Año de 1929, lugar, Ciudad de México. El Universal daba unos fuertes pasos a la crítica estatal desde la sociedad y los medios de comunicación publicando en entregas semanales los libros (que por supuesto más tarde fue prohibida su impresión) de lo que en pleno 2020 conocemos como una de las mejores novelas mexicanas, ‘La sombra del Caudillo’ de Martín Luis Guzmán.
¿Por qué recordar las letras de Martín? Este gran escritor en apenas unas 170 cuartillas nos narra el entorno político de México en la década de 1920; sin embargo, no sólo es una fina pluma para recordar la ciudad de antaño, también es un certero crítico de férreo carácter, ya que aún con la tremenda represión que abundaba para entonces, el autor de ‘La sombra del Caudillo’ narra el asesinato de la oposición política del Caudillo, de Obregón.
Así, con nombres cambiados podemos leer la planeación y ejecución del magnicidio del general Francisco Serrano, para que así Plutarco Elías Calles, el preferido de Obregón, tomara finalmente la presidencia y con esto diera paso a la época conocida como El Maximato.
Va, qué revolucionario, hasta allí parece acabar esta memoria, pero no. Una de las bellezas de este clásico de la novela negra es su vigencia. Aunque es evidente tanto en los modos de hablar como en las calles y los autos, que se habla de un México pasado, por algunos momentos el lector puede creer que es el México del siglo XXI.
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Tanto es asombroso como decepcionante el saber que la vida política de ese entonces y la de ahora son tan similares: griteríos en plena Cámara de Diputados, compadrazgo, manipulación de los periódicos, falsas promesas, manifestaciones pagadas y sobretodo, lo que enmarca en unas cuantas letras Martín.
…que hacer justicia, eso que en otras partes no supone sino virtudes modestas y consuetudinarias, exigen en México vocación de héroe o mártir.