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50 años y aún queremos volver a Woodstock

La música ha acompañado al homo sapiens a través de su historia. Textos que se consideran como fundamentales en el devenir de la civilización occidental, como La Ilíada y La Odisea (atribuidas a Homero) son divididas en cantos y ahora se investiga si estas epopeyas, consideradas como las más importantes de la literatura de la Antigua Grecia, eran cantadas por uno o varios narradores. Con el paso del tiempo, la música se volvió cada vez más valorada.

Durante la Edad Media dos figuras merecen especial atención. La primera, aunque no muy conocida, es la del trovador. Estos individuos, casi todos de la nobleza, componían obras (mayoritariamente de amor) y en ocasiones las interpretaban. Si el trovador no cantaba su obra, lo hacía el juglar, quien interpretaba tanto en lugares públicos como frente a los nobles. En este tenor, este periodo fue particularmente importante para el desarrollo de la oda caballeresca y no es de extrañar que lleguen a nuestros días trabajos que en aquel momento estaban en pleno apogeo, como El Cantar del mío Cid.

Posteriormente, la composición musical dejaría de estar cooptada por las cortes y permitiría la ampliación de temas, amén de que la música permeara en todos los estratos sociales. La historia de la música popular es extensa y no se pretende aquí hacer una revisión de su desarrollo y evolución, sino de reconocer la importancia de un episodio en particular: uno que marcó la contracultura y que indudablemente recuperaba a la música como un elemento de protesta.

Festival de música y arte Woodstock


Del 15 al 18 de agosto de 1969 se celebró en los terrenos de Max Yargur (a 64 kilómetros de Woodstock, Nueva York) el festival de música que marcó a una generación y es padre de todos los eventos de este tipo: el Festival de música y arte de Woodstock, conocido popularmente cono Festival de Woodstock. En este evento se reunieron entre 400,000 y 500,000 personas, cuando se esperaba una asistencia de 60,000 personas.

De entrada, se puede afirmar que más de uno se coló a este evento. Y no era para menos, la coyuntura estadounidense prácticamente incitaba a estos jóvenes a participar en este concierto. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial comenzó una de las fisuras generacionales más importantes: los padres estadounidenses que volvían de los frentes de batalla intentaban reincorporarse en la vida civil, pero mantenían la postura bélica contra el nuevo enemigo internacional: el socialismo. En este sentido, sus hijos (adolescentes y adultos jóvenes) no entendían la necesidad de ir a librar batallas en lugares remotos.

Foto: cpcml.com

A la par, el gobierno de Estados Unidos estaba invirtiendo sobremanera en una serie de conflictos alrededor del globo. Tanto la economía como la población se veían mermadas en el conflicto político-ideológico-económico denominado Guerra Fría. Y el escenario que más descontento generaba al interior de la Unión Americana era Vietnam. La participación estadounidense en este país inicio en 1955 y si bien en un principio se contaba con el apoyo de la ciudadanía, rápidamente la situación cambió.

En primer lugar, porque fue una guerra televisada. Esto hizo que la sociedad civil se preguntara si era necesaria tanta violencia, pues no se podía evitar que cayera el napalm sobre niños y civiles. Además, se comenzó a vislumbrar que el conflicto no se resolvería pronto y a diferencia de la administración Nixon que decía que iban ganando, la llegada de ataúdes con los cuerpos de los soldados ocasionó no sólo el descontento de los padres, sino de la misma juventud.

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Fuente: prensalibre.com

Esta generación buscó promulgar un mensaje de paz, amor, tolerancia y cuidado del medio ambiente. En este tenor, el encargado de la organización de este evento fue Michael Lang. Por tres días, personas de todo Estados Unidos se dieron cita en un festival musical que no estaba exento de problemas logísticos pero que quería que se escuchara su voz en materia de paz. Ni siquiera las lluvias de días anteriores fueron capaces de detener a los asistentes: las faldas de colores se macharon de lodo, las largas melenas se mojaron y uno que otro accesorio -como bandanas para el cabello- quedó pisoteado por la muchedumbre. Sin embargo, el festival tuvo tanta capacidad de convocatoria por el desencanto de esta generación joven a la violencia, las pocas salidas económicas y la desconfianza hacia el gobierno.

No es de extrañar entonces que los artistas encargados de presentar los 32 números musicales tuvieran que ser llevados en helicópteros, pues las carreteras estaban cerradas. También resalta que, a pesar del consumo de estupefacientes, especialmente LSD, no se reportaron hechos en exceso violentos (aunque siempre se ha especulado sobre tres muertes y algunos alumbramientos). Así, todo aquel que pagará los 18 dólares podría acceder a un concierto sin precedentes.

