El cuerpo es lo único libre que le queda al ser humano. Es punto y aparte que no exige un razonamiento. Es un espacio privado dentro de lo público y capitalizados que se ha vuelto el sistema y la vida misma. El único lugar que proporciona su propio entendimiento, fuera de todos los sentidos ajenos. Experimentar y acontecer con y en el cuerpo, dentro del arte, crea esos espacios no-codificados y no-comunicativos, puesto que evita las antiguas interacciones normadas para elaborar las propias.
Estos espacios a través del arte ya se habían buscado a inicios del siglo XX. Los dadaístas rompieron todos los códigos. En su manifiesto, hecho y publicado por Tristán Tzara en 1918, se lee: Dadá no significa nada.
La libertad del cuerpo, de lo privado del ser humano, combinada con la creación de un espacio fuera de la cotidianidad se separaría del lenguaje a través del arte-acción realizado con los cuerpos. La intensidad de la creación produciría una grieta en el esquema normativo donde se habita, donde se respira. Abrir una herida para que la nueva vida resurja y enraíce en el no-espacio.
El primer antecedente del performance como arte-acción se remonta a junio de 1920, cuando, en Berlín, se inauguraba la Primera Feria Internacional Dadá en la galería de Otto Burchardt. En esta feria se presentaron alrededor de 200 obras, y se vivió “en un clima de provocación, que iba desde el tono político de la Feria hasta la obscenidad manifiesta, pasando por un claro antimilitarismo.”
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El artista español Abel Azcona realizó un performance titulado “Amén”. Aquí fue iglesia por iglesia, parroquia por parroquia, a “ingerir” 242 hostias consagradas, las cuales mantenía en la boca para luego sacarlas. Con ellas escribió la palabra “Pederastia” en la sala de exposiciones Erakusketa Aretoa donde se mostró su obra. Desde ese momento, varios jueces lo han investigado y citado para juicios en su contra, sin embargo, él los deja plantados, guarda silencio ante este conflicto y escucha propuestas de países que le han ofrecido asilo político, como Portugal.