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Origen de 4 frases cotidianas que usamos los mexicanos

El español es un idioma complejo. Su gramática, sintaxis y redacción no son sencillas de aprender por nadie, ni siquiera por quienes lo tenemos como lengua materna. Sin importar lo difícil que ya es, los mexicanos lo enmarañamos más al utilizar frases y palabras que, a simple oído, no tienen relación o significado.

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Casi podríamos afirmar que el “español mexicano” es un idioma aparte, una derivación sumamente satírica y chistosa del español que se impuso durante la conquista. Nuestros antepasados supieron apropiarlo a una cultura emergente y formaron palabras y oraciones “chuscas”.

Usamos dichas palabras sin saber de dónde surgieron, ya que sería casi imposible detectar el origen de todas. Por eso, aquí te traemos el origen de cuatro palabras y expresiones muy mexicanas.

“Chale”

Una palabra que define a los mexicanos, más a los millennials que sólo necesitamos decir: «chale», y seguir adelante, pero ¿de dónde viene? y ¿qué significa exactamente?

Muchas son las emociones que se pueden expresar un simple, pero complejo, chale: sorpresa, enojo, tristeza, molestia, asombro, entre otras. Sirve para todo, la verdad, es un comodín en nuestro argot diario. ¿Que la novia nos dejó?, chale. ¿Que nuestros papás no nos darán domingo?, chale. ¿Qué andamos agüitados porque se acerca el fin del mundo?, chale.

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El origen de chale deriva de algunos modismos similares, como chin, changos o charros (porque a los mexicanos nos encanta usar la “ch”), los cuales nacieron de los barrios populares (por eso los ricos no lo pueden usar). Sin embargo, también se dice que chale funcionaba para referirse a los primeros marineros chinos que llegaban a México, pues ellos portaban unos CHALEcos que los diferenciaban.

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“Chupó faros”

Cuántas veces no hemos escuchado este comentario chusco para señalar a alguien que acaba de fallecer, pero ¿por qué? La muerte nos trajo esta frase.

Durante la Revolución Mexicana hubo muchas personas fusiladas por diferentes motivos, sin embargo, algunas compartían un último deseo antes morir: fumar un cigarro.

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En aquellos años, los cigarrillos más famosos (y baratos) eran los Faros, aquellos cilindros de papel rellenos de tabaco que fumaba tu abuelito. Por eso los otorgaban como último deseo; y la acción de chupar es porque, como los condenados tenían las manos atadas, sólo podían succionar el cigarro hasta terminarlo.

“Colgó los tenis”

Otra frase muy relacionada con la muerte tiene que ver con la acción de entrelazar las agujetas de un par de tenis y lanzarlas a los cables para que cuelguen hasta el fin de los tiempos (o hasta que alguien los baje).

Por si lo preguntaban, también salió de los barrios populares. En la década de 1960, afuera de las vecindades de Tepito, la gente colgaba pares de zapatos para indicarle a los vecinos que alguien había fallecido. Se modificó a los tenis hasta 1970, cuando se popularizó el uso de este calzado.

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El uso de los tenis colgados se modificó años después con las peleas entre bandas callejeras. Según Armando Ramírez, quien fuera cronista de la Ciudad de México, los tenis en los cables eran de una persona asesinada por la banda contraria, como símbolo de venganza.

“Chingar”

Mil y un usos para este verbo, sustantivo, adjetivo, término filosófico y fenomenológico. Aunque la palabra chingar no sea tan mexicana, pues ya se usaba en la India hace más de 3500 años, es aquí donde se escucha casi a diario.


En los 1400, el término «chingar» llegó a España gracias a un grupo de romanís (quienes después fueron identificados como gitanos), ya que ellos utilizaban “chinga”, “chingari” y “chingarar” para referirse a pelea, disputa, riña o guerrear.

Los españoles lo heredaron y adoptaron “chingar”. Cuando llegaron a América, para conquistarla, agregaron “violar” como acepción de chingar. Por eso, a los mestizos nacidos de una violación se les conocía como “hijos de la chingada”. Chale.