Woodstock: el legado

Una vez terminado el evento, además de lodo quedaron algunas piedras y palos que llevaban grabados mensajes sobre el amor y la paz. Woodstock se convirtió en el referente de los conciertos al aire libre y a partir de ahí se ha intentado recrear algo similar. Sin embargo, nosotros ya conocemos el desenlace: en diciembre de ese mismo año la banda británica The Rolling Stones participó en un concierto gratuito de rock a las afueras de la ciudad de San Francisco. La población estadounidense, cansada de las malas noticias, la militarización y violencia burocrática, se dio cita en el lugar para disfrutar de la música, además de sumergirse completamente en la liberación sexual, el pacifismo y el consumo de estupefacientes.

Para mantener a su público (o a ellos mismos seguros), la agrupación contrató como equipo de seguridad al grupo de motociclistas Hell’s Angels (Los Ángeles del Infierno), los cuales eran considerados bastante rudos y siempre en los límites de la ley. Existen diversas versiones sobre lo ocurrido, algunos dicen que estos individuos se encontraban bebiendo cerveza en las esquinas del escenario, mientras otros niegan esta situación, aunque corroboran que no hacían gran cosa para mantener el orden. No obstante, el punto donde todos los espectadores concuerdan es donde la situación se pone violenta, la multitud enloquece y finalmente uno de los motociclistas termina apuñalado durante la presentación de la banda a Meredith Hunter. Para muchos este es el fin del verano del amor.

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Fuente:radionica.rocks

No obstante, no sería la última vez donde la música se convertiría en mecanismo de expresión, resistencia y solidaridad. Cabe resaltar lo que sucedió en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el 17 de agosto de 1991. Las reformas emprendidas por el entonces líder de la Unión, Mijail Gorbachev, fueron consideradas por los grupos nacionalistas como extremas, motivo por el que se intentó dar un golpe de Estado del 19 al 21 de agosto de ese mismo año. Más allá de realizar una evaluación de las reformas que se llevaron a cabo en ese país, únicamente se destaca que gracias a la Perestroika y la Glasnot comenzó a surgir una mayor apertura, lo que permitió que dos días antes del intento de golpe de Estado se celebrara el festival Monsters of Rock.

Lo anterior era una situación sin precedentes, pues la música rock, el heavy metal, y derivados se desarrollaron en la clandestinidad hasta el inicio de las reformas, pues se consideraba a estas expresiones como pérdida de tiempo o expresión burguesa. En este festival participaron diversas bandas del rock pesado como AC/DC, Pantera, Metallica, The Black Crowes, Mötley Crüe y Queensryche, cuya entrada había estado prohibida por el régimen anterior.

No es extraño entonces que asistieran entre 500,000 y 750,000 jóvenes, los cuales por fin podían ver a sus ídolos en vivo. Como era de esperarse, en un ambiente de tensión política, los encargados de la seguridad fueron los miembros del ejército soviético, quienes no dudaron en atacar a los presentes por ingerir en exceso bebidas alcohólicas. Los espectadores en su estado de catarsis respondían a las fuerzas castrenses lanzándoles botellas de vodka. Estos últimos se desesperaron y finalmente emplearon gases lacrimógenos contra la población civil. Los cantantes pedían a la policía y milicia rusa abstenerse de golpear a sus admiradores, y a pesar de todo el caos se logró terminar el evento.

Ese es considerado el último gran episodio musical del siglo XX. Si bien estos acontecimientos fueron importantes, desde 1950 la música pop venía abriéndose paso en la industria musical y logró consolidarse durante esta misma época. Para muchos especialistas, el momento en que esto sucedió fue el día en que la música murió (muy al estilo de Don McLean) pues perdería su esencia de crítica y brillante técnica para poder dar paso a computadoras, ritmos más genéricos y letras más pegajosas.

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Fuente: abc.es

De cualquier forma, los efectos a largo plazo de la máxima expresión del verano del amor (iniciado en San Francisco en 1967) son diversos y de varias indoles: desde el cuestionamiento de la masculinidad hegemónica y la reconfiguración de la misma hasta el nacimiento de la conciencia ecológica—aunque mucho del legado es puesto en duda. Lo que sí se puede afirmar es que ha 50 años de Woodstock, su influencia y mensaje no debe perderse y sobre todo recordar como la música, especialmente el rock y heavy metal, fue una herramienta para protestar y reivindicar para toda una generación. Sólo algo más que agregar: ¡larga vida a la música!