Sin duda una de las obras clásicas que todo lector debe tener tachada en su lista es ‘El Gran Gatsby’, la historia de amor y tragedia entre Jay y Daisy, rodeada de fiestas, excesos, fortunas y decepciones. El libro más conocido de F. Scott Fitzgerald, pero ¿en realidad salió por completo de su mente o su esposa Zelda contribuyó también?
Zelda Sayre, originaria de Alabama, era una mujer a quien no le gustaba seguir las normas impuestas por la sociedad de aquel entonces. Vestía faldas a la altura de la rodilla, no le importaba beber o fumar en público, llevaba el cabello corto, usaba bañadores del mismo color de su piel para confundir a las personas, y fue por esa razón que cuando Scott la conoció, la nombró “La primera flapper de Estados Unidos”.
Pero a pesar de que tenía la fama de ser una rebelde, era una chica muy talentosa, bailaba, pintaba y le gustaba escribir, por lo que congenió bastante bien cuando conoció al que después se convertiría su marido: Scott Fitzgerald. Siendo ambos cultos y con intereses en común, iniciaron una relación amorosa; Scott ya tenía escrito, mas no publicado, el libro “A este lado del paraíso” (1920) pero decidió hacerle modificaciones a uno de sus personajes inspirándose en Zelda.
La personalidad de Zelda no fue lo único que tomó para incluir en dicha obra, sino que después de haber leído su diario, robó de él algunos fragmentos añadiéndolos a aquel que sería su pase para transformar sus vidas. Con el éxito que tuvo Scott, la pareja, ahora casada, pertenecía a la élite y aprovecharon cada centavo en niñeras, viajes y sobre todo fiestas, lo que provocó en ellos un quiebre.
Después de que tuvieran problemas con el alcohol y su nivel de vida llegara a ser insostenible, la relación se dañó aún más cuando Zelda escribió un artículo opinando sobre el nuevo libro que acababa de publicar Scott: “Los hermosos y malditos” (1922), donde se notaba el hartazgo que sentía de que su marido usara sus escritos sin darle ningún crédito:
“Me parece que en una página reconocí un fragmento de un viejo diario mío, el cual misteriosamente desapareció poco después de mi boda y, también fragmentos de una carta, la cual, considerablemente editada, me resultó familiar. De hecho, el señor Fitzgerald — me parece que así es como escribe su nombre— parece creer que el plagio comienza en el hogar.”
Y lo que para ella supuso un éxito, ya que después de este suceso la comenzaron a buscar para que escribiera tanto libros como artículos, a Scott no le agradó ni benefició en nada, primeramente porque no tuvo el mismo impacto que su primera novela y después porque estaba celoso de lo que Zelda había logrado, así que ambos decidieron mudarse a París para tomarse un respiro.
Así, en la ciudad del amor, el escritor comenzó a escribir “El Gran Gatsby” (1925) mientras su esposa se veía envuelta en un amorío con un piloto llamado Edouard Jozan. Zelda intentó pedirle el divorcio a Scott, pero no logró obtenerlo, además de que se lo negó, la dejó encerrada y ella intentó suicidarse.
Aunque deseaban remendar sus errores, la relación entre ambos ya no tenía salvación y su posición económica no se vio favorecida ni con la publicación de la tercera novela de Fitzgerald: El Gran Gatsby, donde igualmente tomó fragmentos escritos por Zelda para incluirlos, tal como: “me alegra que sea una niña. Y espero que sea tonta. Es lo mejor que en este mundo puede ser una chica: una tontita preciosa”.
Zelda entonces optó por continuar con la danza, tomando clases de ballet creyendo que podría triunfar en este ámbito, sin embargo, su salud mental se vio dañada y en 1930 ingresó a un hospital psiquiátrico, donde la diagnosticaron con esquizofrenia, cosa que a Scott le importó poco y se mudó a Hollywood para ser guionista. Además de haber recibido una noticia tan impactante como la de padecer un trastorno mental, a eso se sumó la muerte de su padre, pero Zelda no se dejó vencer, mientras estaba internada, pintó, escribió cuentos y su única novela “Resérvame el vals” (1932) , donde se había inspirado en su vida misma.
Cuando Scott se enteró de que la quería publicar, ya que se la había hecho llegar a su editor, se enfureció porque era un tema que él tenía pensado usar en su siguiente libro “Suave es la noche” (1934), claramente tomando de nuevo lo que había escrito Zelda; incluso quiso obligarla a no mostrarla, pero no lo consiguió, aunque hizo que lo modificaran. Así que él la criticó acusándola de plagio, lo cual la hundió más.
Mientras Zelda comenzaba a escribir una nueva novela, hubo un incendio en el hospital iniciando en las cocinas y extendiéndose hasta llegar a su habitación, donde esperaba el tratamiento de electroshock. Zelda Fitzgerald murió calcinada en 1948, lo que permitió que la identificaran fue una zapatilla. Scott había fallecido dos años atrás a causa de un ataque al corazón.
Lée también: Devolución de fondos del FONAVI se dará por partes
Tiempo después, en la década de los 70’s, Nancy Milford escribió una biografía de Zelda, donde la plasmaba como lo que fue: una escritora opacada gracias a la figura que resultó ser su marido a costa suya, otra mujer que la sociedad quiso ver más como una simple musa y no como la artista que realmente era.
-
Foto portada: fuente/smoda.elpais.com