El 27 de enero de cada año, la UNESCO, rinde un homenaje a la memoria de las millones de víctimas del Holocausto Nazi; entre ellos, los triángulos rosas, homosexuales víctimas de la matanza.
Casi siempre se relaciona este horrible apartado de la historia con el sufrimiento de la comunidad judía; sin embargo, también eslavos, polacos, ucranianos, gitanos, prisioneros de guerra, discapacitados y homosexuales vivieron despojo, detención, tortura y muerte en los más de 50 campos de concentración que existieron entre 1933 y 1945.
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Se estima que durante la Segunda Guerra Mundial, más de 10 mil hombres homosexuales fueron encarcelados o dirigidos a campos de concentración nazi. Para el régimen dirigido por Adolfo Hitler, ser homosexual representaba flaqueza y un inminente riesgo a la pureza racial, por la incapacidad de procrear hijos al servicio de la patria.
“Debe procurar que sólo engendren hijos los individuos sanos, porque el hecho de que personas enfermas o incapaces pongan hijos en el mundo es una desgracia, en tanto que el abstenerse de hacerlo es un acto altamente honroso” (Adolf Hitler).
Al colectivo homosexual se le podía reconocer dentro de los campos porque en sus andrajosas y escasas vestimentas se podía observar un triángulo invertido en color rosa, que también portaban los que habían sido acusados de abuso sexual infantil o de zoofilia. Los presos homosexuales eran enviados a campos de concentración de nivel 3; es decir, aquellos donde el trabajo era mucho más pesado, la comida estaba limitadísima, había más vigilancia y no existía ningún tipo de atención médica en caso de requerirse.
Es bien sabido que dentro de los campos de concentración nazi se experimentó con seres humanos; los prisioneros homosexuales no fueron la excepción, ya que sufrieron desde tortura psicológica y humillaciones públicas, hasta el envío a clínicas psiquiátricas, o esterilizaciones a través de métodos empíricos. En el peor de los casos, se extirpaba el pene o se realizaba una castración de testículos; muchos recibieron dosis enormemente peligrosas de testosterona. Aquellos que tenían la mejor de las suertes, eran constantemente visitados por mujeres cautivas para “curarlos”, o se volvían protegidos de algún guardia a cambio de servicios sexuales.
El régimen nazista tomó el artículo 175 del Código Prusiano como referencia para la detención de la comunidad homosexual, con esta proclamación el sexo entre hombres pasó de ser considerado como un “pecado” para la sociedad de la época, a un crimen que podía ser castigado con cárcel y en algunos casos con la pena de muerte.
“La fornicación contra natura, practicada entre personas de sexo masculino o entre personas y animales, conlleva pena de cárcel” (Artículo 175 del Código Prusiano, 1872).
Ya durante la Segunda Guerra Mundial, se repartió entre la comunidad alemana, copias de un libro llamado Higiene sexual; donde se prohibía la masturbación, la homosexualidad y se invitaba a denunciar a aquellas personas que concibieran tales prácticas. Los partidarios homosexuales del régimen también fueron interceptados por las autoridades nazis; sin importar que fueran militares, dirigentes o ministros del gabinete de Adolf Hitler. Tal es el caso de Ernst Rohm, el caudillo general de las SA, una organización que apoyó el ascenso de Hitler al poder.
- Fuente: Enterarse
Rohm era abiertamente homosexual. Inicialmente, Hitler declaró que la vida privada del comandante no era motivo de conflicto para los intereses ideológicos nacionalsocialistas. Sin embargo, cuando el comandante alcanzó cierto número de seguidores en 1934, se ordenó una purga recordada como la Noche de los Cuchillos Largos; evento donde se ejecutaron a decenas de políticos, entre los que se encontraba Ernst. Entonces, Hitler negó saber de la homosexualidad de su ministro, exponiendo que sus tendencias eran un ataque a los principios del partido.
- Fuente: Historia para no dormir.
Quizás lo más triste de este artículo es que fue hasta 1980 que se comenzó a reconocer a la comunidad homosexual como víctima del holocausto. El artículo 175 fue erradicado en 1994 y a inicios del siglo XXI se expresó por primera vez una disculpa pública a los heridos, perseguidos, recluidos y asesinados; homosexuales. Por muy absurdo que parezca, aún hay un grupo importante de personas que rechaza a los homosexuales como martirizados.
Al final no importa, si fueron judíos, eslavos, gitanos o cuál era la preferencia sexual de cada uno de ellos. No podemos olvidar que el ser humano tiene un lado oscuro que puede llegar a ser capaz de exterminar a sus semejantes por considerarlos diferentes. No nos queda más que honrar a cada ser que a lo largo del transcurso de la humanidad ha perdido la vida a consecuencia de la ignorancia; construyamos un mundo donde haya espacio para todos, sin miedo a la exclusión o a la muerte. Donde las diferencias sean una oportunidad y no una causa de rechazo. Hasta la próxima.
“Las culturas sexualmente progresivas nos dieron las matemáticas, la filosofía, la literatura, la civilización y el resto. En cambio las sociedades sexualmente restrictivas produjeron la Edad Media y el Holocausto.” (Alan Moore).