El fast-food mexicano, gran diversidad de garnachas en la Ciudad
Tamales, tacos, tortas, quesadillas, flautas, huaraches, sopes, tlacoyos, gorditas, tostadas y todo aquel alimento que su base sea el maíz, el aceite o la manteca, frijoles y cebolla.
No importa el lugar donde trabajes o estudies, si eres comerciante o un godínez asalariado, si trabajas de noche o de día, ni la condición social, ni tus gustos, ni tus preferencias. Así sea la mejor colonia o el lugar de los mejores corporativos o las calles más paupérrimas de La Gran Tenochtitlán, en algún momento todos, absolutamente todos han sido atraídos por alguna delicia de cualquier esquina callejera en la Ciudad, la garnacha.
¡Échate un taco!
Existe gran controversia entre las personas para definir que es realmente una garnacha. Muchas personas catalogan a las garnachas como un alimento con base de maíz, grasoso, alguna salsa (que no puede fallar) y frijoles. Puede ser cualquier alimento en la calle, en donde lo más importante pareciera ser que las personas no se enfermen, su sazón y el costo. Hay quienes conceptualizan a la garnacha como un alimento de fácil acceso, siempre disponible y que su base sea la tortilla o el pan, como el pambazo o tortas. Inclusive, sin ser muy estrictos en el término, una garnacha para muchas personas consiste en ponerle maíz al pan, como la famosa guajolota o torta de tamal; que si se le acompaña de un buen atole de champurrado o arroz, tenemos listo nuestro guajolocombo.
Sin embargo, las garnachas en la Ciudad de México y en muchas partes del país, forman parte de la identidad de la sociedad y de su cultura, de sus costumbres, de su dinamismo y de sus hábitos de alimentación. Para muchos estudiosos del tema, las garnachas forman parte del sincretismo cultural entre la gastronomía indígena y los alimentos traídos por los españoles.
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El fast-food mejicano
A cualquier hora del día, en cualquier momento y en cualquier esquina humea un bote de tamales verdes, de rajas o de dulce. El taquero en bicicleta abre su canasta de bolsa azul y su tarro de mayonesa relleno de una riquísima salsa verde con cilantro. Las calles, los paraderos, las estaciones del metro y en general, cualquier espacio en donde haya afluencia de personas que se dirigen a sus quehaceres, hay uno o varios puestos de garnachas.
“ ¡Pueblo taquero! ¡Tacos joven! , vamos a echarnos un taco, te disparo un taco. Todos le entramos a la taqueada, albañiles, peluqueros, estudiantes, mariachis, astrónomos, doctores, plomeros, todos comemos tacos, los comemos de prisa, nos chupamos los dedos, barriga llena, corazón contento ” Elena Poniatowska , Luz y Lunas, las Lunitas.
Dime lo que comes y te diré quién eres
La gastronomía en México ha sido catalogada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010 y las garnachas forman parte de esa tradición culinaria. Sería prácticamente imposible realizar una lista de los mejores tacos, de los chilaquiles mejor preparados, de las tortas con mayor sazón o de los tlacoyos del mejor requesón. Todos y cada uno de los platillos que componen a la garnachería constituyen la gran diversidad gastronómica de los defeños. La historia de cada uno de ellos sería un tema aparte. Cada platillo garnachero lleva consigo anécdotas y recetas familiares de varias décadas de tradición, es por ello que los antojitos en la ciudad han maravillado a propios y extranjeros.
El objetivo fundamental, llenar la barriga
Su bajo costo, su fácil acceso y disponibilidad, y la saciedad que producen son elementos claves en el éxito y su permanencia en la identidad de los citadinos. Pueden existir lugares que su costo es tan mínimo que se puede dudar de su procedencia, inclusive hasta fantasear que algunos taqueros sirvan carne de perro, es por eso que cuando se prueba en algún lugar nuevo se le tira un trocito de carne a algún perro que no falte por ahí, husmeando, porque claro, ¡!perro no come perro!!
La rapidez en su preparación y en su consumo es otro de los aspectos importantes de las garnachas. En una ciudad en donde el tiempo es oro, donde los trayectos, aunque a veces sean cortos, el tiempo de traslado es de una hora a más en promedio.
Cinco tacos de canasta surtiditos, dos minutos, se le echa salsa y se agarra la servilleta o papel de estraza, un minuto, se engulle cada taco en dos dizque mordidas, 5 minutos, con el último bocado se pregunta -¿Cuánto te debo mai?, dos minutitos más. En poco menos de 10 minutos se tuvo un desayuno variado, con carne, frijol y papa y con tan sólo 20 pesitos porque ¿De tomar? – Nada.
Quien no ha probado unos buenos tacos en su colonia, un buen huarache en algún mercado popular, las gorditas de Doña Pelos o los tacos de guisado afuera de algún metro. Ya sea de día o de noche, fuera de la oficina o de paso, para llevar o para ir comiendo, las garnachas son y seguirán siendo parte fundamental de la identidad cultural y distintiva de todos los que habitamos esta Ciudad.
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Foto portada: José Miguel Rosas / Flickr
