terror.
Es verdad que el trabajo de Emil Melmoth es poco convencional y muy atractivo, pues jamás pasará a la vista un craneo o un corazón en una escultura. El realismo que se ve en sus esculturas es increíble, y quizá por ello la incomodidad de los espectadores, pues más allá del tema, su trabajo es muy bueno y muy realista.
Las obras tienen tonos sepias, blancos y negros, con algunos tonos rojos para representar la carne y la sangre, estos tonos junto con los fondos negros hacen un proyecto bastante gótico y oscuro que nos da miedo, pero que también nos gusta. Es terrorífico, incómodo a la vista, tétrico y macabro, pero emocionante por el resultado y el talento que se denota en la escultura.
Poco estamos acostumbrados a este estilo de arte, pero no por ello debe de ser subestimado, ya hubo épocas más atroces del arte donde se plasmaban realidades llenas de sangre, guerra y violencia, esto es fantasía, y bastante buena.
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